Defensa radical de los espacios sin humo
Tiene, de entrada, la palabra radical un sentido peyorativo. O¨ªmos con frecuencia voces que acusan de radicales a cualquier partidario de los espacios sin humo, pero es que con el tabaco no caben las medias tintas, no hay dosis saludable. Huelga decir que los fumadores que son contrarios a que se endurezca la ley contra el cigarro est¨¢n en su derecho a enarbolar como bandera aquello que dec¨ªa Quevedo de que la posesi¨®n de la salud es como la de la hacienda, que se goza gast¨¢ndola y, si no se gasta, no se goza. El problema de gozar del tabaco, y los riesgos que ello entra?a, es que hacerlo en lugares p¨²blicos cerrados supone poner en com¨²n no precisamente el gozo sino los riesgos.
A estas alturas parece que est¨¢ m¨¢s que demostrado que difundir las consecuencias del tabaquismo pasivo no tiene, en modo alguno, el efecto disuasorio deseado. Y eso que hablamos, nada menos, que de 80.000 muertes al a?o en la Uni¨®n Europea, y de entre 2.500 y 6.000 en Espa?a; por no recordar el mayor riesgo de problemas cardiacos, c¨¢ncer de pulm¨®n, s¨ªndrome de la muerte s¨²bita del lactante, otitis media, enfermedad respiratoria, asma, etc¨¦tera.
Hace unos d¨ªas la ministra ha dicho que entre sus prioridades para este a?o figura la ampliaci¨®n y reforma de la actual Ley del Tabaco. Ha asegurado incluso que ser¨ªa una irresponsable si no asumiera esa tarea. S¨®lo nos queda confiar en que as¨ª sea de una vez por todas, que no haya m¨¢s demoras y que con la nueva norma llegue la definitiva restricci¨®n total en los espacios compartidos. Pero hasta que eso sea una realidad, los m¨¦dicos debemos mostrar una vez m¨¢s nuestra posici¨®n radical al respecto, entendiendo por radical la tercera acepci¨®n del Diccionario de la Lengua Espa?ola de la RAE, la que habla del "partidario de reformas extremas, especialmente en sentido democr¨¢tico". Por eso, nunca est¨¢ de m¨¢s volver a poner todos los datos m¨¦dicos encima de la mesa. Es obligaci¨®n de los l¨ªderes, sociales y de opini¨®n contribuir a crear un clima social, sensible al debate de las consecuencias que acarrea el consumo de tabaco; ayudar a que la sociedad adopte una actitud cr¨ªtica y exigente frente a este problema.
La primera raz¨®n para apoyar los espacios sin humo para todos es de salud. De tanto decirlo cabe la posibilidad de se olvide que la exposici¨®n ambiental mata y es causa de enfermedad. Su consumo es, sin duda, el principal problema de salud p¨²blica en los pa¨ªses desarrollados, y la primera causa de muerte prevenible; sabemos que uno de cada dos fumadores morir¨¢ por alguna enfermedad relacionada con el cigarro.
Las restricciones a fumar en lugares p¨²blicos disminuyen el n¨²mero de fumadores y el consumo de tabaco. Los espacios sin humo son una de las seis intervenciones coste-efectivas que reducen la muerte y enfermedad causadas por el tabaco. Es una medida que ayuda a quitarle visos de normalidad al consumo de tabaco y facilita su abandono; en realidad los espacios sin humo vienen a transmitir un mensaje claro: lo normal es no fumar. Es una medida que para el fumador que esta dejando el h¨¢bito puede ser de gran utilidad.
Por todo ello, estamos convencidos que la actual ley se ha quedado corta. Y lo estamos desde el principio. Desde aquel 1 de enero de 2006 en que entr¨® en vigor la Ley 28/2005, de 26 de diciembre, de medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco. Esta norma proh¨ªbe fumar en centros de trabajo, de las Administraciones p¨²blicas, sanitarios, docentes, culturales, sociales, deportivos, de atenci¨®n a menores, y en centros comerciales. Un logro encomiable empa?ado, en t¨¦rminos de verdadera eficacia, por la habilitaci¨®n de zonas para fumar en centros de atenci¨®n social, aeropuertos, estaciones, y en bares o restaurantes de m¨¢s de 100 metros cuadrados (como m¨¢ximo el 30% de su superficie). A esto hay que sumar, que en el caso de la hosteler¨ªa, la ley ha sido habitualmente incumplida.
Otros pa¨ªses europeos (Irlanda, Francia, Italia, recientemente Turqu¨ªa) han aprobado leyes que permiten que los espacios p¨²blicos est¨¦n libres de humo, que se aplican mejorando la salud de sus poblaciones sin que medie estallido social alguno ni crisis del sector hostelero. A este respecto hay que decir que las medidas intermedias no son efectivas. Los estudios cient¨ªficos nos indican que cuando las pol¨ªticas de prohibiciones son totales, estas son el doble de efectivas que las restricciones parciales. En Espa?a hemos podido comprobar c¨®mo leyes poco claras o parciales han sido sistem¨¢ticamente incumplidas. Tampoco la ventilaci¨®n es la soluci¨®n a los problemas del tabaquismo pasivo, ya que estos sistemas ¨²nicamente consiguen reducir parcialmente algunas de las part¨ªculas pero no los componentes del humo del tabaco.
Una raz¨®n incontestable es la de respetar el derecho de los trabajadores de la hosteler¨ªa a no respirar humo de tabaco en su lugar de trabajo para preservar su salud. El humo del tabaco est¨¢ clasificado como un carcin¨®geno tipo A, sustancias que producen c¨¢ncer en humanos y cuya exposici¨®n es da?ino, independientemente del nivel.
Es normal tener preocupaciones sobre el posible impacto econ¨®mico de los espacios sin humo, a este respecto hay que destacar que la adopci¨®n de restricciones no produce impacto econ¨®mico negativo en la industria hostelera ni en el turismo. M¨¢s de 100 estudios realizados en muchos pa¨ªses no encuentran efectos negativos. En un pa¨ªs m¨¢s cercano culturalmente al nuestro como es Italia las restricciones no han afectado al negocio hostelero y, despu¨¦s de tres a?os, se mantiene su cumplimiento.
Por ¨²ltimo hay que destacar que m¨¢s del 70% de la poblaci¨®n espa?ola adulta apoya espacios sin humo en la hosteler¨ªa. La ¨²ltima encuesta realizada por la Sociedad Espa?ola de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc) a 3.984 personas (1.168 fumadores), en mayo de 2009, nos indica que el 71% de la poblaci¨®n considera que deber¨ªa estar prohibido fumar en todos los espacios p¨²blicos, incluidos bares y restaurantes. Asimismo, la mayor¨ªa (81%) piensa que la ley de 2006 ha sido un acierto para la salud de los espa?oles, y un 68% cree que los espacios libres de humo pueden ayudar a dejar de fumar. La prevenci¨®n y el control de la epidemia del tabaquismo pasan por la concienciaci¨®n y el compromiso social. S¨®lo as¨ª conseguiremos que cambie la percepci¨®n que tiene nuestra sociedad sobre el consumo de tabaco, y alcanzar una mejor salud para todos. Celebramos pues que la ministra de Sanidad y Pol¨ªtica Social anuncie una reforma que era necesaria desde hace mucho tiempo.
Francisco Camarelles es representante de la Sociedad Espa?ola de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc) en el Observatorio para la Prevenci¨®n del Tabaquismo del Ministerio de Sanidad y Pol¨ªtica Social. Luis Aguilera es presidente de Sociedad Espa?ola de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc).
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