Muere Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªez-Alegr¨ªa, jesuita castigado por Roma y gran te¨®logo
El espa?ol fue uno de los grandes te¨®ricos del postconcilio y acompa?¨® al padre Llanos en el Pozo del T¨ªo Raimundo
Ayer muri¨® Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªez-Alegr¨ªa, uno de los grandes te¨®logos espa?oles. Iba a cumplir en octubre los 99 a?os de vida. Fue jesuita impenitente, obligado por los inquisidores del Vaticano a dejar la orden de Ignacio de Loyola por no aceptar silencios, componendas ni censuras. Pese a todo, nunca dej¨® de vivir en (y con) la Compa?¨ªa de Jes¨²s. "Soy un jesuita sin papeles", sol¨ªa ironizar.
Nacido el 22 de octubre de 1911 en la sucursal del Banco de Espa?a de Gij¨®n, de la que su padre era director, D¨ªez-Alegr¨ªa se cambi¨® pronto al bando de los mineros y empez¨® a tener problemas con la dictadura franquista, poco amiga de curas de combate. S¨®lo el apellido D¨ªez-Alegr¨ªa, con dos famosos generales en la familia, lo libr¨® de la c¨¢rcel, aunque no de marginaciones y desplantes. Una vez le preguntaron c¨®mo un banquero pod¨ªa ser cat¨®lico, y D¨ªez-Alegr¨ªa contest¨® con esta an¨¦cdota brechtiana. Fue un banquero a confesarse y le dijo: 'Mire, padre, yo soy banquero'. Y el cura le respondi¨®: '?Mal empezamos!'. El rico penitente se enfad¨® y se fue.
Una vez le preguntaron c¨®mo un banquero pod¨ªa ser cat¨®lico, y D¨ªez-Alegr¨ªa contest¨® con esta an¨¦cdota brechtiana. Fue un banquero a confesarse y le dijo: 'Mire, padre, yo soy banquero'. Y el cura le respondi¨®: '?Mal empezamos!'. El rico penitente se enfad¨® y se fue
Cuando lleg¨® al Pozo del T¨ªo Raimundo D¨ªez-Alegr¨ªa ven¨ªa de Roma envuelto en un descomunal esc¨¢ndalo editorial
Alegr¨ªa (al te¨®logo D¨ªez-Alegr¨ªa todos le llamaban Alegr¨ªa) era un reputado profesor en la imponente Universidad Gregoriana de Roma cuando en la Navidad de 1972 public¨® sin la censura previa obligada el libro 'Yo creo en la esperanza', que en apenas semanas dio la vuelta al mundo. Exclaustrado de la Compa?¨ªa de Jes¨²s para evitar males mayores con el Vaticano, regres¨® un a?o despu¨¦s a Madrid y se fue a vivir a una chabola del Pozo del T¨ªo Raimundo, la barriada en la que otro jesuita, el famoso padre Llanos, ex capell¨¢n de Falange y ex amigo del dictador Francisco Franco, llevaba practicando una radical teolog¨ªa de la liberaci¨®n desde 1955. Alegr¨ªa, cuyo sentido del humor y paciencia evang¨¦lica no ten¨ªan l¨ªmites, se hizo imprimir all¨ª esta tarjeta de visitas: "Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªez-Alegr¨ªa. Doctor en Filosof¨ªa. Doctor en Derecho. Licenciado en Teolog¨ªa. Ex profesor de Ciencias Sociales en la Universidad Gregoriana. Jubilado por m¨¦ritos de guerra incruenta. Calle Martos, 15. Pozo del T¨ªo Raimundo".
Una vida en el Pozo del T¨ªo Raimundo
En el Pozo del T¨ªo Raimundo Llanos y Alegr¨ªa hicieron teolog¨ªa de liberaci¨®n de la buena, a pie de obra, y entraron en la mitolog¨ªa popular. Su sensibilidad por las v¨ªctimas del sistema econ¨®mico inhumano era ontol¨®gica. Una vez, en una sonada conferencia en la C¨¢mara de Comercio de Madrid, Alegr¨ªa dijo, ajeno a las consecuencias, que "la clase dirigente vive en situaci¨®n de pecado". D¨ªez-Alegr¨ªa no ces¨® de proclamar su convicci¨®n de que si un socialismo de rostro humano es muy dif¨ªcil, un capitalismo de rostro humano es imposible.
Alegr¨ªa ha fallecido en la residencia de los jesuitas de Alcal¨¢ de Henares. Decenas de disc¨ªpulos, amigos y admiradores peregrinaban all¨ª con frecuencia para disfrutar de su conversaci¨®n, sabia, beat¨ªfica y p¨ªcara, sin pelos en la lengua, de una belleza incomparable. Hace unos meses empez¨® a declinar y a consumirse poco a poco. "Se nos est¨¢ agotando Alegr¨ªa", corri¨® la voz. Anteayer ya no se esperaba m¨¢s noticia que la de su muerte. Ocurri¨® esta ma?ana a las cinco.
Cuando fue expulsado hace 37 a?os de la Compa?¨ªa de Jes¨²s por publicar 'Yo creo en la esperanza', Alegr¨ªa viv¨ªa en Roma y era un bullicioso profesor de la Gregoriana, es decir, un pensador lanzado a la fama. Tiempos del postconcilio, aunque ya se vislumbraban nubarrones en aquella primavera eclesial. D¨ªez-Alegr¨ªa pide permiso para editar su libro. No ha lugar, le dicen. Y toma una decisi¨®n que cambiar¨ªa su vida. El libro aparece en 1972 en la editorial Descl¨¦e de Brouwer, de Bilbao y se vendieron 200.000 ejemplares en numerosos idiomas. Su salto a la fama fue fulminante. Quince d¨ªas m¨¢s tarde, el peri¨®dico m¨¢s vendido en Roma, Il Messagero, y el m¨¢s importante de EE UU, The New York Times, tronaban: "El best seller de un jesuita espa?ol aclama a Marx y ataca a Roma".
D¨ªez-Alegr¨ªa tard¨® poco en regresar a Espa?a y en "tomar la mejor decisi¨®n" de su vida, dijo m¨¢s tarde. Se fue a El Pozo del T¨ªo Raimundo, se quit¨® el bonete de jesuita, se pone la boina de cura y puso en pr¨¢ctica la teolog¨ªa que hab¨ªa ense?ado en Roma. Cuando lleg¨® a Madrid, el 24 de febrero de 1974, "una nube de periodistas le buscaba, como si fuera un famoso actor de cine", recuerda Pedro Miguel Lamet, su bi¨®grafo (D¨ªez-Alegr¨ªa. Un jesuita sin papeles. Editorial Temas de Hoy. 2005).
A los 90 a?os, D¨ªez-Alegr¨ªa public¨® la segunda parte de su famoso libro, esta vez con el t¨ªtulo 'Yo todav¨ªa creo en la esperanza', pero en medio hay muchas otras obras de impacto, como Actitudes cristianas ante los problemas sociales (1967), Cristianismo y revoluci¨®n (1968), Yo creo en la esperanza (1971), Teolog¨ªa en broma y en serio veras (1977), Rebajas teol¨®gicas de oto?o (1980). La cara oculta del cristianismo (1983). ?Se puede ser cristiano en esta iglesia? (1987) o Cristianismo y propiedad privada (1988). ?l mismo se consideraba un miembro m¨¢s de la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n, orgulloso de que el padre Ignacio Ellacur¨ªa, asesinado por el fascismo clerical de El Salvador, Jon Sobrino o Gustavo Guti¨¦rrez le considerasen "un viejo compa?ero". Sostuvo siempre que en el fragor de la injusticia que vive este mundo global no cab¨ªa otra cosa que el compromiso social.
D¨ªez-Alegr¨ªa ten¨ªa admiradores incluso entre los jerarcas del catolicismo porque era un cristiano irreductible, pese a sus sabrosas impertinencias con el poder. En eso se parec¨ªa a Jes¨²s, el fundador cristiano, crucificado por decir lo que pensaba. En un mundo de eclesi¨¢sticos acomodados junto al poder pol¨ªtico y econ¨®mico, que apenas usan el nombre de Cristo porque prefieren las figuras tiernas pero pac¨ªficas y melifluas de Mar¨ªa, o la de los papas lujosamente instalados en la soberan¨ªa vaticana, D¨ªez-Alegr¨ªa aconsejaba humildad, volver a Cristo y menos papanatismo. "Hay que citar m¨¢s a los Evangelios y menos al Papa", dec¨ªa. En la ¨²ltima conversaci¨®n con EL PA?S proclam¨® que en unos veinte o treinta a?os se admitir¨ªa el matrimonio de los cl¨¦rigos y, un poco m¨¢s tarde, el sacerdocio de la mujer.
"Okupa del Universo"
Cuando cumpli¨® 94 a?os y empezaba a sentirse "un okupa del Universo", pese a estar todav¨ªa como un chaval, D¨ªez Alegr¨ªa recibi¨® un homenaje de sus amigos en el paraninfo de la Casa de Am¨¦rica, repleto de p¨²blico. Fue recibido con largu¨ªsimos aplausos, todos puestos en pie para verlo mejor bajar las escaleras camino del escenario, como si el que llegaba fuese un profeta o un gal¨¢n de cine. El encargado de hacer la 'laudatio' aquel d¨ªa fue el entonces ministro de Defensa, Jos¨¦ Bono, fallido aspirante a jesuita de peque?o. La ocasi¨®n sirvi¨® adem¨¢s para presentar la biograf¨ªa de Alegr¨ªa escrita por otro jesuita ilustre, sabio y rebelde, Pedro Miguel Lamet.
La jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica ha soportado la fama y la voz de Alegr¨ªa con pasmo o p¨¢nico. Por ejemplo, el 28 de mayo de 1977. Ese d¨ªa, EL PA?S acog¨ªa en su primera p¨¢gina una gran fotograf¨ªa del jesuita Llanos saludando pu?o en alto ante 60.000 personas reunidas en el campo de f¨²tbol de Vallecas (Madrid). "El mitin comunista de ayer cont¨® con dos protagonistas de excepci¨®n, tan dentro de la l¨®gica de la historia de la Iglesia espa?ola como fuera de programa: los padres jesuitas D¨ªez-Alegr¨ªa y Llanos. El padre Llanos -en la fotograf¨ªa- saluda, pu?o en alto, a su pueblo de El Pozo. De alguna manera viene a simbolizar el compromiso hist¨®rico de cierta Iglesia pasada dolorosamente del nacional-catolicismo al saludo de identificaci¨®n marxista", dec¨ªa el pie de foto.
D¨ªez-Alegr¨ªa cont¨® m¨¢s tarde que el padre Llanos ten¨ªa carnet del PCE y de Comisiones, aunque apreciaba m¨¢s el segundo que el primero "cuando vio que no era oro todo lo que reluc¨ªa en aquel id¨ªlico eurocomunismo". ?l no. "Lo que yo era es hegelianamente anti-antimarxistas", explic¨® jugando con la famosa teor¨ªa del fil¨®sofo alem¨¢n sobre la tesis, la ant¨ªtesis y la s¨ªntesis. "Yo no soy marxista, pero tampoco antimarxista. Me tomo en serio el marxismo. La cr¨ªtica que hace Marx del capitalismo es v¨¢lida. Nunca me le¨ª El capital, pero s¨ª otros libros suyos, y en mi libro Rebajas teol¨®gicas de oto?o escrib¨ª un cap¨ªtulo titulado Recuerdos a Marx de parte de Jes¨²s en el que contaba que tuve un sue?o en el que Jes¨²s se me presentaba y me dec¨ªa: 'Oye, y este Carlos Marx, del que tanto hablan escandalizados mis disc¨ªpulos actuales, ?qu¨¦ me dices de ¨¦l?'. Entonces yo le recitaba algunos textos de Marx, y despu¨¦s Jes¨²s me dec¨ªa: 'Mira, si ves a Carlos Marx, dale recuerdos de mi parte y dile que no est¨¢ lejos del Reino de Dios. Pues ¨¦se era un poco nuestro marxismo".
Pese al temprano castigo por Yo creo en la esperanza, D¨ªez-Alegr¨ªa no volvi¨® a tener problemas con el Santo Oficio de la Inquisici¨®n. Otros te¨®logos, por decir cosas menos valientes o menos fuertes, los han tenido. La explicaci¨®n es que matizaron much¨ªsimo, y que manejaban la Biblia con gran conocimiento. "Siempre hab¨ªa un Padre de la Iglesia que hab¨ªa dicho antes lo que ellos sosten¨ªan", dice Pedro Miguel Lamet, que trabaj¨® muchas veces en El Pozo.
Tampoco tuvieron, ni Llanos ni Alegr¨ªa, problemas con la severa dictadura franquista y nacionalcat¨®lica, obligada, en cambio, a abrir en Zamora una c¨¢rcel s¨®lo para curas. La explicaci¨®n fue el origen de los dos protagonistas. Llanos era hijo de un general, y D¨ªez-Alegr¨ªa, de un banquero de Gij¨®n, adem¨¢s de hermano de los tenientes generales Luis D¨ªez-Alegr¨ªa, jefe de la Casa Militar de Franco y ex director general de la Guardia Civil, y Manuel, ex jefe del Alto Estado Mayor del Ej¨¦rcito. Un d¨ªa, el general Luis cometi¨® una infracci¨®n de tr¨¢fico y el agente que le tomaba nota para la multa, al ver su apellido en el carn¨¦, le pregunt¨® si era familiar del "famoso te¨®logo D¨ªez-Alegr¨ªa". Y no hubo sanci¨®n.
Adem¨¢s, cuando llegaron a evangelizar y, sobre todo, a prestar amparo y compa?¨ªa a los chabolistas de El Pozo, los dos ya eran famosos por s¨ª mismos, Llanos por art¨ªculos de prensa, y D¨ªez-Alegr¨ªa porque ven¨ªa de Roma envuelto en un descomunal esc¨¢ndalo editorial. El sangriento dictador Franco recelaba castigar o reprimir cuando las v¨ªctimas pod¨ªan recibir alg¨²n amparo internacional.
En la biograf¨ªa de Alegr¨ªa, Lamet cuenta an¨¦cdotas y sucesos deliciosos, que explican por qu¨¦ fue Alegr¨ªa fue un jesuita "sin papeles". He aqu¨ª una de las historias que contaba D¨ªez-Alegr¨ªa, con arrobo teol¨®gico, para armonizar con la fe cat¨®lica su radical teolog¨ªa de liberaci¨®n. Un catequista de mujeres adultas en Andaluc¨ªa se top¨® con una joven muy pobre, casada y con hijos, que se hab¨ªa ido a vivir con un viejo.
-Mujer, tienes que volver, no puedes seguir con el viejo.
-Pues claro que s¨ª, se?orito. Pero es que el viejo se va a morir en seguida, y me voy a quedar con una casica muy apa?ada, me traigo a mi marido y a mis hijos, y problema resuelto.
-Pero, mujer, es que eso es contra la ley de Dios.
La mujercita, con convicci¨®n: "No, se?orito, si yo con el Se?or no tengo dificultad. Yo le digo al Se?or: Se?or, t¨² me perdonas a m¨ª y yo te perdono a ti ["por tenerme tan pobre", matiz¨® Alegr¨ªa], y estamos en paz".
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