Contribuci¨®n a un di¨¢logo sobre el aborto
He le¨ªdo, el martes 18 de enero, en un art¨ªculo de opini¨®n de EL PA?S, la siguiente afirmaci¨®n: "Es el tema de la legalizaci¨®n del aborto el ¨²nico quiz¨¢ en el que aun la Iglesia m¨¢s abierta no puede en su conciencia dar el s¨ª". Con todo el respeto y afecto que profeso al autor de estas palabras, me siento compelido a manifestar que no son exactas. Porque, como aparece claro en el contexto, el art¨ªculo, bajo el t¨¦rmino Iglesia, entiende, correctamente, no s¨®lo los actos oficiales de la jerarqu¨ªa, sino "tanto las bases como los cuadros medios, as¨ª como la jerarqu¨ªa". Se refiere, sin m¨¢s, a los cristianos, "ciudadanos de esta ciudad, a la que arnamos".Se refiere a todos los cat¨®licos, sin distinci¨®n. "Los cat¨®licos", afirma, "decimos claramente no al aborto legal; nos oponemos a esa decisi¨®n, que no queremos asumir en conciencia".No es posible generalizar de una manera tan absoluta. Tamb ' i¨¦n sobre este punto hay un pluralismo en el seno de la Icomunidad eclesial.
Yo, que soy cristiano y cat¨®lico, no me opongo a la despenalizaci¨®n del aborto, sino que pienso que la ley puede permitir (no imponer) el aborto en determinados casos. Y esto lo hago sin abdicar de mi conciencia humana y cristiana ni de los valopes ¨¦ticos y su jerarqu¨ªa. Porque me parece que hay razones graves (por lo menos probables) que avalan mi punto de vista y que expliqu¨¦ hace dos a?os en mi libro Rebajas teol¨®gicas de oto?o (p¨¢ginas 181-185).
Conozco no pocos sacerdotes y muchos seglares cat¨®licos que piensan en este punto como yo. Creo que la libeirtad cristiana nos da derecho para hacerlo.
Somos conscientes de que los pronunciamientos oficiales de la jerarqu¨ªa cat¨®lica se oponen a nuestro modo de ver. Pero se trata de ense?anzas que (hablando desde el punto de vista de la teolog¨ªa cat¨®lica) no gozan del carisma de la infalibilidad. Por tanto, nos sentimos legitimados, tambi¨¦n como cat¨®licos, para pensar sobre ellas desde nuestra raz¨®n, nuestra libertad de conciencia y nuestra responsabilidad de ciudadanos. Porque ni siquiera se trata de un problema puramente teol¨®gico, sino de una cuesti¨®n de ¨¦tica humana, en que tanto los obispos como nosotros tenemos que buscar la luz de la raz¨®n y tratar de esclarecer (en di¨¢logo intersubjetivo) nuestras propias conciencias.
Desde el punto de vista de la teor¨ªa del derecho, me parece que hay un motivo muy fuerte en favor de una moderada despenalizaci¨®n del aborto. Voy a exponerlo aqu¨ª muy brevemente.
En raz¨®n de la situaci¨®n social y jur¨ªdica interna e internacional, la ley que penaliza el aborto, inevitablemente, resulta vulnerada de hecho de una manera, por decirlo as¨ª, normal. Las infracciones se cuentan por decenas o centenas de miles al a?o. Y el tanto por ciento de infracciones sancionadas es m¨ªnimo y recae casi siempre sobre las personas menos responsables, las que est¨¢n en mayor necesidad, las m¨¢s dignas de venia. Una ley que sociol¨®gicamente funciona de ese modo se convierte en injusta. No se puede mantener en pie una norma. penal que es vulnerada impunemente en el 99% de los casos. La legislaci¨®n del Estado no puede fundarse en una moral abstracta y dogm¨¢tica, sino que ha de atender a los hechos sociales, a las posibilidades reales, tratando de impulsar hacia una mejora, pero sin salirse de la realidad. De lo contrario, la ley se convierte en una farsa. Y aplicar el peso de esa ley fantasmal al pobre infeliz que por casualidad cae en la trampa se convierte realmente en una injusticia.
La reflexi¨®n que acabo de hacer es v¨¢lida tanto para los cat¨®licos como para los que no lo son. Aqu¨ª no entra en juego la fe. Es una cuesti¨®n de filosofia jur¨ªdica. Incluso quien pensase que todo aborto provocado es ¨¦ticamente negativo, en cualquier circunstancia, podr¨ªa inclinarse por la despenaliz aci¨®n, por razones de tipo social y jur¨ªdico que en nada se oponen a la ¨¦tica. Porque ning¨²n principio moral obliga a penalizar jur¨ªdicamente todo lo que pueda ser negativo desde el punto de vista moral.
Los problemas que a nivel ¨¦tico plantea el aborto son complejos. Requerir¨ªan un an¨¢lisis amplio. Me limitar¨¦ aqu¨ª a una de las l¨ªneas de esclarecimiento.
La ¨¦tica y el sentido com¨²n nos han dicho siempre que "nadie est¨¢ obligado a lo que es imposible para ¨¦l". La imposibilidad se entiende aqu¨ª en sentido moral y humano, no en sentido de posibilidad / imposibilidad risica estricta. Supuesto esto, me pregunto: ?por qu¨¦ se pretende excluir a las mujeres gestantes del ¨¢mbito de aplicaci¨®n de ese principio ¨¦tico general¨ªsimo? Si se admite que tambi¨¦n a ellas y a sus problemas les concierne esa norma, no se puede seguir afirmando que los abortos provocados por muy graves razones de ¨ªndole terap¨¦utica, eugen¨¦sica, ¨¦tica o social sean moralmente condenables. Una afirmaci¨®n tan tremenda no me parece cierta, ni siquiera s¨®lidamente probable, aunque est¨¦ sostenida oficialmente por la jerarqu¨ªa cat¨®lica y constituya una opini¨®n muy extendida entre los cat¨®licos y, evidentemente, respetable, cuando es sincera.He expuesto muy sucintamente cosas que, sin renunciar a mi identidad cristiana y a la coherencia teol¨®gica con mi fe, pienso y digo respecto del aborto. Creo que mi punto de vista es, por lo menos, seriamente probable. Me basta esto. No pretendo dogmatizar, sino dialogar.Por lo que ata?e a la inspiraci¨®n evang¨¦lica, aunque adulterio y aborto sean dos cuestiones muy distintas desde varios puntos de vista, tal vez no sea descabellado apreciar una cierta analog¨ªa entre una posible despenalizaci¨®n del aborto y aquella otra despenalizaci¨®n que, seg¨²n una per¨ªcopa inserta en el Evangelio de san Juan, practic¨® Jes¨²s con una mujer sorprendida en adulterio: "A los escribas y fariseos que instaban a la lapidaci¨®n, Jes¨²s les dijo: 'El que de vosotros est¨¦ sin pecado, que le tire la primera piedra'. Ellos, al o¨ªr estas palabras, se iban retirando uno tras otro, empezando por los m¨¢s viejos. Se qued¨® solo Jes¨²s con la mujer, y le dijo: 'Mujer, ?d¨®nde est¨¢n? ?Nadie te ha condenado?". Ella respondi¨®: 'Nadie, Se?or'. Jes¨²s le dijo: 'Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques m¨¢s"- (Juan 8, 11 l).
A m¨ª, que soy viejo, no creo que Jes¨²s me condene por no oponerme a la despenalizac¨ª¨®n del aborto.
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