Sin tiempo para pensar
El estilo de vida multitarea nos ha robado los espacios para la reflexi¨®n.- Creemos que podemos con todo, pero no es as¨ª
Abrir el email, un acto dom¨¦stico y rutinario, nos deja sin aliento, asegura la te¨®rica de la tecnolog¨ªa Linda Stone, que despu¨¦s de experimentar consigo misma y observar el comportamiento de varios cientos de sujetos, concluy¨® que todos sufrimos "la apnea del email", una suspensi¨®n temporal de la respiraci¨®n que tiene lugar mientras lo revisamos. La carrera contrarreloj que se monta en la mente mientras leemos parece ser lo que nos deja sin aire: "?a qui¨¦n responder primero?", "?qui¨¦n puede esperar?", "?a qui¨¦n debo llamar?", "?qu¨¦ deb¨ª haber terminado hace dos d¨ªas?".
En los templos de la tecnolog¨ªa como la Universidad de Stanford, tambi¨¦n santuario de Apple y Steve Jobs, se ha abierto la guerra contra la multitarea y la sobrecarga de informaci¨®n. En una conferencia de la escuela de negocios de dicha universidad, el profesor pregunt¨® cu¨¢ntos de los presentes estaba usando su iPhone. Aproximadamente el 75% levant¨® la mano, un d¨¦bil 20% reconoci¨® t¨ªmidamente ser usuario de una Blackberry, y el resto, casi marginados sociales, aceptaron que no usaban un smartphone. Casi todos simultaneaban la clase con alg¨²n tipo de actividad virtual. Quiz¨¢ por eso, a las recomendaciones que la universidad hace al empezar el curso (como hacer deporte) se ha sumado un "no te distraigas. No hagas varias cosas a la vez".
Los multitarea cuando tienen toda la informaci¨®n ante ellos no pueden separar las cosas en su cerebro y se equivocan
Se vive una crisis de atenci¨®n que tiene el potencial de borrar la concentraci¨®n y el pensamiento productivo
Una investigaci¨®n de esta universidad prob¨® la teor¨ªa de que los multitarea intensivos, esos sujetos que habitualmente abren el correo, hablan por tel¨¦fono y escuchan m¨²sica, son menos productivos que el resto. El estudio reconoce que estas personas est¨¢n mejor entrenadas para cambiar de foco r¨¢pidamente, pero cuando tienen toda la informaci¨®n delante de sus ojos no pueden separar las cosas en su cerebro y se equivocan. Uno de los autores del estudio, el profesor Clifford Nass, afirma: "Los multitarea creen que son buenos haciendo varias cosas a la vez, pero el estudio los contradice".
Probablemente la humanidad vive el peor momento para abandonar la multitarea. Esa ilusi¨®n de eficacia que proporciona estar y parecer muy ocupado tranquiliza. A la vez, los expertos reconocen que Internet genera una serie de recompensas que justifican nuestra presencia digital ubicua para no perdernos nada. Pero los neurocient¨ªficos insisten en que el cerebro humano no es bueno saltando de una tarea a otra, pues se dispersa con m¨¢s facilidad de la que estamos dispuestos a aceptar. Im¨¢genes escaneadas del cerebro en acci¨®n muestran que cuando el ¨®rgano es forzado a ejercer la multitarea traslada el procesamiento de la informaci¨®n del hipocampo (la zona responsable de la memoria) al estriato (la regi¨®n que se ocupa de las tareas de rutina).
Pero como lo m¨¢s f¨¢cil y agradable es estar en misa y repicando -l¨¦ase estar en una conferencia twitteando compulsivamente, la vuelta a estar concentrado en una sola tarea se ha convertido en un desaf¨ªo. Pensemos en la bater¨ªa de distracciones que tenemos a mano mientras intentamos terminar algo: actualizar el estado de Facebook, estar pendiente de los comentarios a dicha puesta al d¨ªa, revisar alg¨²n peri¨®dico, echar un vistazo a un blog, recibir y enviar SMS, contestar al tel¨¦fono... Y todo ello sin levantarnos de la silla.
Algunos radicales antimultitarea, como David Meyer, reconocido experto mundial en el asunto, dijo a The New York Times hace unos meses que "el mundo vive una crisis de atenci¨®n que va a peor, mucho m¨¢s de lo que la gente espera". Para Meyer, estamos ante "una plaga cognitiva que tiene el potencial de borrar la concentraci¨®n y el pensamiento productivo de una generaci¨®n entera". Sus investigaciones muestran que cuando la gente salta de una tarea a otra se produce un goteo de eficiencia mental.
Su teor¨ªa explica que el cerebro procesa la informaci¨®n en canales separados, auditivo, visual, verbal... y cada uno puede procesar una cantidad de informaci¨®n limitada. Cuando hay sobrecarga se vuelve ineficiente. El ejemplo cl¨¢sico es conducir mientras se habla por tel¨¦fono, dos tareas que se cruzar¨ªan en el canal visual. Para Meyer es peligroso, incluso, conducir con el manos libres porque si la persona con quien hablamos describe una escena, sobrecargar¨ªa el canal visual, que debe estar pendiente del tr¨¢fico.
La ¨²nica circunstancia en la que la multitarea funciona, explica Meyer, que dirige el laboratorio de cognici¨®n y acci¨®n del cerebro de la Universidad de Michigan, es cuando simultaneamos tareas simples que transcurren por canales separados; por ejemplo, poner una lavadora (tarea manual) mientras escuchamos las noticias (tarea verbal).
Paraliza, confunde, dispersa y crea ansiedad. Es lo que hace con el cerebro la avalancha de informaci¨®n de variado significado y desigual jerarqu¨ªa que entra a la vez por los diversos canales cerebrales. Pero ni siquiera los m¨¢s radicales antimultitarea quieren quedar como rancios agoreros para la posteridad. Nadie quiere ser comparado con los que calificaron la imprenta como un invento diab¨®lico en el siglo XVI. Algunos expertos conf¨ªan en un hipot¨¦tico cambio evolutivo del cerebro para adaptarse a las nuevas tecnolog¨ªas. Un privilegio que, de tener lugar, disfrutar¨ªa la generaci¨®n de los llamados nativos digitales (nacidos en la ¨²ltima d¨¦cada del siglo XX) o sus nietos. Al resto nos toca lidiar con estos datos: en Estados Unidos, la mayor¨ªa de los que trabajan con ordenadores permanecen pocos minutos concentrados en una sola tarea. Si no son interrumpidos por otros, suelen hacerlo ellos mismos. Cada interrupci¨®n cuesta 25 minutos de productividad. Y cada uno de ellos pasa la tercera parte de su jornada recuperando el tiempo perdido. Como promedio, tienen ocho ventanas abiertas en la pantalla y saltan de una a otra cada 20 segundos. Estos datos provienen de las investigaciones de Linda Stone, que asegura que muchas herramientas de Internet nos fuerzan a vivir en una especie de "trastorno de hiperactividad y d¨¦ficit de atenci¨®n provocado".
El nuevo desaf¨ªo intelectual es la lucha por recuperar la atenci¨®n. Controlar la mente, un ente que gusta de divagar y que est¨¢ sometido a cientos de distracciones, exige disciplina y energ¨ªa. Poner l¨ªmite a la informaci¨®n que entra al cerebro no es f¨¢cil. Los neurocient¨ªficos se inclinan admirados ante los budistas y los beneficios de la meditaci¨®n, que requiere un largo entrenamiento para conseguir beneficios reales. Mientras, los programadores buscan el filtro de informaci¨®n perfecto, ese que permita personalizar los datos de modo que no traguemos con todo y procesemos solo lo que nos interesa, dejando espacio libre en el cerebro. Porque este es otro de los descubrimientos de los primeros usuarios de los programas multitarea. Est¨¢n tan saturados que no tienen tiempo muerto para el pensamiento, que solo aparece en momentos de contemplaci¨®n y no hacer nada. David M. Levy, profesor de la Information School de la Universidad de Washington, lo explicaba en una conferencia -No time to think (Sin tiempo para pensar) celebrada en la sede de Google: "Necesitamos una ecolog¨ªa de la informaci¨®n para luchar contra las formas agresivas de poluci¨®n mental que afectan a nuestras vidas".
Levy aboga por recuperar el silencio y dise?ar espacios de trabajo di¨¢fanos que favorezcan la contemplaci¨®n (como los amplios salones de una biblioteca). "Necesitamos el equivalente a los bosques protegidos y las marismas para cuidar nuestro ecosistema mental". La atenci¨®n es un recurso mental limitado", apuntan, por su parte, Robert Simone y Tommy Poggio, investigadores del Massachusetts Institute of Technology.
En una estrategia m¨¢s pragm¨¢tica, los psic¨®logos aconsejan a los que padecen asfixia por exceso de informaci¨®n: Deje de prestar atenci¨®n a las cosas que no tienen un impacto directo sobre su vida, sea implacable con la selecci¨®n de sus fuentes, tome el control de su email y sea consciente de que cada mensaje trivial que conteste aumentar¨¢ exponencialmente la cantidad de mensajes de la misma naturaleza que reciba. Y, por ¨²ltimo, pare de informarse y ejecute. Ahora que al fin tiene toda la informaci¨®n, haga algo con ella.
Datos sobre los datos
? Hay m¨¢s de 70 millones de blogs y 150 millones de sitios web, que aumentan a un ritmo de 10.000 por hora.
? "Par¨¢lisis por an¨¢lisis" es el s¨ªndrome ocasionado por el consumo de informaci¨®n contradictoria sobre un mismo t¨®pico. Muy com¨²n en las noticias de salud.
? En el a?o 2006 se generaron datos digitales equivalentes a los libros escritos durante toda la historia de la humanidad.
? La atenci¨®n es un recurso limitado. Seg¨²n Mihaly Csikszentmihalyi, uno de los l¨ªderes de la psicolog¨ªa positiva, el cerebro puede procesar 173.000 millones de bits durante el promedio de la vida de un hombre. Una conversaci¨®n entre dos personas genera 120 bits de informaci¨®n por segundo.
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