Un oc¨¦ano de magma fundido en una luna de J¨²piter
En Io, una de las cuatro lunas del planeta descubiertas por Galileo, hay 400 volcanes activos
Solo dos cuerpos del Sistema Solar, que se sepa, tiene actividad volc¨¢nica con erupciones magm¨¢ticas: uno es la Tierra, el otro es Io, una de las cuatro lunas de J¨²piter descubiertas por Galileo Galilei. Io, de tama?o ligeramente superior a nuestra luna, tiene unos 400 volcanes activos y se produce all¨ª cada a?o cien veces m¨¢s magma que en todos los terrestres. Explicar el vulcanismo activo de ese sat¨¦lite jupiterino ha sido un reto desde que la nave espacial Voyager-1 lo descubri¨® en 1979 y ahora, gracias a la revisi¨®n de los datos obtenidos por otra misi¨®n de la NASA, la Galileo, unos cient¨ªficos afirman tener pruebas que corroboran la mejor teor¨ªa: en el interior de Io, bajo la corteza fr¨ªa, hay un oc¨¦ano de magma fundido, al menos en parte.
"Es emocionante comprender finalmente de d¨®nde sale el magma y tener una explicaci¨®n para algunos de las misteriosas se?ales que ve¨ªamos en algunos registros obtenidos por la Galileo", afirma Krishan K.Khurana, cient¨ªfico de la Universidad de California en los ?ngeles (UCLA) y antiguo experto de la misi¨®n Galileo.
Desde luego, no es tarea sencilla determinar la estructura interna de un cuerpo en ¨®rbita del lejano J¨²piter (588 millones de kil¨®metros de distancia m¨ªnima de la Tierra) y sin sism¨®metros all¨ª. Khurana y sus colegas explican el ¨²ltimo n¨²mero de la revista Science c¨®mo lo han logrado analizando de nuevo los datos tomados por el magnet¨®metro que llevaba a bordo la Galileo en cuatro sobrevuelos de Io, pero sobre todo en dos de ellos cumplidos en octubre de 1999 y en febrero de 2000. La nave de la NASA fue lanzada desde Florida en 1989, lleg¨® a J¨²piter en 1995 y se puso en ¨®rbita; estuvo tomando datos con sus diferentes instrumentos hasta que se dio por finalizada la misi¨®n, en 2003, y se enviaron ¨®rdenes al artefacto para realizar una maniobra de autodestrucci¨®n zambull¨¦ndose en la atm¨®sfera jupiterina (evitando as¨ª que en el futuro pudiera precipitarse en la superficie de alguna de las lunas y contaminarla).
"El magma caliente de Io es un conductor el¨¦ctrico millones de veces mejor que las rocas normales que se encuentran en la superficie terrestres", explica Khurana en un comunicado de la UCLA. "Igual que las ondas emitidas por los detectores de metales que se utilizan en los aeropuertos rebotan contra las monedas que llevas en el bolsillo desvelando su presencia, el campo magn¨¦tico rotatorio de J¨²piter rebota constantemente con las rocas fundidas del interior de Io y la se?al del rebote puede ser detectada por un magn¨¦tometro instalado en una nave espacial all¨ª". Esas se?ales eran las que resultaban inexplicables hace una d¨¦cada y ahora, al ser revisadas, desvelan la presencia de una capa de magma en el interior de esa luna con un espesor superior a los 50 kil¨®metros, y al menos el 20% debe estar fundido.
En la Tierra los volcanes est¨¢n localizados en zonas concretas, como el llamado anillo de fuego que bordea el Pac¨ªfico. En Io, el sat¨¦lite galileano m¨¢s cercana a J¨²piter, hay volcanes por todos los lados. La temperatura de la lava en la superficie indica que en el interior deben alcanzarse entre 1.250 y 1.450 grados cent¨ªgrados, se?alan los cient¨ªficos en su art¨ªculo en Science.
Lo que condujo a estos investigadores a la revisi¨®n de los datos de la Galileo a?os despu¨¦s de concluir la misi¨®n fueron las propiedades de unas rocas llamadas ultram¨¢ficas, capaces de transportar corriente el¨¦ctrica cuando est¨¢n fundidas. Son rocas de origen ¨ªgneo, es decir, que se forman al enfriarse el magma, explican los expertos de la UCLA. Khurana y sus colegas tuvieron la idea de comprobar si los extra?os registros del magnet¨®metro de la Galileo responder¨ªan al flujo de corriente el¨¦ctrica en una capa de rocas de este tipo fundidas o parcialmente fundidas en el interior de Io. Y dieron en el clavo: los an¨¢lisis muestran que pueden ser rocas parecidas a unas ricas en silicatos, hierro y magnesio que se encuentran, por ejemplo, en la isla ¨¢rtica de Spitsbergen (Noruega).
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