¡°Ser editor da para comer poco, como com¨ªa Unamuno¡±
Miguel de Unamuno com¨ªa como un pajarito, ¡°y para eso da de comer el oficio de editar libros¡±. Lo dice Jes¨²s Bl¨¢zquez, documentalista, editor, 49 a?os, bibliotecario en la Embajada norteamericana, y obsesionado con sacar a la luz ¡°todo lo que queda del 98¡±, la generaci¨®n a la que le dol¨ªa Espa?a. Su editorial se llama Ediciones 98 y en ella coexisten, como en un guiso estupendo, los Baroja (don P¨ªo, don Julio, don Ricardo...), Azor¨ªn, Fern¨¢ndez Fl¨®rez...
Una vez lo llamaron el Indiana Jones de los libros porque condujo a la Biblioteca Nacional a rebuscar en sus fondos extraviados una obra de uno de aquellos ilustres del 98, Ciro Bayo. ¡°?Y me abroncaron por hacerla buscar!¡±. Es un entusiasta, claro, si no ¡°?de qu¨¦ iba a estar yo hasta las dos de la madrugada editando estos libros en mi casa?¡±.
Tiene m¨¢s apetito que Unamuno, sin duda. ¡°?l com¨ªa como un pajarito, y para eso da editar¡±. Aqu¨ª no comemos como pajaritos. ?l ha querido venir a un asador castellano, ¡°lo m¨¢s cercano posible a los sitios que frecuentaban aquellos personajes del 98¡±. Y ha pedido cordero, hecho quiz¨¢ al estilo de Cebreros, su pueblo. Ah¨ª, partiendo esa carne, relata el inicio de su pasi¨®n noventayochista. ¡°Fue Ciro Bayo. Cela lo nombraba, don P¨ªo hizo con ¨¦l un viaje extreme?o, ese viaje coincid¨ªa en el tiempo con fechas que me fueron familiares, y rebusqu¨¦ en Ciro Bayo. Para reivindicarlo nac¨ª como editor¡±.
Bayo fue un aventurero que viaj¨® a Cuba, a Bolivia, a Argentina, y que hizo zarzuelas, novelas y libros de viajes, fue taqu¨ªgrafo e incluso trabaj¨® en una plantaci¨®n en el Amazonas... ¡°?Y tambi¨¦n comi¨® carne humana!¡±. No diga usted eso, estamos comiendo. ¡°Pues a ¨¦l le pareci¨® que ten¨ªa un ligero sabor a cerdo¡±.
Le dicen el ¡®Indiana Jones¡¯ de los libros por sus b¨²squedas en los viejos fondos
Otra relaci¨®n que le puso en el disparadero editorial fue la correspondencia de Unamuno como Bernardo G. de C¨¢ndamo, ¡°que empez¨® cuando este ten¨ªa 18 a?os y don Miguel le doblaba la edad...¡±. El cordero est¨¢ bueno. Apetece vino, pero a ¨¦l no le importa el agua como acompa?amiento. En realidad, m¨¢s que comer avanza sobre la comida para relatar su obsesi¨®n, ¡°que es la de rescatar autores olvidados de gran calidad. Ese es mi alimento, disfrutar con la lectura de sus grandes obras... Mainer dijo que esa fue la edad de plata de la literatura espa?ola, y tiene raz¨®n¡±. Le preocupan de aquel gent¨ªo noventayochista, que le quita el sue?o tambi¨¦n, ¡°las relaciones personales; Baroja y Unamuno se estimaban, a pesar de Unamuno, y Baroja y Azor¨ªn se deb¨ªan querer, porque paseaban horas por el Retiro. No se dec¨ªan nada. Dicen que porque a Azor¨ªn, que era tartamudo, le daba pavor que Baroja se burlara de ¨¦l. Y Valle despotricaba de todos, pero dicen que en el lecho de muerte hablaba bien de Azor¨ªn, a quien hab¨ªa llamado idiota¡±.
?Y c¨®mo com¨ªan? ¡°?Beb¨ªan mucho! En el viaje extreme?o Baroja y Bayo comieron liebres cazadas furtivamente, se las hicieron con arroz, y ese era un plato muy de entonces. Y se com¨ªan huevos fritos con patatas fritas, se beb¨ªa vino de Rioja, chacol¨ª o Ribera del Duero... ?Unamuno? Com¨ªa como mi paisano Adolfo Su¨¢rez, tortilla francesa. ?Como un pajarito!¡±.
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