No digan recortes, ll¨¢menlo amor
Los eufemismos forman parte del discurso p¨²blico desde que este existe, pero las ¨¦pocas de crisis pueden llevar el abuso de esta figura al l¨ªmite de lo c¨®mico o, a veces, de lo c¨ªnico
No teman, amigos, nadie pretende bajar su sueldo. Es m¨¢s bien una ¡°devaluaci¨®n competitiva de los salarios¡± lo ¨²nico que proponen para Espa?a organismos internacionales como el Banco Central Europeo (BCE). Ya saben, atravesamos una ¨¦poca de crisis ¡ªo de ¡°severa desaceleraci¨®n¡±¡ª y son necesarios recortes ¡ªperd¨®n, quisimos decir ¡°reformas¡± o, como mucho, ¡°ajustes¡±¡ª en varios ¨¢mbitos. Pero no hay que llevarse las manos a la cabeza: Catalu?a no ha planteado en ning¨²n caso introducir el copago en la sanidad p¨²blica, en absoluto, sino que trabaja en la idea de introducir ¡°un tique moderador sanitario¡±. Y el Gobierno no ha subido el impuesto sobre la renta ¡ªya hab¨ªa prometido durante la campa?a electoral que no lo har¨ªa¡ª, sino que ha dejado bien claro la vicepresidenta primera que esa modificaci¨®n del IRPF consiste en un ¡°recargo temporal de solidaridad¡±.
Dicen que este periodo de ¡°crecimiento econ¨®mico negativo¡± (la Gran Recesi¨®n, se empe?an en llamarla los tremendistas) no ha pasado la misma factura a todos, que ha salido m¨¢s cara a la clase trabajadora que los a los pudientes. Esto no es sino ¡°el impacto asim¨¦trico de la crisis¡±. As¨ª que muchos trabajadores han ido a engrosar la lista del paro, no tanto porque sus compa?¨ªas les hayan despedido, sino porque se hallan inmersas en procesos de ¡°racionalizaci¨®n de la red de oficinas¡±, por ejemplo, cuando se trataba de las cajas de ahorros que se han fusionado.
El BCE no habl¨® de rebaja salarial, sino de devaluaci¨®n competitiva
Circunloquios, per¨ªfrasis, rodeos, ambig¨¹edades, tecnicismos ininteligibles, anglicismos innecesarios... Es viejo como el poder o como la seducci¨®n. El uso persuasivo del lenguaje forma parte del discurso p¨²blico desde que este existe y se mueve en esa delicada frontera entre el maquillaje y la m¨¢scara. Pero el uso de los eufemismos se intensifica en tiempos de crisis, esas ¨¦pocas de malas noticias y su abuso puede rayar en lo c¨®mico o lo grotesco.
La idea de fondo es aquella de que de la rosa lo que importa es el nombre, que las cosas existen en tanto que se las nombran. El giro ling¨¹¨ªstico explica que el lenguaje no es tanto un veh¨ªculo de expresi¨®n de un pensamiento previo, sino de formaci¨®n de pensamiento en s¨ª mismo.
O, por entregarse al t¨®pico, que al final, de tanto llamarlo amor, acaba uno por convencerse de que es eso, amor, y no lo otro. Por eso lo llaman as¨ª.
El riesgo de los t¨¦rminos es que con el tiempo pierden su efecto
¡°La guerra de las palabras gana a la guerra de las pol¨ªticas y tiene un efecto anest¨¦sico, sobre todo en periodos recesivos¡±, apunta Ant¨®n Costas, catedr¨¢tico de Econom¨ªa y Pol¨ªticas P¨²blicas de la Universidad de Barcelona (UB). ¡°Los eufemismos tienen esa funci¨®n, que no virtud, de anestesiar, pero a partir de ah¨ª se puede abusar de ellos de forma c¨ªnica, grosera e incluso perversa¡±, a?ade.
El riesgo de este abuso, advierte el catedr¨¢tico, es que, como marca la ley de la f¨ªsica, a toda acci¨®n le corresponde una reacci¨®n de la misma fuerza en sentido opuesto. O, siguiendo la imagen m¨¦dica, ¡°el lenguaje eufem¨ªstico debe tener cuidado porque esas palabras pueden adormecer un tiempo, pero cuando el enfermo despierte y vea lo que ha pasado puede dar un manotazo¡±.
Para Dar¨ªo Villanueva, secretario general de la Real Academia Espa?ola (RAE), ¡°hablar de crecimiento negativo es el colmo de todo esto, es una ant¨ªfrasis que representa el absurdo, es como decir huelo caliente. Los poetas s¨ª pueden jugar con eso y hablar de soledad sonora, pero hablar de crecimiento negativo es una ant¨ªfrasis¡±.
Met¨¢foras como
dieta o resaca en
econom¨ªa no son inocuas
Luis de Guindos, el d¨ªa se tom¨® los poderes como ministro de Econom¨ªa el pasado 26 de diciembre, hizo una primera demostraci¨®n de su manejo del lenguaje. De Guindos advirti¨®, sin mentar por un momento la palabra recesi¨®n, que Espa?a entrar¨ªa en el a?o 2012 con una ¡°tasa de crecimiento negativa¡± que iba ¡°determinar el perfil en el que nos adentramos¡± y que, c¨®mo no, iba a ser ¡°relativamente desacelerado¡± (sic). Pero esto no deb¨ªa ser sino un acicate ¡ªdijo¡ª para emprender la ¡°agenda de reformas¡±.
Poco despu¨¦s, se puso negro sobre blanco una de esas reformas, la laboral. Y al propio Guindos se le escap¨® aquello de que la reforma iba a ser ¡°extremadamente agresiva¡± en una conversaci¨®n con el comisario de Asuntos Econ¨®micos, Olli Rehn, que fue captada por c¨¢maras y micr¨®fonos
Fernando Esteve, profesor de Teor¨ªa Econ¨®mica de la Universidad Aut¨®noma de Madrid (UAM), recuerda que la econom¨ªa ¡°no es una ciencia al uso, tiene elementos muy claros de persuasi¨®n y, seg¨²n te expresas, logra causar un impacto u otro¡±. Por ejemplo, ¡°t¨² puedes decir medida de ahorro o de recorte para referirte a una misma decisi¨®n, y la sensaci¨®n que generas es diferente: ahorro hace pensar en algo bueno y prudente y recorte en la p¨¦rdida de derechos¡±. Ahorro, por as¨ª decirlo, suena m¨¢s a amor que recorte.
¡°Ahorro¡± implica un
concepto positivo,
y "recorte¡± suena a p¨¦rdida
Cada ¨¦poca tiene sus palabras fetiche, como cuando los albores de esta crisis no eran m¨¢s que una ¡°desaceleraci¨®n¡± econ¨®mica, como se empe?aba el expresidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Y la burbuja inmobiliaria ¡ªque solo fue reconocida como tal cuando pinch¨®, es lo que pasa con las burbujas¡ª solo iba a protagonizar un ¡°aterrizaje suave de los precios¡±, por usar las palabras de algunos promotores.
Villanueva echa la vista a¨²n m¨¢s atr¨¢s: ¡°Durante el franquismo tambi¨¦n pod¨ªamos ver muchos eufemismos. Democracia, por ejemplo, era una palabra tab¨², pero con el tiempo se pudo empezar a utilizar y se dec¨ªa que el r¨¦gimen era una democracia org¨¢nica, la no org¨¢nica era la mala. Las huelgas eran conflictos laborales y los partidos pol¨ªticos, asociaciones¡±, recuerda.
El riesgo de los eufemismos ¡ªal margen del peligro de que le cojan a uno en plan descarnado, con un micr¨®fono a traici¨®n¡ª es que pierden su influjo con el paso del tiempo. Es algo muy teorizado por los ling¨¹istas. ¡°Cuando las personas ya se han acostumbrado tanto a esa palabra que lo asocian inmediatamente al concepto que se quer¨ªa edulcorar, deja de ser un eufemismo y hace falta buscar otro para taparlo¡±, explica el periodista y escritor ?lex Grijelmo, presidente de la agencia Efe, que ha estudiado el campo del lenguaje eufem¨ªstico y pone algunos ejemplos: ¡°Campo de concentraci¨®n fue, en principio, un eufemismo, o retrete, que era un lugar retirado, o puta, que se utilizaba para esquivar la expresi¨®n mujer p¨²blica¡±.
En el franquismo, la democracia era org¨¢nica; la otra era la mala
Los medios de comunicaci¨®n se suben la ola eufem¨ªstica. ¡°Est¨¢n totalmente contaminados, ahora se habla de servicios de informaci¨®n, cuando no deja de ser espionaje¡±, apunta. En el campo econ¨®mico, Grijelmo coincide en que ¡°seguro que se podr¨ªa establecer una correlaci¨®n entre el PIB del pa¨ªs y el uso de eufemismos¡±. El autor de obras como La seducci¨®n de las palabras presta otro ejemplo, como un titular del pasado noviembre, en el Diario de Burgos: ¡°Las entidades financieras redefinen su presencia en los pueblos peque?os¡±. O las firmas de moda de alta gama, que nunca anuncian ¡°rebajas¡± en las p¨¢ginas de los peri¨®dicos, sino ¡°ventas especiales¡±.
Tambi¨¦n se presentan como anuncios de ¡°contactos¡± los de prostituci¨®n, e incluso a veces se sustituye la palabra prostituta por ¡°trabajadora sexual¡±.
La correcci¨®n pol¨ªtica en el lenguaje ha alumbrado tambi¨¦n eufemismos como ¡°pa¨ªs en v¨ªas de desarrollo, en vez de pa¨ªs subdesarrollado¡±, apunta en este sentido Dar¨ªo Villanueva, y especifica el mecanismo: ¡°Una forma de afirmar algo malo es negar algo positivo¡±.
Las firmas de alta gama no anuncian rebajas, sino ventas especiales
El uso de lenguaje econ¨®mico con determinados fines viene de antiguo, abunda Fernando Esteve. ¡°F¨ªjese que, de toda la riqueza que crea una empresa, a los beneficios empresariales, se les llama excedentes empresariales, que significa algo bueno, y al beneficio del trabajador se le considera coste laboral unitario¡±, apunta. ¡°Nadie quiere subir costes, por sentido com¨²n, y todos estaremos de acuerdo en que cuanto m¨¢s excedentes tenga una empresa, mejor¡±, a?ade. ¡°Eso ya lo tenemos incorporado a nuestro lenguaje [y, por tanto, a nuestro subconsciente]¡±, explica Esteve. Cuando se habla de educaci¨®n o sanidad gratis, por ejemplo, se puede llegar a olvidar que ya se paga con impuestos.
El profesor tambi¨¦n encuentra un sesgo o fin muy persuasivo o en el uso de algunas met¨¢foras. ¡°Cuando un pol¨ªtico o economista se mete a dietista, ¨¦chese a temblar¡±, alerta, ¡°como cuando dicen: ¡®Tenemos mucha grasa, debemos hacer dieta y entonces volveremos a estar bien¡¯. Si logras trasladar esa imagen a unos ciudadanos que no saben de econom¨ªa, confiar¨¢n ciegamente en que, en efecto, han estado comiendo demasiado y ahora les toca adelgazar, y que esa dieta, aunque les duela, es lo mejor que les puede pasar¡±.
Lo mismo ocurre con la resaca. Utilizar esa imagen para la crisis es, de alguna forma, llevar a la culpa a quien la sufre, por haberse emborrachado. ¡°Para m¨ª una de las cosas m¨¢s cretinas de esta crisis es eso, hablar de resaca. Implica que ahora lo pasas mal porque has cometido excesos, y no podemos caer en la trampa de estas met¨¢foras¡±, remata. Los periodistas, critica, ¡°tambi¨¦n se dejan llevar por la met¨¢fora facilona¡±.
Gobierno y sindicatos
apelan si les interesa
a la moderaci¨®n salarial
Los tecnicismos pueden convertirse tambi¨¦n en grandes aliados del lenguaje edulcorado. Los expedientes de regulaci¨®n de empleo (ERE) como forma de referirse a los despidos colectivos de una empresa son un buen ejemplo. Otro es el ¡°concurso de acreedores¡±, que fue la forma que la ley de 2003 escogi¨® para referirse a la antigua suspensi¨®n de pagos de las empresas, mucho m¨¢s cruda y expl¨ªcita.
La jerga financiera, que tan intrincada resulta a veces, tambi¨¦n acaba teniendo un efecto nebuloso en la comunicaci¨®n. ¡°Exposici¨®n¡± a la deuda o ¡°activos adjudicados¡±, para referirse muchas veces a los inmuebles que han embargado porque sus propietarios no pod¨ªan pagar el cr¨¦dito. Y, hace poco, la compa?¨ªa a¨¦rea Spanair anunci¨® que dejaba de operar por ¡°falta de visibilidad financiera¡±, es decir, que no ten¨ªa dinero y no lograban que nadie se lo diera.
Los hombres de negocios
no tienen ¡°problemas¡±,
afrontan ¡°retos¡±
En este cap¨ªtulo de la interminable crisis, no deja de o¨ªrse la palabra ¡°sacrificio¡± cuando se habla de programas de recortes (los que buscan la ¡°consolidaci¨®n fiscal¡±). El proyecto europeo se tambalea a cuenta de los desequilibrios presupuestarios y la crisis de deuda soberana.
Es interesante acudir ahora a un an¨¢lisis de Javier Pradera, publicado en este mismo peri¨®dico el 1 de agosto de 1993. M¨¢s all¨¢ del eufemismo recog¨ªa las negociaciones de Gobierno y agentes sociales para un plan de empleo. ¡°Los bizantinos distingos del Ejecutivo para convencer a los espa?oles de que la convergencia con Europa exigir¨ªa esfuerzos pero no sacrificios casi agot¨® sus reservas de p¨®lvora verbal¡±, escrib¨ªa Pradera. ¡°La in¨²til pugna sem¨¢ntica para determinar si el rigor de la pol¨ªtica presupuestaria del nuevo Gobierno llevar¨¢ a cabo un recorte de los gastos sociales o proceder¨¢ s¨®lo a su contenci¨®n tal vez distraiga los ocios veraniegos, pero apenas ayudar¨¢ a que la negociaci¨®n progrese¡±, continuaba.
Y as¨ª present¨® Miguel Boyer los presupuestos el 17 de mayo de 1983: ¡°La lucha contra la inflaci¨®n debe verse facilitada por una actitud de moderaci¨®n salarial¡±.
Este tipo de lenguaje no habita solo en la boca de los poderes p¨²blicos, apunta Ant¨®n Costas. ¡°Tambi¨¦n los sindicatos lo asumen cuando tiene que defender algunos pactos, como, por ejemplo los de moderaci¨®n salarial¡±. Y es que moderaci¨®n viene de moderar: templar, ajustar, arreglar algo evitando el exceso.
Algunos debates y sus recursos ling¨¹¨ªsticos perduran con el tiempo. Vendr¨¢n m¨¢s a?os malos, dir¨ªa alg¨²n poeta melanc¨®lico. Los hombres de negocios, en cambio, esquivan los ¡°problemas¡± en las entrevistas y suelen hablar m¨¢s de ¡°retos¡± o ¡°desaf¨ªos¡±. Vendr¨¢n recortes, para unos, o ajustes, o reformas, o medidas de consolidaci¨®n fiscal. Y otros lo llamar¨¢n amor.
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