Ladrillo o ecolog¨ªa
El Gobierno balear alienta nuevos hoteles, campos de golf y puertos deportivos con el argumento del empleo
En Baleares, la pol¨ªtica se dirime en un choque directo entre las distintas maneras de ver el negocio del turismo y su desarrollo, en una naturaleza privilegiada de un territorio muy limitado, la isla. Contra la crisis, se impone la explotaci¨®n del suelo. El poder regional impulsa por decreto el inter¨¦s auton¨®mico y la urgencia de la construcci¨®n de m¨¢s hoteles en el litoral. La mecha la prendi¨® el aval dado a un establecimiento gigante (de 1.200 plazas), al lado de la playa protegida por ley de Sa R¨¤pita, de un kil¨®metro de largo y 25.000 metros cuadrados de arena, rodeada de un bosque intacto.
La decisi¨®n del PP, en mayor¨ªa absoluta y con casi un cuarto de la poblaci¨®n activa en paro, representa un cambio total. En tiempos de crisis severa de la econom¨ªa de servicios e inmobiliaria, se ha reabierto con crudeza - con eco internacional- el debate nunca cerrado sobre las fronteras de la protecci¨®n y el horizonte del crecimiento. El escenario del primer experimento de para mucha batalla: Las playas de Sa R¨¤pita-Ses Covetes-Es Trenc, desde los a?os 70, cartel de promoci¨®n de la Mallorca sin mellar
La gran franja arenal, el horizonte azul, blanco verde de Es Trenc es ¡®una bandera¡¯ ciudadana e internacional, que se salv¨® de la destrucci¨®n programada por la movilizaci¨®n social y pol¨ªtica. Lo blind¨® el consenso de los partidos baleares y una ley auton¨®mica de 1984. En sus alrededores est¨¢n latentes tres macro proyectos m¨¢s, parados en su d¨ªa por la izquierda derrotada en las urnas, un campo de polo, dos golf y dos hoteles dispersos.
El complejo tur¨ªstico y campo de golf avalado por Bauz¨¢ ¨Cuno de los cuatro hoteles, diez campos de golf y seis puertos deportivos que el poder aplaude ya en Baleares- estar¨¢ ubicado en el borde del ?rea Natural de Es Trenc de 1.500 hect¨¢reas de extensi¨®n y m¨¢s de cuatro kil¨®metros discontinuos de arena sin muros de cemento. El PP asegura que el hotel estar¨¢ a cinco kil¨®metros de Es Trenc.
La oposici¨®n cuestiona la vuelta al negocio del ladrillo
Alrededor de Es Trenc, en un paisaje marino que la vista alcanza y que se recorre en quince minutos en coche o en dos horas a pie, aparecen las dos orillas de Mallorca, lo preservado sin hollar por las m¨¢quinas y lo bestia: las dos moles hoteleras clavadas donde el mar rompe, en la costa de Sa Col¨°nia, en los a?os 60, m¨¢s sus urbanizaciones prietas y las a¨²n sin concluir de Sa R¨¤pita de aquella ¨¦poca sin l¨ªmites medioambientales.
La memoria del visitante y del nativo se fija, asimismo, en las cinco playas intactas en el litoral p¨²blico del latifundio, sin urbanizar y con once kil¨®metros de costa de Sa Vall y Sa Vallet, propiedad de los financieros Juan y Carlos March. Las calas que lindan con la enorme propiedad de los March de 2.800 hect¨¢reas: Es Dol?, es Carb¨® petit y Es Carb¨® gran, Cala Tugores, y Es Caragol: suman 2,7 kil¨®metros de playa. Se hallan avanzando desde Sa Col¨°nia, en el cono sur de Mallorca o entrando por la otra esquina, por las rocas desiertas por Es Cap Salines, ante el archipi¨¦lago del parque nacional de Cabrera.Intactas, con un fondo de kil¨®metros de terrenos de 'garriga' monte bajo y ¨¢rboles, como en los tiempos de Ulises o el contrabando de tabaco,
Solo una de las playas Es Dol?, de 400 metros de largo, tiene un chiringuito desmontable porque linda con Sa Col¨°nia y es casi urbana. Los banqueros y fil¨¢ntropos, con sus museos y la fundaci¨®n March, decidieron no sacar r¨¦ditos inmobiliarios a ¨¦sta y otros predios de Mallorca, que un siglo atr¨¢s a?os, su abuelo Juan March Ordinas adquiri¨® a los nobles arruinados. Siendo ministro de Medio Ambiente, en 2000-2003, Jaume Matas program¨® construir paseo p¨²blico por el litoral de Sa Vall que no se concret¨®.
Los contrastes entre el hormig¨®n y la naturaleza -el ¡°para¨ªso¡±, una expresi¨®n de propaganda inmobiliaria actual cerca de Sa R¨¤pita-, pueden ser m¨¢s rotundos. El paisaje libre, salvaje o rural, alterna con zonas tur¨ªsticas residenciales, m¨¢s o menos masificadas. Las dos monedas explican a corta distancia el resultado de las dos opciones en debate: crecer en territorios programados de la ¨¦poca desarrollista o reconvertir la planta actual y preservar el paisaje y el medio ambiente, el capital de la industria del ocio.
Hay que crecer y generar empleos de manera respetuosa, asegura el PP, que acusa a sus opositores de "demagogos", de optar por el crecimiento cero. ¡°Salvem Es Trenc¡±, referencia de los a?os 70, nuevamente rescatada . El director general balear del Territorio del PP, Juan Mesquida, lanz¨® una m¨¢xima combativa #salvemestrencdementiders (de mentirosos)
El diputado socialista y polit¨®logo, Cosme Bonet, que naci¨® en Ses Salines y cuyo abuelo fue pastor en Sa Vall, destaca ¡°que la opci¨®n de los March de no destrozar el entorno de una parte de Mallorca, contrasta con de la postura de otros banqueros locales, menores, los Nigorra de Es Cr¨¨dit, que urbanizaron totalmente Santa Pon?a de Calvi¨¤. Basta ver con qu¨¦ resultado¡±. Bonet se?ala que la familia March ¡°es discreta y mantiene una relaci¨®n posfeudal con los vecinos, de Ses Salines y Santany¨ª, a los que dejan pasar por la finca hasta el mar¡±. La escuela, la iglesia y la depuradora de Sa Col¨°nia (Ses Salines) est¨¢n en terrenos donados por sus ricos vecinos.
El Gobierno de Baleares de Jos¨¦ Ram¨®n Bauz¨¢, los consejos insulares y la gran mayor¨ªa de ayuntamientos, ha calentado el ambiente y ha hallado resonancia internacional a sus propuestas de riesgo. El PP afirma que no cambia leyes sino que consolida situaciones urban¨ªsticas anteriores o mal resueltas. Bauz¨¢ rechaza que ¡°le den lecciones¡± de estima a su tierra y su cultura. En el Gobierno conservador se reprocha al PSOE y al PSM, que han gobernado ocho a?os en legislaturas alternas, de haber sido "los del no" a todo y por sistema, de espantar a los empresarios y congelar en la comisi¨®n de Medio Ambiente hasta 800 proyectos.
En tiempos de graves carencias en las econom¨ªas privadas y las finanzas oficiales, el Gobierno balear anima el desarrollo de m¨¦todo antiguo y m¨¢s oferta tur¨ªstica nueva, es la propuesta de captar inversiones y crear puestos de trabajo. El objetivo es la construcci¨®n de m¨¢s complejos residenciales y deportivos en zonas delimitadas. A la vez se han legalizado urbanizaciones fallidas o bloqueadas. La oposici¨®n y los ecologistas consideran que Baleares regresa a la econom¨ªa que fracas¨®, la del cemento y el ladrillo que, suponen, perjudica la oferta tur¨ªstica de calidad.
El presidente balear, Jos¨¦ Ram¨®n Bauz¨¢, ha bendecido con reuniones personales, visitas sobre el terreno hasta cuatro proyectos. Con decreto ha reducido a la mitad los tr¨¢mites a las empresas que anuncian la construcci¨®n de cuatro hoteles de lujo de gran tama?o: uno, el m¨¢s controvertido, al lado del ?rea Natural de las playas v¨ªrgenes de Es Trenc-Salobrar de Campos, en Mallorca; dos m¨¢s establecimientos se programan en la laguna desecada de la marina de Magaluf, en Calvi¨¤, y otro hotel, tan debatido como el de Es Trenc, en Canyamel, en Capdepera, tambi¨¦n Mallorca, en los lindes de un ¨¢rea preservada. En Es Trenc cinco empresarios comparten el capital de la primera ficha lograda; en Canyamel se habla de un jeque ¨¢rabe y de una cadena internacional; en Magaluf invierten los Escarrer de Meli¨¢ hotels y Pedro Pascual de Viva hotels.
Un mapa de la dictadura y la corrupci¨®n
En litoral del mapa de Baleares se reflejan los desastres de cemento y asfalto nacidos del aparente progreso y las im¨¢genes id¨ªlicas de los paisajes y playas preservados. Ambas im¨¢genes han sido fruto de decisiones p¨²blicas y privadas. El expansionismo y la explosi¨®n tur¨ªstica sin freno surgi¨® de la laxitud de la dictadura y tambi¨¦n del descontrol y la corrupci¨®n en democracia. A su vez, han pervivido espacios naturales intactos, parajes salvados por decisiones institucionales y compras de fincas, en general bajo impulso progresista. En especial han quedado v¨ªrgenes ¨Cy protegidos por ley- parajes, costas y arenales enormes, en Mallorca y Menorca, por el deseo de grandes propietarios que renunciaron a su explotaci¨®n urban¨ªstica, en tres generaciones. Ahora la normativa actual blinda esos santuarios.
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