¡°Las baloncestistas buenas acaban y¨¦ndose fuera¡±
En dos meses ha sido campeona de Europa y supo que su club desaparec¨ªa
Silvia Dom¨ªnguez, en una terraza de la Rambla de Catalunya, se atiene al t¨®pico: al mal tiempo, buena cara. Ya es junio. Amenaza tormenta en Barcelona. Al fin, ha podido arrancarle la quinta hoja al calendario. Atr¨¢s ha quedado el mes horribilis de una de las mejores jugadoras del baloncesto espa?ol. No, no se trata de una derrota o de una lesi¨®n, episodios inherentes al deporte. Es otra cosa. El 17 de mayo, Carme Lluveras la llam¨® por tel¨¦fono. Quer¨ªa verla, y tambi¨¦n a otra estrella del equipo, Laia Palau. La directora general del Ros Casares, campe¨®n de la Euroliga el 1 de abril y de la Liga espa?ola tres semanas despu¨¦s, les cont¨® que la empresa de productos sider¨²rgicos abandona el patrocinio del club fundado en 1996 en Valencia.
Silvia ten¨ªa un a?o m¨¢s de contrato; Laia acababa de renovarlo.
?¡°Es como si de golpe y porrazo desapareciese el Bar?a. El Ros Casares era el referente deportivo y econ¨®mico del baloncesto femenino¡±, compara la jugadora, nacida hace 25 a?os en Montgat. ¡°En cualquier caso, prefiero que me lo digan as¨ª de claro, lo que no les ocurre a compa?eras de otros clubes. Les van dando largas, dejan de cobrar un mes y otro, y as¨ª hasta no se sabe cu¨¢ndo. Es muy cruel realizar un trabajo no remunerado¡±.
La base internacional, de 1,67 metros, apura su capuchino en Granjas La Catalana, una franquicia fundada en 1900. ¡°Las dificultades econ¨®micas de muchos clubes, incluidos algunos importantes equipos masculinos, no son m¨¢s que un reflejo de lo que est¨¢ pasando en el pa¨ªs. Quien patrocina sabe que no se consiguen ingresos, sino publicidad. En este momento muchos empresarios no se lo pueden permitir. Y menos en un pa¨ªs en que la atenci¨®n de los medios se vuelca en el f¨²tbol y apenas da oportunidad a otros deportes, especialmente los femeninos¡±.
¡°Cuando empec¨¦, hace ocho a?os, estuve en el Estudiantes y algunas trabajaban en un banco y jugaban¡±, apunta. ¡°Se dieron pasos adelante. Se cre¨® una asociaci¨®n que preside Elisa Aguilar. Se empez¨® a cotizar, se lograron una serie de derechos. Ahora, el peligro es que se pierda la profesionalizaci¨®n. Y eso que el baloncesto es el deporte femenino con m¨¢s licencias en Espa?a. Es curioso. ?bamos a muchas escuelas a promocionarlo y somos campeonas de Europa. Pero las ni?as se iban a ver al Valencia masculino. Yo, cuando era peque?a, ya quer¨ªa ir a la NBA femenina y mis ¨ªdolos eran Laia Palau y Ana Bel¨¦n ?lvaro¡±.
No le faltan ofertas. Pero los dos o tres clubes espa?oles con m¨¢s potencial ya han completado sus plantillas. ¡°Adem¨¢s, muchas compa?eras est¨¢n sin cobrar, pendientes de juicios. Cada a?o se crea m¨¢s desconfianza. Por eso, las buenas se acaban yendo fuera¡±. Es lo que har¨¢ ella, fichar por un equipo de alguna de las ligas europeas m¨¢s potentes, y seguir con Psicolog¨ªa en la UNED.
Si mayo fue un mes horrible para Silvia es porque tambi¨¦n se frustr¨® su fichaje por un equipo de la NBA femenina, el Seattle Storm. Las baloncestistas pueden hacer compatible la temporada en Europa y en Estados Unidos. Ten¨ªa que viajar a Seattle el 8 de mayo. El visado no le lleg¨® hasta una semana despu¨¦s. Demasiado tarde. Al mismo tiempo, la selecci¨®n espa?ola, que hace un a?o perdi¨® el billete para los Juegos Ol¨ªmpicos, empieza la preparaci¨®n para el Preeuropeo. La lista ya estaba completa cuando se produjo el episodio del Seattle. Silvia se qued¨® compuesta y sin selecci¨®n. ¡°Otro a?o ser¨¢. Pero ahora, mi suerte ha cambiado¡±, concluye, optimista.
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