La alianza de la educaci¨®n: una inversi¨®n exitosa
La meta es trazar un ¡®c¨ªrculo virtuoso¡¯ entre educaci¨®n, ciencia y desarrollo econ¨®mico
La situaci¨®n internacional de la segunda d¨¦cada del siglo XXI viene caracteriz¨¢ndose no s¨®lo por la crisis econ¨®mica, sino tambi¨¦n por el auge de lo que se conoce como geoeconom¨ªa. La defensa de los intereses comerciales, energ¨¦ticos y tambi¨¦n institucionales y culturales, definen hoy las prioridades de las agendas pol¨ªticas, configurando una suerte de rivalidad econ¨®mica internacional en la que no todos los Estados juegan con las mismas reglas. Se trata de un hecho fehaciente, a la espera de que el proceso de apertura social y econ¨®mica se logre a escala global.
En este contexto, Espa?a debe moverse con rapidez e inteligencia, adelantarse a los acontecimientos y aprovechar las cartas que tiene a su favor, a fin de consolidar su posicionamiento de potencia media ¡ªgrande en asuntos culturales¡ª que no puede dejar de ocupar en el mundo. Para ello, resulta crucial que su pol¨ªtica exterior refuerce su estrategia de apoyo a la internacionalizaci¨®n de las empresas espa?olas, incentivando alianzas p¨²blico-privadas que sumen esfuerzos y respalden con mayor alcance nuestra imagen de pa¨ªs, nuestra marca Espa?a.
El contrastado bagaje de las empresas espa?olas y el potencial de futuro con el que todav¨ªa cuentan son formidables. Pese a las turbulencias que presenta el momento actual, no puede perderse de vista la evoluci¨®n que en los ¨²ltimos 25 a?os ha experimentado nuestra econom¨ªa, as¨ª como la proyecci¨®n global que a partir de los noventa han protagonizado multitud de empresas procedentes de variados sectores productivos. La ¨®ptima ecuaci¨®n entre democracia y crecimiento, ya demostrada en los pa¨ªses de nuestro entorno, tuvo efectos igualmente positivos en el caso espa?ol, posibilitando nuestra homologaci¨®n con Europa, ratificada con la entrada en el euro.
A la modernizaci¨®n econ¨®mica le acompa?¨® una liberalizaci¨®n y flexibilizaci¨®n del marco regulatorio, gracias a la cual nuestras empresas pudieron desarrollarse sin cortapisas intervencionistas, mejorando dr¨¢sticamente su competitividad. Fue entonces cuando estas se lanzaron a los mercados internacionales, con un balance m¨¢s que satisfactorio. Actualmente, siete empresas de gesti¨®n de infraestructuras (entre las que est¨¢n Fomento de Construcciones y Contratas, el Grupo ACS o Abertis) se encuentran en el top ten mundial del sector; el Banco Santander y el BBVA son dos de los bancos m¨¢s solventes del mundo, con una posici¨®n l¨ªder en Europa y Am¨¦rica Latina; Inditex es la firma de ropa de mayor valor global; y contamos asimismo con gigantes empresariales en el mundo de la tecnolog¨ªa, las energ¨ªas, las telecomunicaciones y la cultura (como Iberdrola, Repsol, Telef¨®nica, Abengoa, Gas Natural, Agbar, Endesa, PRISA o Planeta). El siguiente dato refleja con contundencia el fen¨®meno: las inversiones espa?olas directas en el exterior se han multiplicado por tres entre los a?os 2002 y 2010, pasando de 156 mil millones de euros a casi 500 mil millones, cifra que supone aproximadamente el 50% de nuestro PIB.
De entre las distintas causas que nos ayudan a explicar nuestra pujanza empresarial merece destacarse una, que la crisis ha vuelto a colocar en un primer plano: la relevancia de lo que se denomina ¡°cultura empresarial¡±. Se trata de una predisposici¨®n que valora en positivo la aptitud emprendedora y que toda sociedad din¨¢mica, dotada de un m¨ªnimo vigor y ambici¨®n de mejora, ha de impulsar. Sin una atm¨®sfera cultural que promueva la gestaci¨®n de proyectos privados y aprecie en su justa medida la importancia de la actividad mercantil es muy dif¨ªcil que ning¨²n Estado se sobreponga a los desaf¨ªos de la globalizaci¨®n y se adapte a los retos del porvenir. En este punto cobra especial envergadura la formaci¨®n del capital humano, imprescindible para construir un futuro mejor.
Las exigencias del presente obligan a reforzar este esp¨ªritu emprendedor y de superaci¨®n, puesto que la innovaci¨®n y la creatividad empresarial son el fruto de dicha cultura. La meta consiste en trazar un ¡°c¨ªrculo virtuoso¡± entre educaci¨®n, ciencia y desarrollo econ¨®mico, indispensable en nuestras sociedades del conocimiento. Conscientes del inter¨¦s estrat¨¦gico que supone dar la batalla de la calidad cultural y educativa, las empresas y el Estado cuentan para actuar en com¨²n con el instrumento de las fundaciones, cuya cristalizaci¨®n legal en Espa?a se produjo primero en 1994 y m¨¢s adelante en 2002.
En un ambiente de efervescencia civil y empresarial, la Fundaci¨®n Carolina naci¨® en septiembre del a?o 2000, con el objetivo de fomentar las relaciones culturales, educativas y cient¨ªficas entre Am¨¦rica Latina y Espa?a incorporando criterios de gesti¨®n privada en la ejecuci¨®n de sus actividades. La naturaleza h¨ªbrida de la instituci¨®n, respaldada por la aportaci¨®n decisiva de un amplio elenco de empresas punteras ¡ªlas mismas que encabezaron la modernizaci¨®n econ¨®mica¡ª, ha permitido trabajar a la Fundaci¨®n con versatilidad y eficacia hacia un doble fin: ensanchar el prestigio e influencia de la imagen exterior espa?ola, y estrechar la colaboraci¨®n con los patronos privados en el terreno de la cultura en espa?ol. No hay que olvidar que, habida cuenta de los bajos costes de transacci¨®n que implica compartir un mismo idioma, el proceso de internacionalizaci¨®n de las empresas se ha concentrado en gran medida en el centro y sur del continente americano.
A su vez, la creaci¨®n de la Fundaci¨®n entronc¨® con el empe?o de articular un dispositivo ¨¢gil de diplomacia p¨²blica, elevado a categor¨ªa de pol¨ªtica de Estado, capaz de proyectar en¨¦rgicamente nuestro potencial simb¨®lico a trav¨¦s de acciones concretas. As¨ª, del mismo modo que el Instituto Cervantes tiene por misi¨®n difundir internacionalmente la lengua y la cultura en espa?ol, en una actuaci¨®n an¨¢loga a la que realiza la Alianza francesa o el British Council, la Fundaci¨®n Carolina desempe?a, a trav¨¦s de sus programas de intercambio acad¨¦mico y de visitantes, una labor formativa y de identificaci¨®n de l¨ªderes que hunde sus ra¨ªces en las primeras iniciativas de la diplomacia cultural y que llegan hasta hoy: el programa Fulbright o el servicio Daad alem¨¢n.
Tras m¨¢s de diez a?os de ejercicio, la Fundaci¨®n Carolina dispone de un aval de experiencia y ¨¦xito que no cabe sino incrementar. Asistimos no obstante a tiempos convulsos, en los que la carest¨ªa no debiera paralizarnos, sino m¨¢s bien obligarnos a aguzar el ingenio, y a hacer m¨¢s con menos. La situaci¨®n econ¨®mica, pese a las adversidades, ha de ser interpretada optimistamente, en clave de refundaci¨®n. Y acaso no sea desatinado vislumbrar en estos momentos, al igual que ocurriera en el a?o 2000, una afortunada s¨ªntesis en la sociedad espa?ola entre la cultura empresarial y la cultura del mecenazgo.
De hecho, el alto rendimiento que siguen demostrando las grandes empresas espa?olas, unido al aumento del nivel de competitividad que, bajo su estela, se est¨¢ produciendo en Espa?a, permite abrigar esperanzas sobre una pronta recuperaci¨®n liderada de nuevo por estas. Sin duda, su quehacer constituye un ejemplo y una fuente de inspiraci¨®n para todos. No olvidemos que el cambio de percepci¨®n que desde el exterior se ha producido respecto a nuestro pa¨ªs ¡ªpasando de tener una imagen folcl¨®rica y estereotipada a otra vinculada a la innovaci¨®n, al rigor y a la fiabilidad¡ª tiene mucho que ver con la visibilidad internacional de estas empresas, convertidas ya en las mejores embajadoras de la Marca Espa?a.
Pero al mismo tiempo, y ahora m¨¢s nunca, es necesario que no renuncien a ejercer su probada vocaci¨®n cultural, secundando el trabajo de quienes generan bienes simb¨®licos, que al cabo revierten en rentabilidad real. En Espa?a la inversi¨®n privada en cultura resulta todav¨ªa peque?a en contraste con el gasto p¨²blico y hay a¨²n un enorme margen de crecimiento a explotar en espacios ligados al conocimiento, la cooperaci¨®n cultural y las industrias creativas. En este sentido, el sector p¨²blico tambi¨¦n ha de poner de su parte, estableciendo incentivos que estimulen la colaboraci¨®n empresarial, premiando as¨ª los esfuerzos de filantrop¨ªa privada.
Desde la Fundaci¨®n Carolina, el objetivo inmediato radica en recuperar la inspiraci¨®n de los or¨ªgenes, descartar todo lo prescindible, y bajo el criterio de la excelencia centrarse en los programas de Becas y de Visitantes que mayor reputaci¨®n han proporcionado a la instituci¨®n, convirti¨¦ndola en un referente internacional en la esfera de la educaci¨®n y la cultura en espa?ol. Precisamente, a trav¨¦s de estos programas las empresas que han venido otorgando su apoyo continuado a la Fundaci¨®n Carolina ven reinvertida su financiaci¨®n, en t¨¦rminos tangibles: los becarios ser¨¢n los futuros dirigentes y l¨ªderes en los diversos campos de actividad de sus pa¨ªses, y los visitantes son, en los suyos, figuras emergentes y reconocidos creadores de tendencias y opini¨®n. En esta reinversi¨®n, atractiva para nuestros empresarios, tanto como para Espa?a en su conjunto, se cifra la ¡°aportaci¨®n Carolina¡± para emplazar a nuestro pa¨ªs y al universo hispano en una posici¨®n notoria e influyente ¡ªnuestra posici¨®n natural¡ª, ante un mundo implacable y extremadamente competitivo.
Jes¨²s Andreu es director de la Fundaci¨®n Carolina.
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