¡°No somos diferentes, tambi¨¦n somos ambiciosos¡±
La holandesa, triple oro ol¨ªmpico individual en tenis sobre silla de ruedas, lleva 459 partidos invicta
Duele m¨¢s el coraz¨®n que no poder mover las piernas. Con una taza de t¨¦ calent¨¢ndole las manos, Esther Vergeer (1981, Holanda), triple oro ol¨ªmpico individual en tenis sobre silla de ruedas, desgrana la historia de un ¨¦xito que no tiene nada que ver con que lleve 459 partidos invicta. Esta fue una ni?a de ocho a?os que entr¨® andando en un quir¨®fano por un problema en la columna y sali¨® en silla de ruedas. Una adolescente rodeada de ¡°vac¨ªo¡±, ¡°verg¨¹enza¡± y gente que le trataba en la escuela ¡°como a un beb¨¦¡±. Una mujer, finalmente, que ha vencido en la vida porque est¨¢ lista para sonre¨ªr, fundar una familia y ayudar a otros con su fundaci¨®n. ¡°El deporte¡±, dice, ¡°fue una forma de aceptar mi discapacidad y despu¨¦s me ha dado la oportunidad de enviar un mensaje al mundo: no somos diferentes, trabajamos duro y somos ambiciosos. La vida no se acaba cuando te pasa algo malo, por muy terrible que sea. La vida no se para. La vida sigue¡±.
Vergeer elige una mesa alejada del fr¨ªo que entra por una puerta abierta, aunque teme que la conversaci¨®n se pierda entre el ruido de la abarrotada cafeter¨ªa. Llegar hasta aqu¨ª ha sido una peque?a odisea. Antes de pedir su t¨¦, la holandesa ha tenido que coger dos ascensores, abrir al menos cuatro puertas, subir, bajar, empujar con sus poderosos brazos la silla a trav¨¦s de varios metros de pasarelas. Quien haya visto a la n¨²mero uno en un gimnasio sabe que esos b¨ªceps nacen en entrenamientos intens¨ªsimos. Quien la vea moverse tan ¨¢gilmente no tiene por qu¨¦ saber que ella misma ha desarrollado su silla, valorada en 15.000 euros. Quien mida a la campeona por sus tiros, sus t¨ªtulos y su grupo de trabajo (entrenador, preparador f¨ªsico, coach mental¡) no tiene por qu¨¦ saber las aristas de su biograf¨ªa.
Restaurante de jugadores. Wimbledon
- Un t¨¦ y un caf¨¦ con leche.
- Galletas de chocolate.
- Total: 10,50 libras (13,27 euros).
¡°Solo ten¨ªa ocho a?os¡±, cuenta sobre el d¨ªa que cambi¨® su vida. ¡°Al volver a la escuela e intentar jugar al escondite, me di cuenta de que todo era m¨¢s dif¨ªcil, de que era diferente¡±, sigue tras pedirle a la camarera que no le retire la bolsita del t¨¦. ¡°Pas¨¦ momentos dif¨ªciles. Al llegar al instituto, con la pubertad, cuando las apariencias son tan importantes, cuando importa tanto ser parte del grupo guay, pas¨¦ d¨ªas muy duros¡±, a?ade. ¡°Todos sal¨ªan, iban a las discotecas, ten¨ªan novios¡ y yo sent¨ªa verg¨¹enza de que los chicos no se interesaran en m¨ª. Fue muy dif¨ªcil. Encontr¨¦ una salida en el deporte. Un ambiente seguro: nadie me miraba fijamente, nadie me juzgaba por mi silla¡±.
A Oscar Pistorius, atleta sudafricano, los compa?eros le escond¨ªan las pr¨®tesis de sus piernas para luego alertarle de un incendio. A Vergeer no. ¡°A m¨ª¡±, recuerda, ¡°me hac¨ªan da?o con palabras e ignor¨¢ndome¡±. ¡°Duele¡±. ¡°La gente a tu alrededor es clave¡±, sigue. ¡°T¨² puedes ser positivo, pero si los que te rodean sienten pena, empiezan a decirte ¡®es horrible que ya no puedas andar¡¯, ¡®mejor no nos vamos de vacaciones porque yendo contigo es un l¨ªo¡¯, si te hacen sentir como un peso sobre sus hombros, es dif¨ªcil seguir si¨¦ndolo. Ser pesimista es m¨¢s f¨¢cil. El deporte es optimismo. Te da energ¨ªa. Te lleva a querer mejorar, a ponerte metas cada vez m¨¢s altas¡±.
Suenan entonces los altavoces. Vergeer espera a que se anuncie su partido. Se activa el animal competitivo. ¡°Entreno para estar motivada, concentrada y alerta¡±. Hay que despedirse. Sonr¨ªe: ¡°No se olvide las galletas¡±.
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