Doctoras, no; enfermeras, s¨ª
Solo los prejuicios pueden conducir a calificar de ¡°problema¡± la feminizaci¨®n del sector
La crisis, adem¨¢s de una dura realidad, puede ser tambi¨¦n una magn¨ªfica coartada para defender cuestiones que nada tienen que ver con los problemas econ¨®micos. La prueba m¨¢s flagrante son algunas de las reformas de este Gobierno, como la de la Justicia o la Ley de Costas, que responde m¨¢s a la ideolog¨ªa que al bolsillo. El asombroso art¨ªculo que Diario M¨¦dico acaba de publicar es otro ejemplo. Su t¨ªtulo: La crisis agudiza los problemas de la feminizaci¨®n. S¨ª, la crisis, que en el sector sanitario se est¨¢ viviendo con dram¨¢ticos recortes de personal, es una excusa perfecta para insistir en un asunto, el de la feminizaci¨®n, que parece preocupar hondamente a una cierta casta m¨¦dica; por supuesto, masculina.
El diagn¨®stico no es incorrecto. Las trabajadoras registran un m¨¢s alto absentismo laboral debido a las bajas maternales y al cuidado de familiares a su cargo, lo que dificulta la organizaci¨®n del trabajo. Es cierto, si bien las estad¨ªsticas demuestran que el absentismo no difiere tanto por cuesti¨®n de g¨¦nero y que, a igualdad de condiciones (sin cargas familiares), el absentismo masculino suele estar incluso por encima. Imposible tomar en serio los problemas de las bajas maternales en un pa¨ªs con una tasa de fertilidad de 1,47 hijos por mujer.
Los prejuicios no son buenos consejeros porque quedan f¨¢cilmente al descubierto. Aun en el caso de que la feminizaci¨®n de la medicina fuera un problema por razones log¨ªsticas, ?c¨®mo es que estos m¨¦dicos no se preocupan por esos mismos inconvenientes en el sector de la enfermer¨ªa, cuyo trabajo tanto repercute en el de los facultativos? M¨¢s del 80% son mujeres. Hacen guardias y largas jornadas. De ellas depende en gran parte el buen funcionamiento de los centros sanitarios. ?Por qu¨¦ no les inquieta? ?No ser¨¢ que eso no amenaza ni su estatus laboral ni su estatus profesional?
El art¨ªculo de esta revista especializada contiene las opiniones y propuestas de los presidentes de las asociaciones m¨¦dicas de las especialidades m¨¢s feminizadas: ginecolog¨ªa, pediatr¨ªa y endocrinolog¨ªa. Los tres son, sin embargo, hombres, lo que en este caso es un dato relevante. Y los tres vienen a proponer dos soluciones. La primera es poco comprometedora y f¨¢cil de compartir. Se trata de ¡°buscar un modelo laboral diferente¡±. La segunda podr¨ªa ser interpretada como una t¨ªmida propuesta de establecer cuotas, pues se dice textualmente que habr¨ªa que ¡°exigir que en la cobertura de las plazas MIR se tenga en cuenta la feminizaci¨®n de cada especialidad¡±.
Si esta no es una propuesta de cuota se le parece mucho y, en tal caso, hay que denunciar el intento de pervertir una leg¨ªtima aspiraci¨®n feminista en un mero beneficio propio. Las cuotas se establecen para reequilibrar ¨®rganos de poder en los que, a falta de selecciones objetivas de personal como es el sistema MIR, la cooptaci¨®n promueve el dominio masculino. Por muy feminizada que est¨¦ la profesi¨®n m¨¦dica en Espa?a es evidente que las jefaturas y las asociaciones m¨¦dicas est¨¢n en manos mayoritariamente masculinas. Si lo que se est¨¢ proponiendo es la discriminaci¨®n positiva consagrada hace tiempo por la Uni¨®n Europea, entonces estos m¨¦dicos deben saber que a la hora de cubrir una plaza MIR solo se podr¨ªa favorecer a un hombre en el caso de que hubiera un empate estricto con otra candidata femenina. Son detalles importantes que este art¨ªculo no aclara.
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