La guerra fr¨ªa del aire
Una refrigeraci¨®n correcta requiere precisi¨®n tecnol¨®gica y respeto al medio ambiente Pero aunque sea perfecta, hombres y mujeres no llegar¨¢n nunca a un acuerdo
En verano hay oficinas en las que quien va al ba?o pierde una batalla. Cuando vuelve se puede encontrar con dos grados menos en la sala. Sucede cuando la contienda del aire acondicionado es todav¨ªa una guerra fr¨ªa, sin enfrentamientos directos. Los calurosos aprovechan para bajar la temperatura cuando el friolero est¨¢ distra¨ªdo. O viceversa. Suced¨ªa en el despacho de Clara Hern¨¢ndez. Hasta que acabaron las sutilezas: ¡°?Qui¨¦n ha bajado el aire?¡±, grit¨® una vez su compa?era a la vuelta del servicio, harta de subirlo a hurtadillas cuando ten¨ªa ocasi¨®n. M¨¢s all¨¢ de las confusiones sem¨¢nticas que propicia este tema ¡ª?si se baja el aire da m¨¢s fr¨ªo o menos?¡ª, ah¨ª estall¨® la verdadera pelea del aire acondicionado, que dur¨® algo m¨¢s de dos meses en su oficina y que llega cada junio, aproximadamente, a miles de centros de trabajo y hogares, medios de transporte, bares o cines donde no hay una temperatura ideal que ponga de acuerdo a todos.
?Por qu¨¦ es tan dif¨ªcil encontrar un t¨¦rmino medio? ?Por qu¨¦ en invierno, con la calefacci¨®n, se genera menos controversia? En teor¨ªa, la temperatura ideal para trabajar y, en general, para vivir confortablemente se sit¨²a entre los 22 y los 26 grados, tanto en verano como en invierno, est¨¦ en el exterior nevando o derriti¨¦ndose el asfalto. Pero quien vaya a una oficina (o a un cine, un tren o un avi¨®n) cualquier d¨ªa como hoy y vea a algunos (normalmente algunas) cubiertos como un tuareg y a otros apaciblemente en manga corta se da cuenta de que no es tan sencillo: o ese margen de diferencia es suficiente para amargar la vida a algunos o hay algo que no cuadra. Entre grado y grado hay, adem¨¢s, una considerable diferencia de gasto energ¨¦tico (entre el 4% y el 6%), con lo que el debate va m¨¢s all¨¢ de la comodidad y la salud, llega tambi¨¦n a la sostenibilidad y la econom¨ªa.
Con la crisis se
invierte menos en
la mejor tecnolog¨ªa
para los edificios
No hay una sola respuesta a estas preguntas. Son varios los factores que originan la diferencia de aclimataci¨®n. Para empezar, una mala distribuci¨®n del aire. Es frecuente que haya corrientes y lugares mejor acondicionados que otros dentro de un mismo recinto, algo que sucede m¨¢s a menudo cuantos m¨¢s a?os lleva instalada la tecnolog¨ªa. El ingeniero Javier Moreno, de la empresa malague?a Telfra, explica que estas situaciones se deben a un mal dise?o: ¡°Se debe realizar un trabajo previo antes de la instalaci¨®n, algo en lo que no se detienen muchos profesionales. Hay que estudiar el uso de la zona a climatizar y, lo que es m¨¢s importante, los focos de calor: equipos, personas y radiaci¨®n solar. Las empresas fabricantes han invertido cada vez m¨¢s en investigaci¨®n y desarrollo. Actualmente, hay en el mercado gran cantidad de productos muy bien testados y con medios inform¨¢ticos suficientes para simular los alcances, velocidades de aire y espectro de difusi¨®n en el fluido principal, que es el volumen de aire de la habitaci¨®n¡±.
Si la temperatura es homog¨¦nea en todo el recinto y no hay chorros de aire que afecten m¨¢s a unas personas que a otras, el sexo es un condicionante crucial. El catedr¨¢tico de fisiolog¨ªa Francisco Mora ha contado en varios art¨ªculos el fen¨®meno. En resumen, argumenta que en realidad la mujer es mucho m¨¢s resistente que el hombre tanto al fr¨ªo como al calor. Pero sucede que cuando bajan las temperaturas lo acusan m¨¢s ellas, ya que tienen unos mecanismos m¨¢s eficientes para cerrar los vasos sangu¨ªneos. Esto les sirve para conservar el calor internamente lo que, aunque suene parad¨®jico, les hace sentir m¨¢s fr¨ªo. La raz¨®n es que la sangre se queda manteniendo la temperatura en el interior y no llega de la misma forma a la piel. Seg¨²n Mora, el hombre siente menos fr¨ªo pero en realidad en su cuerpo est¨¢ bajando m¨¢s la temperatura. En definitiva, aunque pueda parecer que en este aspecto el sexo masculino es m¨¢s fuerte porque aguanta mejor el fr¨ªo, ocurre todo lo contrario: en realidad soporta mucho peor las temperaturas bajas; aunque no las sienta, le afectan m¨¢s. El catedr¨¢tico busca la explicaci¨®n en la evoluci¨®n y el papel que la mujer ha tenido tradicionalmente en la protecci¨®n de la prole.
El ideal para la salud es aminorar el contraste t¨¦rmico con el exterior
Conclusi¨®n: es muy dif¨ªcil llegar a un consenso. M¨¢s all¨¢ del sexo, cada persona, en funci¨®n de sus caracter¨ªsticas personales (peso, edad...), de la actividad que est¨¦ desarrollando en cada momento y de la vestimenta que utilice, necesita una temperatura ¨®ptima para su comodidad. ¡°Evidentemente, es imposible adaptar las instalaciones a cada individuo. Se deben utilizar temperaturas de compromiso en las que la mayor¨ªa de la gente est¨¦ a gusto, sabiendo que es imposible contentar a todo el mundo¡±, explica Jos¨¦ Comino, director de la Asociaci¨®n Nacional de Entidades Preventivas Acreditadas (Anepa). Hace un repaso por las diferentes recomendaciones y normativas oficiales en el que se puede comprobar lo dif¨ªcil que es establecer un baremo. Seg¨²n dice, el c¨¢lculo m¨¢s utilizado para determinar la temperatura ideal se recoge en la norma ISO 7730:2006, que recomienda unas temperaturas para trabajos sedentarios (por ejemplo los de oficinas) entre 23 y 26 grados en verano. En estos espacios es de obligado cumplimiento lo dispuesto el Real Decreto 486/1997 sobre condiciones m¨ªnimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo que, para tareas sedentarias, admite un abanico muy amplio, comprendido entre 17 y 27 grados. ¡°Que sean admisibles por ley estos rangos no significa que la gente est¨¦ a gusto, ya que evidentemente a 17 grados casi todo el mundo tiene fr¨ªo y a 27, calor¡±, argumenta Comino.
La situaci¨®n se complica todav¨ªa m¨¢s con la aprobaci¨®n del Real Decreto 1826/2009, que modifica el Reglamento de Instalaciones T¨¦rmicas en los Edificios (RITE) y reduce el rango de temperaturas con objeto de ahorrar energ¨ªa. La fija entre 21 y 26 grados para los periodos de invierno y verano respectivamente, con una variaci¨®n posible de un grado arriba o abajo. ¡°Si queremos estar confortables en una oficina en verano tendr¨ªamos que estar por debajo de 26 grados, pero si bajamos de 25 incumplimos el Real Decreto. Es pr¨¢cticamente imposible que un sistema de climatizaci¨®n mantenga el edificio con un margen tan corto de tolerancia de temperaturas¡±, concluye Comino. Esta normativa es aplicable tambi¨¦n para centros de ocio, restauraci¨®n, estaciones de tren, aeropuertos y casi cualquier edificio de uso p¨²blico. No hay nada concreto, por ejemplo, para medios de transporte. Tampoco para las viviendas particulares, que pueden tener la temperatura a la intensidad que sus habitantes lo consideren oportuno, aunque el gasto energ¨¦tico en aire acondicionado dentro de este ¨¢mbito es solo del 2% del total. El reglamento, impulsado por el ministro socialista Miguel Sebasti¨¢n, pretend¨ªa introducir racionalidad en el gasto energ¨¦tico. Famosa es su pol¨¦mica con Jos¨¦ Bono por no llevar corbata en el Congreso, tal y como se hace en Jap¨®n en verano para poder subir unos grados el aire sin pasar calor.
Buena temperatura en el recibo de la luz
- El consumo el¨¦ctrico en la refrigeraci¨®n de los edificios en Espa?a supone el 11,1% del total y equivale a la producci¨®n de tres centrales nucleares.
- El 98% del consumo corresponde al sector terciario: hosteler¨ªa, comercio, oficinas y edificios p¨²blicos.
- Hay tres millones de hogares equipados con aire acondicionado, que disparan la demanda de electricidad en verano entre las 15.00 y las 18.00 horas.
- Es posible ahorrar hasta un 30% en el recibo de la luz por aire acondicionado controlando su correcto mantenimiento.
- Con determinadas temperaturas puede ser muy eficiente un simple ventilador, que tiene un consumo mucho m¨¢s bajo y reduce la temperatura hasta cinco grados.
El Instituto para la Diversificaci¨®n y Ahorro de la Energ¨ªa (IDAE) explica que es casi imposible calcular cu¨¢nta energ¨ªa se derrocha en Espa?a por los aires acondicionados excesivos, pero que sin duda los que m¨¢s lo hacen son los centros de ocio para atraer a los clientes. Las comunidades aut¨®nomas son las encargadas de inspeccionarlos para velar por que se cumpla la normativa.
El debate energ¨¦tico con el aire acondicionado toma m¨¢s cuerpo con su consumo creciente. En Andaluc¨ªa y Catalu?a los picos de consumo en los meses de verano han llegado a superar al invierno. Sucedi¨® por primera vez en julio de 2009. Pero, ?qu¨¦ tiene el aire acondicionado que no tenga la calefacci¨®n para generar tantas discordias? Tampoco hay una sola respuesta. El neum¨®logo Ram¨®n de la Loma lanza la hip¨®tesis de que ¡°tal vez suceda porque en invierno, al salir al exterior podemos abrigarnos y el contraste queda m¨¢s atenuado mientras que en el verano no tenemos esa opci¨®n¡±.
Otro factor puede ser la humedad. El mecanismo de los aires acondicionados la extrae de las estancias donde est¨¢n funcionando. Es decir, adem¨¢s de bajar la temperatura, deseca el ambiente. Cuando la humedad es inferior al 30%, combinado con temperaturas m¨¢s bien bajas, se pueden resecar las mucosas, lo que adem¨¢s de afectar a la sensaci¨®n de bienestar puede producir varias dolencias: rinitis, faringitis, laringitis, bronquitis, neumon¨ªas (en casos m¨¢s severos), dermatitis, sequedad e irritaci¨®n en los ojos (especialmente para quienes usan lentillas), crisis de espasmos bronquiales a los asm¨¢ticos, dolor de cabeza.
La tecnolog¨ªa tiene un papel para evitar estos s¨ªntomas de malestar. Por un lado, los sistemas m¨¢s modernos sirven para regular y difundir la temperatura de forma m¨¢s eficiente. Por otro, hay avances que palian algunos inconvenientes. Albert Blanco y Encarna Torrijos, responsable de marketing e ingeniera de Panasonic respectivamente, cuentan una de sus soluciones: ¡°Para reducir la bajada de humedad nuestros aparatos incorporan una funci¨®n que sube la velocidad del ventilador y los grados, de forma que podemos mantener la misma temperatura sin que se condense tanto el aire, lo que evita que haya tanta sequedad¡±.
El gasto energ¨¦tico
en las viviendas
por la climatizaci¨®n
es solo de un 2%
En LG, por ejemplo, apuestan por los filtros a partir de sus gamas medias. Araceli de la Fuente, responsable de marketing, cuenta que incorporan un sistema con 10 filtros que evita olores, polvo en suspensi¨®n, moho, pelos de mascota, la aparici¨®n de ¨¢caros, lo que tambi¨¦n hace al aire acondicionado m¨¢s confortable y evita el malestar que pueden producir la incursi¨®n en el ambiente de muchas part¨ªculas que llegan a trav¨¦s de los conductos de ventilaci¨®n.
Cada una de las dos marcas consultadas buscan soluciones para aminorar los inconvenientes y mejorar la eficiencia del aire, dos retos de las marcas para promover productos ecol¨®gicos adem¨¢s de c¨®modos. Una tecnolog¨ªa cada vez m¨¢s implantada por muchos fabricantes es la conocida como inverter, que se viene implantando desde principios de este siglo y que ya es mayoritaria entre los aparatos del mercado. La diferencia con los antiguos es que, mientras estos ten¨ªan que funcionar a pleno rendimiento o estar parados, sin t¨¦rmino medio independientemente de la temperatura a la que saliera el chorro de aire, los nuevos se pueden regular. Esto hace que la energ¨ªa se aproveche mucho m¨¢s. Aunque este es un avance asentado, De la Fuente asegura que, con la crisis, son pocas las promotoras que se deciden por incorporar otras tecnolog¨ªas m¨¢s punteras a los edificios que construyen, lo cual produce que no todos los sistemas resulten tan confortables y verdes como ser¨ªa t¨¦cnicamente posible.
La idea es perfeccionar algo que, como explica el neum¨®logo De la Loma, no es m¨¢s que una tecnolog¨ªa que ¡°intenta mantener las condiciones ambientales m¨¢s confortables para los individuos que habitan un espacio cerrado¡±. Seg¨²n dice, lo ideal, tanto para el bienestar como para la salud, es aminorar el contraste t¨¦rmico con el exterior: ¡°Hay que evitar las temperaturas extremas, adecuar la del recinto donde estemos a la que predomina en los meses normales del a?o¡±. Aunque, visto lo visto, conseguir un consenso no es tan f¨¢cil como subir el aire cuando alguien tiene fr¨ªo para que haya m¨¢s temperatura. ?O eso es bajarlo?
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