El museo del exceso
?Para qu¨¦ banqueros de Goldman Sachs, oligarcas rusos, se desviven por acumular riqueza?
Para qu¨¦ quiere la gente tanto? Digo gente que ya tiene 50 millones y quiere 100, o tiene 100 y desea llegar a 1.000. ?Para qu¨¦ gente de este tipo ¡ªbanqueros de Goldman Sachs, oligarcas rusos, hijos de dictadores africanos, candidatos presidenciales estadounidenses¡ª se desvive por acumular m¨¢s y m¨¢s riqueza, comport¨¢ndose de manera abusiva, exhibiendo un ego¨ªsmo vulgar y sin l¨ªmites?
Ser¨¢ quiz¨¢ porque habitan un mundo cerrado de superricos en el que se encuentran constantemente en una competici¨®n cuyo inalcanzable fin consiste en poseer objetos de lujo m¨¢s caros que el pr¨®jimo, independientemente de su utilidad pr¨¢ctica. Ser¨¢, por ejemplo, porque aspiran a comprarse una propiedad en La Zagaleta, una vasta urbanizaci¨®n cerrada en los valles y las monta?as detr¨¢s de Marbella, a 15 minutos del mar.
La casa club del complejo perteneci¨® a Adnan Kashogui, el traficante de armas saud¨ª que en su d¨ªa lleg¨® a poseer una fortuna de 40.000 millones de d¨®lares. Cay¨® en desgracia, y en la bancarrota, pero su hogar marbell¨ª ah¨ª sigue, una especie de museo al despilfarro con su par de enormes colmillos de marfil, como arco de bienvenida triunfal, sus suelos de m¨¢rmol pulidos, sus gigantescas mesas de comedor, sus sillones de terciopelo, su discoteca, todo desempolvado, reluciente, a punto, como si cuando sale la luna comenzaran la fiesta los fantasmas de aquella ¨¦poca dorada de los ochenta en la que Kashogui era el rey, jeque y se?or de la jet-set mediterr¨¢nea. Se supone que se mantiene tan impecable la despoblada mansi¨®n como una especie de anzuelo, o como certificado de ostentosa exclusividad, para convencer a potenciales compradores de que poseer una mansi¨®n en este entorno significa ser uno de los elegidos de Dios. Que, en realidad, en t¨¦rminos estrictamente materiales, lo es.
La casa club perteneci¨® a Adnan Kashogui, el traficante de armas saud¨ª que en su d¨ªa lleg¨® a poseer una fortuna de 40.000 millones de d¨®lares
Vi un par de casas en venta. Una que se ofrec¨ªa por unos pobres 6 millones de euros, otra por 16. Varias de las propiedades, unidas por 50 kil¨®metros de carreteras privadas, valen 20 millones. Otra, me dijeron, que podr¨ªa llegar a los 80 millones, pero solo en caso de que el due?o estadounidense se viese sometido a la humillante necesidad de venderla. Los compradores suelen tener entre 35 y 45 a?os y son suizos, suecos o liechtensteinianos. No necesitan hipoteca, pero s¨ª piscina exterior e interior, sauna, jacuzzi, sal¨®n de cine, luces que se encienden solas cuando la gente entra en las habitaciones, techos y ventanales extremadamente altos (quiz¨¢ por si alguien quisiera decorar el sal¨®n con una jirafa embalsamada) y jardines con el c¨¦sped tan cuidado como si fueran los greens del campo de golf de Saint Andrews.
Hay dos campos de golf en La Zagaleta. El segundo no lo usa nadie, pero se cuida con el mismo mimo que el primero porque se entiende, me explicaron, que agrega valor a la zona. Otra curiosidad es que las casas se suelen vender con los muebles ¡ªy los cuadros y las esculturas¡ª ya en su sitio. Se entiende porque solo el 30% de las doscientas y pico de casas se utilizan todo el a?o. Suelen ser segundas ¡ªo quintas¡ª residencias vac¨ªas en muchos casos, salvo dos o tres semanas al a?o. Pero necesitan su servidumbre los 365 d¨ªas, lo que les cuesta a los due?os ¡ªagregando cuentas de luz¡ª unos 200.000 euros al a?o.
Solo el 30% de las doscientas y pico de casas en la Zagaleta se utilizan todo el a?o
El d¨ªa despu¨¦s de visitar La Zagaleta, qued¨¦ en un bar en Marbella con Carlos de la Torre, un qu¨ªmico jubilado que ahora se dedica a dar de comer a la gente que no tiene. Es el coordinador de un banco de alimentos, gestionado por una organizaci¨®n llamada Bancosol, que atiende a 10.000 personas. Hace un a?o, el 30% de los que acud¨ªan al banco eran espa?oles; hoy son la mitad. De la Torre y su gente obtiene la comida gracias a aportaciones importantes de los supermercados (¡°comida en teor¨ªa caducada, pero en buenas condiciones¡±), a eventos ben¨¦ficos (para ser un poco justos con los ricos fiesteros de Marbella) y a donaciones privadas.
De la Torre me cont¨® el caso de un se?or adinerado de la zona que, en vez de regalar juguetes a sus nietos para Reyes, este a?o se gast¨® 3.000 euros en comida para los necesitados. Los ni?os ayudaron a distribuir la comida. ¡°Fue muy bonito el gesto¡±, dijo De la Torre, y un ejemplo para los nietos: dar lo que sobra. Nunca se sabe c¨®mo puede llegar a evolucionar un ser humano, pero es dif¨ªcil pensar que esos ni?os, con semejante abuelo, acaben compr¨¢ndose una casa en La Zagaleta para utilizarla dos semanas al a?o.
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