Los que dec¨ªamos que hab¨ªa futuro no ment¨ªamos
La recuperaci¨®n del Guadiana ha sido posible por el esfuerzo de todas las Administraciones
A primeros de agosto de 1985 me incorpor¨¦, como primer destino de funcionario, al Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. Fue un destino buscado. Pesaba en ello una infancia en donde una madre, un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n, desgranaba las vicisitudes de los aguazales, de los ojos, de la masiega, de los patos, de los peces y de los pescadores. Mi abuelo, tras la Guerra Civil, remont¨® vida familiar pescando entre las aguas, limpias y turbias, que entrever¨¢n el Guadiana y el Gig¨¹ela. Ser destinado a las Tablas de Daimiel era saldar la cuenta del tiempo, cerrar el c¨ªrculo familiar de los que se tuvieron que ir y de los que quisieron volver. Saber qui¨¦n era.
Lo que descubr¨ª poco ten¨ªa que ver con el paisaje idealizado. El a?o 1985 fue el ¨²ltimo que corri¨®, apenas nada, el Guadiana a la altura del Molino de Gri?¨®n. Los Ojos del Guadiana estaban secos, el Parque tambi¨¦n. El nebuloso recuerdo materno, el alimento de mis sue?os, sencillamente ya no exist¨ªa. Desde entonces han pasado 28 a?os de duelos y quebrantos. Y en estos d¨ªas el Guadiana ha vuelto a correr. Sus aguas alimentadas por el acu¨ªfero 23 han vuelto a alcanzar Molemocho. Se trata de una noticia magn¨ªfica. Pero se trata, sobre todo, de una lecci¨®n. Cu¨¢ntas veces en estos a?os hemos escuchado que las Tablas no ten¨ªan soluci¨®n, cu¨¢ntas veces se ha descrito aquello como el museo de la cat¨¢strofe.
Es verdad que lo vivido ha sido terrible; la desecaci¨®n pavorosa del acu¨ªfero, el incendio de la turba, las sentencias incre¨ªbles que negaron a los Ojos su condici¨®n de agua y al Guadiana su condici¨®n de r¨ªo, el conflicto. Hemos vivido desolaciones, crisis, patronatos de los que hab¨ªa que salir protegido por la Guardia Civil. Hoy todo parece lejano.
Vivimos desolaciones, crisis, patronatos de los que sal¨ªamos protegidos por la Guardia Civil. Hoy todo parece lejano"
Y eso es as¨ª por el esfuerzo de muchos. Quiero recordar a los que a lo largo de todos estos largos ¡ªmuy largos¡ª a?os mantuvieron viva la bajita esperanza. En esa batalla han perdido juventud y salud, y casi todos los importantes se deslizaron en las p¨¢ginas de los d¨ªas sin dejar ruido. Tal vez porque la mayor¨ªa eran simples funcionarios. Durante 30 a?os tres generaciones de servidores p¨²blicos han estado, un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n, dibujando futuro sin verlo.
Y eso tambi¨¦n ha sido posible por el esfuerzo continuado de todas las administraciones, de todas. Ha sido posible porque hemos sido capaces de reponernos de cada uno los peque?os fracasos que al final alimentaron la soluci¨®n. Fue necesario restaurar el sistema hidr¨¢ulico del parque, con la contestaci¨®n de muchos. Poner en marcha sucesivos planes de control de extracciones, siempre insatisfactorios. Comprar centenares de hect¨¢reas y derechos de agua en el entorno de Las Tablas, nunca suficientes. Realizar acciones de recarga hidr¨¢ulica, discutibles incluso. Todo esto ha sido una hermosa sucesi¨®n de ideas insatisfechas, de voluntades incompletas, de contradicciones internas para que, al final, con sorpresa de todos, el agua vuelva.
No est¨¢ todo hecho, pero en mi peque?a historia personal hoy es un gran d¨ªa. Tras 30 a?os, los que dec¨ªamos que las Tablas ten¨ªan futuro no ment¨ªamos. Los paisajes solo mueren cuando lo hacen las ¨²ltimas personas que los recuerdan. Quiera el tiempo y la esperanza que este no sea el caso. Hoy se lo record¨¦ a una madre ya anciana.
Jes¨²s Casas Grande fue director de Parques Nacionales.
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