El Gobierno extingue la cotizaci¨®n de 145.000 cuidadoras de ancianos
Las bajas en la Seguridad Social afectan al 84% de los afiliados
Los recortes se notan directamente en la afiliaci¨®n a la Seguridad Social. En noviembre, el instituto p¨²blico ha visto c¨®mo unas 145.000 cuidadoras de dependientes, el 85% de las que cotizaban, desaparec¨ªan de sus registros, seg¨²n los datos a los que ha tenido acceso este diario. Estas cuidadoras reciben una ayuda por atender a sus familiares dependientes o discapacitados, pero hasta ahora el Gobierno se encargaba, adem¨¢s, de cotizar por ellas a la Seguridad Social. Ya no.
Desde que en 2007 entr¨® en vigor la Ley de Dependencia, el Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales se hac¨ªa cargo te¨®ricamente de la cotizaci¨®n de las cuidadoras familiares (un 92% son mujeres). El Gobierno se libr¨® de esta obligaci¨®n con los recortes de verano y dict¨® que si alguien quer¨ªa seguir cotizando ten¨ªa de plazo hasta el 1 de noviembre para comunicarlo; de no hacerlo dejar¨ªa de cotizar, retroactivamente, desde el 1 de septiembre. La ca¨ªda de cotizantes de este colectivo se ve¨ªa venir.
No obstante, en los m¨¢s de cinco a?os que ha estado en vigor esta medida, Sanidad no ha pagado un euro por ello, a pesar de que para la Seguridad Social supon¨ªa unos 300 millones al a?o. La consecuencia es que Sanidad debe al instituto que dirige Tom¨¢s Burgos algo m¨¢s de 1.000 millones que desembolsar¨¢ en 2013.
Los ¨²ltimos datos publicados por Sanidad indican que hab¨ªa 171.713 cuidadoras familiares por las que se cotizaba. Esta cifra representa solo el 39% del total del colectivo, porque el resto, hasta 434.000, o cotizaban ya por otro empleo o eran pensionistas. Hay miles de mujeres ya jubiladas que cuidan a sus padres de edad muy avanzada. De hecho, entre los que figuraban como cotizantes casi 40.000 personas son mayores de 60 a?os.
Se pretend¨ªa que miles de mujeres tuvieran acceso a una pensi¨®n
Los cuidadores familiares han sufrido mucho la crisis, y algunos excesos verbales. Si el dependiente al que atienden es de m¨¢xima gravedad pueden cobrar algo m¨¢s de 500 euros. Pero esas prestaciones han sido recortadas un 15% como m¨ªnimo. Las comunidades pueden rebajarlas m¨¢s. El recorte se justific¨® en la necesidad de ir cambiando estas prestaciones econ¨®micas por servicios profesionales, que, adem¨¢s, generan empleo. Pero el ahogo econ¨®mico en que est¨¢ inmerso el sistema de la dependencia no proporciona ni lo uno ni lo otro.
La escasez de servicios (residencias geri¨¢tricas, centros de d¨ªa) cuando se implant¨® la ley era notable en algunas zonas. Por esa raz¨®n se permitieron, de forma excepcional, las prestaciones econ¨®micas, pensadas sobre todo para el ¨¢mbito rural. Lo excepcional se convirti¨® pronto en norma, porque estas prestaciones sal¨ªan m¨¢s baratas a las comunidades que conceder una plaza en una residencia. Cuando las pagas familiares se iban extendiendo m¨¢s de lo razonable, los dirigentes argumentaban que ese era el deseo de los beneficiarios, seguir atendidos en casa, y que esta prestaci¨®n reconoc¨ªa el trabajo de todas esas mujeres. Era cierto. Pero ahora que se les ha rebajado la paga y dejado sin cotizaci¨®n, la explicaci¨®n es distinta: ahora se habla de trampas y se dice que eso no es empleo. El secretario de Estado de Servicios Sociales, Juan Manuel Moreno, lleg¨® a hablar este a?o de "fraude" entre aquellos que perciben las "paguillas". No aport¨® ni un caso. Y puede que alguno haya, pero sus palabras no reconoc¨ªan, desde luego, la tarea de miles de mujeres que mucho antes de que existiera esta ley ya cuidaban de los suyos de forma gratuita y, en muchos casos, dejando su empleo.
Las cotizaciones a la Seguridad Social por este concepto se vendieron en su d¨ªa como un complemento precisamente para aquellas mujeres que dejaron su trabajo para cuidar de sus mayores (son la mayor¨ªa de los casos) o familiares discapacitados. As¨ª pod¨ªan completar un periodo de cotizaci¨®n que les permitiera tener una pensi¨®n. Y sus cuidados se reconocer¨ªan como un proceso de formaci¨®n que podr¨ªa abrirles puertas, cuando los ancianos fallecieran y ellas pudieran buscar empleo en el sector.
Aurelia tuvo que dejar su trabajo, ahora ha perdido esta cotizaci¨®n
Nada de eso queda ya. Aurelia Jerez dej¨® su empleo de cocinera cuando naci¨® su hijo hace unos cuatro a?os; le dieron la "paguilla" de 520 euros para atender a un ni?o con encefalopat¨ªa epil¨¦ptica catastr¨®fica, que le impide la movilidad, le roba la vista y requiere cuidados permanentes como si se tratara de un beb¨¦. "Ahora ya solo cobro 442 euros porque en Castilla-La Mancha tambi¨¦n han rebajado ese 15%. Si adem¨¢s tengo que pagar los 163 euros de la cotizaci¨®n no me llegar¨ªa para las terapias b¨¢sicas que pago, fisioterapia, logopedia¡".
Ella llevaba cotizando m¨¢s de 20 a?os cuando naci¨® el cr¨ªo. Ahora viven de la pensi¨®n de su marido, ya jubilado, en una casa, en Azuqueca de Henares (Guadalajara), en la que conviven otros dos hijos, de 12 y 17 a?os. "No les importamos nada. Hacen sus cuentas y les da igual de d¨®nde se recorta. Aunque yo creo que son reformas ideol¨®gicas, porque si no recortar¨ªan de otros sitios", se queja de los pol¨ªticos.
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