El consumidor ¨¦tico y el dilema del ¡®foie¡¯
La sanci¨®n al restaurante Mugaritz revela el creciente inter¨¦s por el bienestar animal La forma de producci¨®n enfrenta a empresas grandes y artesanales La normativa excesiva ahoga a los peque?os
?Sabe usted cocinar? No vale fre¨ªr unos rollitos de primavera congelados y acompa?arlos de una guarnici¨®n en tarrina de pl¨¢stico calentada al microondas. No, no. Cocinar. Es decir, transformar productos frescos en un buen plato del d¨ªa. ?Sabe o no? Cada d¨ªa menos personas pueden responder con un s¨ª. Especialmente quienes viven en esos nuevos apartamentos americanos donde, dicen, ya no hay siquiera una peque?a kitchen, basta con una nevera y un microondas. Quienes no saben cocinar, o no pueden, acabar¨¢n comiendo precocinados. Y los modos de vida van por ese camino.
Pero tambi¨¦n crecen en n¨²mero aquellos que apuestan por alimentos de temporada, cercan¨ªa entre el productor y el consumidor, animales que no hayan sido maltratados, sustituci¨®n del catering escolar por comida preparada de forma tradicional, sostenibilidad en las exportaciones e importaciones; lo llaman alimentaci¨®n ¨¦tica. Sus expectativas, a veces ilusorias, chocan con los intereses de la gran industria, a veces aplastante. Quiz¨¢ es posible desandar el camino hasta que se encuentren en un virtuoso punto medio.
La sanci¨®n impuesta la semana pasada al restaurante guipuzcoano Mugaritz por cierta normativa sanitaria incumplida y la suspensi¨®n cautelar del sacrificio de palm¨ªpedas a la granja que le surt¨ªa de foie gras ilustra bien la batalla que est¨¢n librando unos y otros por los h¨¢bitos de consumo. En este caso coinciden dos v¨¦rtices del debate: por un lado, el maltrato animal, con el engorde de las ocas y su sacrificio sin aturdimiento previo; por otro, el estrangulamiento de las explotaciones familiares, con menos recursos pero m¨¢s sostenibles y cercanas al consumidor.
El consumidor a menudo desconf¨ªa de la informaci¨®n que recibe
El eurobar¨®metro muestra el creciente inter¨¦s de los consumidores europeos por el bienestar animal. Tambi¨¦n al otro lado del Atl¨¢ntico, California se ha convertido en el primer Estado en prohibir el consumo de foie gras por la crueldad que entra?a la obtenci¨®n cl¨¢sica de este producto. Pero el bienestar animal, algo que, en principio, parecer¨ªa de sentido com¨²n, tambi¨¦n encierra un buen debate. ¡°Sobre este asunto se legisla con una base cient¨ªfica de poca profundidad. Medir el estr¨¦s de los animales, por ejemplo en el transporte, no es f¨¢cil: los niveles que se aprecian en un perro que va corriendo tras un conejo son los mismos que dar¨ªa si le est¨¢n matando a palos¡±, sostiene el catedr¨¢tico Luis Gos¨¢lvez, del departamento de Producci¨®n Animal de la Universidad de Lleida. ¡°Los medidores tienen en cuenta una parte f¨ªsica, pero tambi¨¦n existen las circunstancias psicol¨®gicas. No hay una forma incontestable de medir todo esto¡±, a?ade.
El pez grande...
- Este mismo a?o las grandes empresas conserveras libraron una batalla en Europa para que en el etiquetado no apareciera la procedencia exacta del pescado enlatado. Los negocios artesanales protestaron porque ellos s¨ª sab¨ªan con exactitud de d¨®nde proced¨ªa su pescado, c¨®mo se capturaba y quer¨ªan dar esa informaci¨®n a los clientes. Ganaron los grandes.
- El pescado es uno de los productos que llega con m¨¢s opacidad al mercado, dicen los expertos. Cuando llega. Miles de toneladas se tiran al mar antes del atraque de los barcos para no incumplir las cuotas de captura impuestas por Europa. La organizaci¨®n Niunpezporlaborda.org llama a la ¨¦tica en este asunto de los descartes. Aliados con algunos de los m¨¢s famosos cocineros pretenden hacer llegar al p¨²blico esta informaci¨®n para generar un estado de opini¨®n que contribuya a cambiar las cosas. Alg¨²n cocinero ha guisado uno de estos pescados tirados en la orilla para subrayar el desprop¨®sito.
Gos¨¢lvez opina que cuando se legisla sobre este asunto est¨¢n pesando m¨¢s ciertos intereses: ¡°Los condicionantes que impone la ley parecen servir al bienestar animal, pero a lo mejor de lo que se trata es de limitar la competencia que llega de otros pa¨ªses, donde no se exigen normas de sacrificio, por ejemplo¡±. Para colmo, opina este catedr¨¢tico, ¡°Europa no tiene posibilidad de detectar todo eso, as¨ª que, al final, nuestros ganaderos o agricultores, pagan el pato porque ellos s¨ª tienen que cumplir una normativa mientras compiten con otros que no la cumplen¡±, se queja.
Le responde Xavier Manteca, doctor en Veterinaria, del departamento de Ciencia Animal de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona: ¡°Desde los a?os setenta disponemos de muchos trabajos de investigaci¨®n y de protocolos de evaluaci¨®n para medir el bienestar animal: utilizamos una combinaci¨®n de comportamiento, fisiolog¨ªa, salud y producci¨®n¡±, explica. ¡°La legislaci¨®n al respecto no se basa solo en evidencias cient¨ªficas, tambi¨¦n en la percepci¨®n de los consumidores y en el compromiso con ciertos intereses¡±, dice. Reconoce Manteca que es dif¨ªcil para Europa controlar productos de otras procedencias, pero cree que eso no debe ser excusa para ¡°tratar de legislar incorporando el bienestar animal en la pol¨ªtica ganadera¡±. Y cree que si el consumidor no paga m¨¢s por consumir alimentos de procedencia ¨¦tica es porque no est¨¢ convencido de la informaci¨®n que se le proporciona sobre ello o porque considera que no debe hacerlo. ¡°Yo no quiero que me den a elegir entre pagar m¨¢s barato por un pescado de r¨ªo contaminado o m¨¢s caro por otro de r¨ªo limpio. Sencillamente creo que el r¨ªo no debe estar contaminado¡±.
Espa?a importa al d¨ªa 300.000 kilos de pollo y exporta m¨¢s de 200.000
A veces ocurre una tercera cosa: que el consumidor, sencillamente, no sabe d¨®nde encontrar esos productos. ¡°Cierto, pero es algo que va mejorando. En Barcelona, por ejemplo, crecen los huertos urbanos, que han pasado de 20 a m¨¢s de 200 en cinco a?os, cada vez hay m¨¢s cooperativas de consumidores para adquirir productos ecol¨®gicos y en algunas zonas se empieza a exigir que la comida que llega a las escuelas se compre a los agricultores de la zona¡±, enumera Javier Guzm¨¢n, de VSF (Veterinarios sin Fronteras)-Justicia Alimentaria Global. Proliferan, adem¨¢s, iniciativas que apelan directamente a la ¨¦tica del consumidor, a otros modos de consumir y, finalmente, de vivir. Por ejemplo, el caso del at¨²n rojo de Balfeg¨®, una empresa catalana que incorpora en sus env¨ªos de pescado a los grandes restaurantes unas etiquetas con unos c¨®digos. El cliente fotograf¨ªa con el m¨®vil la etiqueta y un sencillo programa incorporado al tel¨¦fono le dar¨¢ informaci¨®n exhaustiva sobre la procedencia del producto, la llamada trazabilidad. El director general de Balfeg¨®, Juan Serrano, no solo defiende ¡°el derecho del consumidor a conocer los detalles¡±, adem¨¢s cree, y esto es lo interesante, que para la empresa esta iniciativa supone una ¡°ventaja competitiva¡±.
Otro ejemplo es la Pater¨ªa Sousa, en Aldea de Pallares (Badajoz), de donde sale foie gras digno del primer premio en Francia. As¨ª ocurri¨®, pero los franceses se enfadaron porque aquellas ocas extreme?as no hab¨ªan saturado su h¨ªgado del modo tradicional, es decir, poniendo un embudo en el pico del animal y aliment¨¢ndole a lo bestia. La normativa europea, de hecho, no lo considera foie gras porque las ocas engrasan su h¨ªgado al aire libre: generan reservas energ¨¦ticas con la falsa ilusi¨®n de que emigrar¨¢n llegado el momento, algo que ni siquiera se les pasa por la cabeza si est¨¢n en un espacio reducido. Sousa es una empresa peque?a, familiar, cuyas ventas alcanzan a Estados Unidos y ha renunciado al pol¨¦mico embuchado. ¡°En Extremadura nunca se ha embuchado y tener ocas en los cortijos era t¨ªpico de toda la vida, pero como en esta tierra se ha pasado mucha pena se dejaron de criar, porque una oca come m¨¢s que una vaca¡±, dice Eduardo Sousa.
Se puede hacer mejor, como se ve, pero las formas de consumo del mundo occidental muestran, desde luego, ejemplos de grandes desprop¨®sitos, que cita de carrerilla Javier Guzm¨¢n, de VSF. ¡°Espa?a importa 300.000 kilos de pollo al d¨ªa y exporta m¨¢s de 200.000; salen 3.500 cerdos vivos al d¨ªa y entran unos 2.000; de ser un pa¨ªs productor de garbanzos hemos pasado a importar el 87%; el trigo que producimos solo nos dar¨ªa para consumir desde el 1 de enero hasta el 28 de julio y nuestro pescado solo abastecer¨ªa el mercado nacional hasta el 8 de mayo¡±.
Pater¨ªa Sousa produce 'foie' de primer nivel sin embuchar a las ocas
En cambio, encontramos cerezas en diciembre que vienen de Chile y cualquier verdura o fruta que no es de temporada est¨¢ en los mercados todo el a?o. ?Es esto ¨¦tico? ¡°Los alimentos importados recorren de media 5.000 kil¨®metros¡±, dice. ¡°Eso supone un terrible gasto energ¨¦tico en el transporte y alta contaminaci¨®n¡±. ¡°Por eso defendemos un mercado de proximidad, con menos trabas legislativas, que en realidad no son tantas, pero los agricultores creen que las hay, y no es cierto. En otros pa¨ªses, como Italia o Francia, hay m¨¢s circuitos cortos. Pero en Espa?a la gran industria alimentaria, en manos de un pu?ado de empresas, presiona para que haya normativa que ahogue a los peque?os productores. En 1994 hab¨ªa 140.000 explotaciones ganaderas familiares y ahora 20.000¡±, pone como ejemplo.
La granja Momotegi, que surt¨ªa de foie gras al Mugaritz podr¨ªa ser el ejemplo de peque?a explotaci¨®n que vende sus productos a un cliente cercano. La asociaci¨®n animalista Igualdad Animal los denunci¨® y ha conseguido un expediente sancionador: no estaban de acuerdo con las pr¨¢cticas de embuchado y sacrificio sin aturdir, aunque finalmente la multa ha sido de car¨¢cter sanitario. ¡°Solo queremos que esa informaci¨®n sobre el maltrato animal llegue a los consumidores y que estos act¨²en informados¡±, defiende Javier Moreno, de Igualdad Animal.
El chef Pedro Subijana, presidente del club gastron¨®mico Eurotoques, que agrupa a los grandes de la cocina, defiende al restaurante sancionado, precisamente por la cercan¨ªa del proveedor: ¡°Buscamos al proveedor cercano, al que visitar y controlar la calidad. Entiendo la preocupaci¨®n del consumidor con la ¨¦tica, pero las cosas tampoco se pueden sacar de quicio. Todo esto nos lleva finalmente a que lo ¨²nico bueno es la comida r¨¢pida, en lugar de lo artesanal. La gran industria gana, mueve la publicidad y las formas de vida¡±, asegura.
La menor soberan¨ªa alimentaria es un problema grave en muchos pa¨ªses
Desde Veterinarios sin Fronteras luchan para que las compras p¨²blicas fomenten los negocios familiares. ¡°Que todo lo que se compre con dinero p¨²blico para la alimentaci¨®n en las escuelas, en los hospitales, tenga un componente de proximidad y ecol¨®gico que fortalezca a los productores locales. Pero es complicado tumbar la barrera de las grandes empresas productoras y distribuidoras que presionan para que la normativa est¨¦ a su favor, porque los peque?os no podr¨¢n adaptarse a tantos requisitos¡±, asegura Guzm¨¢n. En efecto, las mejores condiciones para el bienestar animal de las gallinas han provocado el cierre de muchas peque?as granjas. Son aspectos dif¨ªciles de conciliar.
La Federaci¨®n Espa?ola de Industrias de la Alimentaci¨®n y Bebidas (FIAB) tiene una versi¨®n distinta: ¡°La industria alimentaria solo trata de adaptarse a la necesidad del consumidor y es la legislaci¨®n la que nos va marcando el camino. Si hacemos alimentos funcionales es porque as¨ª lo demandan¡±, dicen. Y aseguran que cuando producen a gran escala en pa¨ªses en desarrollo contribuyen con otras iniciativas al bienestar de aquellas poblaciones. ¡°En 40 a?os la poblaci¨®n crecer¨¢ en 2.400 millones. Hay que darles de comer¡±, justifican.
Despu¨¦s de 30 a?os en la FAO y ahora director de la c¨¢tedra de Estudios de Hambre y Pobreza de la Universidad de C¨®rdoba, Jos¨¦ Esquinas sabe que no es necesario producir a gran escala para alimentar al mundo. Es m¨¢s, que puede generar mucha hambre. ¡°Le contar¨¦ el caso de Benin. En este pa¨ªs africano hace 25 a?os hab¨ªa muchos peque?os agricultores y no hab¨ªa hambre. Pero les llegaron recomendaciones internacionales para que produjeran algod¨®n y elevaran su poder de compra, su renta. As¨ª lo hicieron, hasta que, en 2008, lleg¨® la crisis alimentaria y los productos b¨¢sicos multiplicaron su precio. A esos ciudadanos, a los que sus magros salarios apenas les da para pagar la comida (emplean el 75% del sueldo en eso) les sobrevino la ruina y el hambre. Pero ya era tarde, hab¨ªan perdido su antigua forma de producci¨®n¡±. La p¨¦rdida de soberan¨ªa alimentaria es una de las grandes preocupaciones actuales. En opini¨®n de Esquinas, no es la producci¨®n industrial la que asegura la alimentaci¨®n mundial, puesto que ahora hay hambre habiendo alimentos para casi el doble de la poblaci¨®n, sino la soberan¨ªa alimentaria. ¡°En Espa?a, todav¨ªa el 65% de lo que llega a la boca est¨¢ producido por empresas familiares¡±, asegura, ¡°pero lo de Benin no es un caso aislado¡±.
Esquinas aboga por ¡°desarrollar la conciencia del consumidor, que somos todos¡±. ¡°Podemos cambiar la sociedad transformando el carro de la compra de una forma pac¨ªfica en un carro de combate. Comprando de manera que el producto sea bueno, limpio medioambientalmente y justo, sin trabajo esclavo y respetando la identidad cultural que tambi¨¦n est¨¢ en la comida¡±.
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