El calendario maya, la pasi¨®n por la hecatombe y el fin del sentido com¨²n
Las ansias apocal¨ªpticas se renuevan en base a una predicci¨®n astron¨®mica del siglo VII El espect¨¢culo oculta la marginaci¨®n econ¨®mica, social y cultural de un pueblo milenario
¡°Se?ora¡±. La se?ora no escucha. ¡°Se?ora, disculpe¡±. Ahora la se?ora escucha y deja de mirar su cubo de agua sucia. Mar¨ªa Bautista tiene los ojos saltones y viste de uniforme, con una camisa holgada que le cuelga hasta los muslos como a un muchacho rapero. Es una empleada de la limpieza del metro de la ciudad de M¨¦xico. El vag¨®n a¨²n no ha llegado. Estamos a 17 de diciembre. ¡°?Usted qu¨¦ opina de lo del fin del mundo?¡±. La se?ora responde: ¡°Pues mire, yo creo que ahoritita estamos aqu¨ª y al ratito qui¨¦n sabe, eso depende del Se?or¡±. La empleada de la limpieza, de pie con una fregona, no se cree la supuesta profec¨ªa apocal¨ªptica de los mayas. ¡°Ellos que digan lo que quieran¡±, dice en contra de la civilizaci¨®n que invent¨® el n¨²mero cero, ¡°pero el de arriba es el que lo sabe todo. Como dice el dicho, el ¨¢rbol no se mueve si no es por la voluntad de Dios¡±. El metro ha llegado. Mar¨ªa Bautista se queda fregando el and¨¦n.
Dos inscripciones iconogr¨¢ficas de los antiguos mayas han despertado de nuevo las ansias de los adoradores del cataclismo universal. Una se labr¨® en el siglo VII en el Monumento 6 de Tortuguero, en el Estado mexicano de Tabasco. Y otra en La Corona, Guatemala. En las dos est¨¢ se?alado el 21 de diciembre de 2012 como un fin de ciclo que los apocal¨ªpticos ven como el d¨ªa del Armaged¨®n y los estudiosos de los glifos mayas como un simple cambio de ¨¦poca anunciado por un pueblo que jam¨¢s concibi¨® la idea de un gran estropicio planetario. En el c¨®digo maya ese d¨ªa se cumple el decimotercer b¡¯aktun ¡ªt¨¦rmino que para ellos demarcaba periodos de 394 a?os¡ª y se completa un c¨ªrculo astron¨®mico que comenz¨® en el 3114 antes de Cristo y que ahora se cierra para dar paso a otra era de su calendario.
Pero las explicaciones cient¨ªficas no han calmado a los fatalistas, que se han animado a anunciar toda clase de cat¨¢strofes para el d¨ªa 21. Un cometa se empotrar¨¢ en la Tierra. No, la abrasar¨¢ una tormenta solar. Ser¨¢ un extraordinario terremoto el que lo quiebre todo de una vez por todas. O una inversi¨®n de los polos magn¨¦ticos del planeta. Y si no, ser¨¢ un rayo sincronizador proveniente del centro de la galaxia el que nos convierta en polvo interestelar. La NASA ha recibido miles de mensajes de ciudadanos preocupados. Pese a que se trata de temores individuales, no de p¨¢nico colectivo, ha hecho una declaraci¨®n negando todos los terror¨ªficos supuestos de los int¨¦rpretes esot¨¦ricos. ¡°El 21 de diciembre no ser¨¢ el fin del mundo como lo conocemos¡±, ha sentenciado la agencia espacial estadounidense. Es decir: esto no se acaba. El ¨¢rbol no se mueve si no lo avisa la NASA.
El 21 de diciembre de 2012 est¨¢ se?alado como fin de ciclo en inscripciones mayas
¡°Los mayas no cre¨ªan en el fin del mundo¡±, reflexiona el investigador Dirk van Tuerenhout, comisario de una muestra sobre las profec¨ªas mayas inaugurada recientemente en el Museo de Ciencias Naturales de Houston. ¡°Esta idea viene del mundo occidental. Somos nosotros los que estamos obsesionados con la idea del apocalipsis¡±. El ensayista mexicano Ignacio Padilla, que ha publicado este a?o La industria del fin del mundo (Taurus), tambi¨¦n considera que estos miedos son un producto de tradici¨®n occidental actualizado por neuras contempor¨¢neas. ¡°Nuestra cultura y nuestros d¨ªas son tan sensibles al milenarismo que basta combinar un par de locos con la seudociencia para encender la llama apocal¨ªptica¡±. ?l cree que ¡°la revoluci¨®n cibern¨¦tica¡± ha sido un acicate para la difusi¨®n de absurdos. Padilla afirma que Internet ha creado ¡°una anemia cr¨ªtica y un titubeo de los m¨¦todos de verificaci¨®n hist¨®rica¡±, ¡°un pandemonio ¨®ptimo para el florecimiento desordenado del miedo¡±. En su obra, afirma que la subcultura del fin del mundo es de ra¨ªz judeocristiana y se asienta sobre el Apocalipsis de Juan de Patmos, un texto antiguo que en su d¨ªa fue calificado por el dramaturgo Bernard Shaw como ¡°un curioso registro de las visiones de un drogadicto¡±.
Entre los continuadores modernos de las elucubraciones de Juan de Patmos est¨¢ un mexicano-estadounidense llamado Jos¨¦ Arg¨¹elles, que falleci¨® en 2011. Fue la cabeza de una cosa autodenominada Movimiento Sincronario de las 13 Lunas. En un reportaje publicado por la revista mexicana Gatopardo se cuenta que Arg¨¹elles era un hijo del hippismo con un cociente intelectual de ¡°genio¡± -convenientemente sazonado con ¨¢cido lis¨¦rgico en sus a?os mozos-? y que defin¨ªa su estilo como ¡°maya gal¨¢ctico¡±. Su libro El factor maya (1987), traducido a una docena de idiomas y le¨ªdo en 90 pa¨ªses, ha sido una referencia en la interpretaci¨®n deformada de las proyecciones astron¨®micas de la antigua civilizaci¨®n mesoamericana. Enrique Serna, columnista del diario mexicano El Universal, se remonta m¨¢s atr¨¢s y se?ala que la ¡°charlataner¨ªa¡± viene de las ideas de un gur¨² suizo llamado Erich von D?niken. ¡°?l sostuvo que los mayas hab¨ªan alcanzado una sorprendente sabidur¨ªa matem¨¢tica y astron¨®mica gracias a la influencia de los extraterrestres, una idea bastante racista en el fondo, pues demeritaba la capacidad intelectual de los viejos sacerdotes¡±.
La NASA tranquiliza ante predicciones fatalistas: ¡°No ser¨¢ el fin del mundo¡±
Con todo, el actual fen¨®meno maya no ha tenido una repercusi¨®n intensa en la vida real. Elio Masferrer, presidente de la Asociaci¨®n Latinoamericana para el Estudio de las Religiones, considera que la paranoia apocal¨ªptica fue mayor en el reciente cambio de milenio, cuando entre otras cosas se anunciaba un fat¨ªdico colapso de las telecomunicaciones. ¡°Aquello fue impresionante. Me paraban los vecinos por la calle y me preguntaba si de verdad se iba a acabar el mundo¡±. Ignacio Padilla coincide en que este ha sido ¡°un apocalipsis m¨¢s bien descafeinado¡±. ?l afirma que actualmente las perspectivas de un cataclismo ¡°tienen m¨¢s de deseo que de temor¡±. Desde su punto de vista, el siglo XXI, desprovisto de los grandes relatos del pasado, el bien contra el mal, el comunismo contra el capitalismo, las bombas at¨®micas de Estados Unidos contra las sovi¨¦ticas, nos deja sin argumentos para justificar la posibilidad del colapso. ¡°A la humanidad le queda solo el goce descarnado de la fantas¨ªa crepuscular, el deleite masoquista de la hecatombe como espect¨¢culo¡±.
Los brotes de p¨¢nico ante la llegada del decimotercer b¡¯aktun maya han sido puntuales y debidamente registrados por los medios. El diario Pravda, fundado por Lenin en 1912, cont¨® en noviembre ¡ªen un art¨ªculo titulado con mesura El mundo se prepara para el d¨ªa del juicio final¡ª que en Rusia se esperaba un aluvi¨®n de matrimonios para el d¨ªa 21. En la ciudad rusa de Novokuznetsk, seg¨²n el diario brit¨¢nico Daily Telegraph, se ha dado entre los ciudadanos un s¨²bito aprovisionamiento de sal. El propio primer ministro ruso, Dimitri Medv¨¦dev, ha considerado oportuno dirigirse a la opini¨®n p¨²blica para disipar temores. ¡°Yo no creo en el fin del mundo¡±, ha sentenciado. ¡°Al menos, no en este a?o¡±.
La prensa tambi¨¦n afirma que en Estados Unidos han aumentado las ventas de b¨²nkeres. El Grupo Vivos ofrece lujosos silos subterr¨¢neos con cabida para 1.000 personas en los que se cuenta hasta con cl¨ªnica dental. En China la preocupaci¨®n ha motivado que en la provincia de Sichu¨¢n se multiplique la venta de velas para tener con qu¨¦ combatir la oscuridad que extender¨¢ el fin del mundo sobre la faz de la Tierra. Los chinos, adem¨¢s, lideran la estad¨ªstica del miedo. Seg¨²n una encuesta realizada en marzo por Ipsos para la agencia Reuters, a la que respondieron unas 16.000 personas de 21 pa¨ªses distintos, uno de cada diez encuestados por todo el globo dio cr¨¦dito a la suposici¨®n del fin del mundo maya, cifra que alcanz¨® su cima en el pa¨ªs asi¨¢tico, en el que respald¨® esa posibilidad un 20%.
¡°Esta idea occidental est¨¢ alimentada por neuras de hoy¡±, dice un investigador
En M¨¦xico, el acabose maya ha invitado al ¡°turismo de la cat¨¢strofe¡±, en palabras del escritor Juan Villoro. Seg¨²n los datos que se han conocido hasta ahora, el repunte de las visitas nacionales y extranjeras a la zona maya mexicana ha sido moderado. Los datos proporcionados a este diario por el Gobierno del sure?o Estado de Yucat¨¢n, cuna de la civilizaci¨®n maya, indican que entre noviembre y diciembre llegar¨¢n a este lugar unos 250.000 turistas ¡°con pernocta¡± y que desde enero hasta noviembre el tr¨¢fico de curiosos por las zonas arqueol¨®gicas de la zona ha sido un 9,3% mayor que en 2011. Pero el im¨¢n tur¨ªstico maya es el vecino Estado de Quintana Roo, donde se encuentra Canc¨²n. Basta telefonear a un hotel para que a uno le pongan los dientes largos con un paquete completo con ¡°desayuno, comida, cena, bebidas alcoh¨®licas nacionales e internacionales y snacks¡± y que luego se lleve el chasco de que no queden habitaciones libres para la madrugada del 22 de diciembre. La Asociaci¨®n de Hoteles de Canc¨²n ya se ha congratulado de un aumento de la ocupaci¨®n del 9% con respecto al a?o pasado.
En cuanto al enfoque p¨²blico de los fastos mayas, cabe mencionar que en el epicentro del fen¨®meno, Yucat¨¢n, las autoridades no han agitado el remolino catastrofista. En una entrevista en la Ciudad de M¨¦xico con este diario, el antrop¨®logo yucateco Iv¨¢n Franco, miembro del Instituto Nacional de Antropolog¨ªa e Historia, afirm¨® que el Gobierno de su regi¨®n le ha dado ¡°un contenido respetuoso¡± a la fecha del decimotercer b¡¯aktun. Franco reconoce que las instituciones p¨²blicas han explicado correctamente que se trata solo del cambio de una era, y no de un final c¨®smico, aunque lamenta que, por lo general, la pol¨ªtica cultural del Estado prima un enfoque de ¡°exaltaci¨®n de lo maya vinculado al turismo, m¨¢s que a factores educativos como la ense?anza local de la lengua o como el autoconocimiento hist¨®rico¡±. Seg¨²n sus observaciones, en este Estado de 1.900.000 habitantes en el que el 51% de la poblaci¨®n es de etnia maya, los ind¨ªgenas siguen siendo discriminados por su forma de vestir, por su aspecto ¡°bajo, bronceado, de nariz un poco aguile?a y de cara redonda¡±, y por su lengua nativa, que entremezclan como buenamente pueden con el espa?ol.
En EE UU crece la venta de b¨²nkeres y en M¨¦xico, el turismo de cat¨¢strofre
Iv¨¢n Franco explica que los mayas han sufrido el empobrecimiento del campo por las reformas agrarias, que seg¨²n su versi¨®n han pasado en muchos casos de una forma de propiedad comunitaria a otra privada, y que este factor, sumado a su crecimiento demogr¨¢fico, los ha movido a la emigraci¨®n a Estados Unidos o a los centros hoteleros de la Riviera Maya. Se calcula que en California hay unos 120.000 yucatecos, el 80% de origen maya, de acuerdo con datos de la delegada en Yucat¨¢n de la Comisi¨®n Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Ind¨ªgenas, Diana Canto. En San Francisco incluso hay una calle llamada Mission Street que recibe el apodo de Mayatown. Desde su cargo oficial, Diana Canto corrobora la realidad del empobrecimiento del pueblo maya, su degradaci¨®n ling¨¹¨ªstica y su progresiva desconexi¨®n de sus ra¨ªces, mayor en zonas urbanas que en el campo, seg¨²n matiza.
Los mayas del siglo XXI viven m¨¢s pendientes de superar el d¨ªa a d¨ªa que del movimiento de los astros, y en ocasiones la ignorancia de sus ra¨ªces los puede llevar a escenas tragic¨®micas. Armando Escalante, antiguo reportero del Diario de Yucat¨¢n, cuenta por tel¨¦fono una an¨¦cdota reciente que le ocurri¨® a su hermana con una empleada dom¨¦stica de origen maya. La trabajadora, escamada por el continuo runr¨²n en la radio y en la tele sobre las profec¨ªas del fin del mundo, le pregunt¨® a su jefa: ¡°Se?ora, ?y esos mayas existen?¡±. El escritor Juan Villoro, que ha recorrido en 2012 diversas zonas arqueol¨®gicas mexicanas para realizar un documental de televisi¨®n, confirma igualmente el estado declinante de esta etnia. ¡°Los mayas viven en una pobreza lamentable¡±, opina en una entrevista por correo electr¨®nico. ¡°Y adem¨¢s de vivir en la miseria, han perdido el contacto con la cultura de sus ancestros¡±. En un art¨ªculo previo publicado en el diario mexicano Reforma, Juan Villoro, de madre criolla yucateca, se burlaba de los miedos al fin del mundo y llevaba la cuesti¨®n del velo del espect¨¢culo medi¨¢tico al tu¨¦tano de la marginaci¨®n social y cultural. ¡°El aut¨¦ntico desaf¨ªo no es el fin de la Tierra sino de una cultura. Quienes a¨²n hablan maya viven un apocalipsis cotidiano. Venerados como piezas de museo, carecen de presente. El apocalipsis no es lo que puede ocurrir, sino lo que debe terminar¡±.
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