¡°Nos arriesgamos a perder lo invertido en cooperaci¨®n¡±
La investigadora en malaria y salud materna vive entre ?frica y Espa?a
De peque?a, con cuatro o cinco a?os, quer¨ªa ser monja. Misionera, en realidad. Por esa idea rom¨¢ntica y solidaria ¡ªm¨¢s que religiosa¡ª de ayudar a la gente y viajar por el mundo. Pero Clara Men¨¦ndez (Madrid, 1959) acab¨® por estudiar medicina. Medicina tropical, para m¨¢s se?as, una pasi¨®n que naci¨® ¡°por generaci¨®n espont¨¢nea¡±. Nadie de su familia se dedicaba al ¨¢mbito sanitario, aclara. Y una vez que comenz¨®, lo tuvo claro: ¡°Siempre me vi trabajando en pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. Me imaginaba en India¡±, dice sonriendo. Al final los proyectos la condujeron a ?frica, donde lleva media vida trabajando en Gambia, Tanzania o Mozambique.
Hasta ese continente viaj¨® reci¨¦n licenciada junto con su pareja y despu¨¦s marido, el tambi¨¦n investigador Pedro Alonso. Y en Mozambique ¡ªdonde vive desde 1996, a caballo con Barcelona¡ª cre¨® el Centro de Investigaci¨®n en Salud de Mani?a, que lucha para reducir las enfermedades relacionadas con la pobreza; entre ellas la malaria. El trabajo de ambos all¨ª, donde investigan para desarrollar una vacuna para esa enfermedad, les vali¨® en 2008 el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de Cooperaci¨®n. Men¨¦ndez ha dirigido sus trabajos hacia la salud materno infantil. ¡°Son una parte de la poblaci¨®n muy vulnerable. Por no decir los m¨¢s vulnerables¡±, dice. Guarda silencio unos segundos, se sirve un poco de t¨¦ de hierbabuena humeante y sigue: ¡°Muchas veces las embarazadas, las madres recientes y los ni?os mueren por enfermedades infecciosas o patolog¨ªas tratables. Como una neumon¨ªa. Hay que investigar esas causas porque las muertes maternas quedan en ocasiones como algo invisible¡±, sigue.
Sabe de lo que habla. Lo ha visto sobre el terreno. Por eso, explica que las condiciones de vida, educaci¨®n y servicios a los que tienen acceso las mujeres en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo juegan un gran papel en sus condiciones de salud. ¡°La mortalidad materna sigue siendo una de las mayores desigualdades en el derecho a la salud¡±, dice. Todo ello, a pesar de que ellas son una pieza fundamental en esos Estados: ¡°Son las que trabajan, las que cuidan a la familia, sobre las que descansa gran parte de la responsabilidad¡±.
Por eso, recalca, seguir¨¢ trabajando en ese campo que, todav¨ªa, no est¨¢ en la agenda de prioridades de los Gobiernos. Es un lastre, dice preocupada, que se une a los duros recortes que est¨¢ experimentando la cooperaci¨®n internacional, de la que se nutren muchos proyectos. El ajuste es llamativo, sobre todo en Espa?a, donde los fondos se han reducido en un 70% desde 2009. ¡°Se corre el riesgo de que se pierda todo lo invertido¡±, alerta.
La investigadora mira de reojo los relucientes dulces ¨¢rabes que el camarero ha dejado sobre la mesa. Parte uno por la mitad y se lo come. Al tiempo, vibra su tel¨¦fono. ¡°Es mi hija, que est¨¢ de viaje, as¨ª que lo voy a coger si no te importa¡±, dice. La madrile?a tiene tres hijos. Todos ya en edades universitarias. Aunque nacieron en Espa?a, vivieron junto a sus padres temporadas en ?frica. All¨ª, explica, enfermaron de malaria; al igual que muchos ni?os de esos pa¨ªses. La investigadora cuenta que sin la ayuda de sus padres y sus suegros lo habr¨ªa tenido mucho m¨¢s dif¨ªcil. Hubiera tenido serias dificultades para compatibilizar una vida de proyectos dividida entre ?frica y Barcelona, y su vida familiar. ¡°Con las escasas ayudas y redes que hay, ?qu¨¦ habr¨ªa sido de este pa¨ªs sin abuelos?¡±, dice.
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