I+D: El pa?o de Pen¨¦lope
Con los recortes presupuestarios, el Ministerio de Econom¨ªa ha echado mano de los fondos de I+D y ha dejado al sistema espa?ol de ciencia y tecnolog¨ªa pr¨¢cticamente exang¨¹e
El a?o 1958 se cre¨® la Comisi¨®n Asesora de Investigaci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica (CAICYT) y a?os despu¨¦s, en 1971, el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA) puso en marcha un ambicioso plan de modernizaci¨®n de la investigaci¨®n agroalimentaria.
Poco despu¨¦s, en 1974, se cre¨® un fondo nacional para financiar la I+D en general, a fin de que no solo la investigaci¨®n agroalimentaria dispusiese de financiaci¨®n ad hoc, y ya en la ¨¦poca de la UCD, en 1977, el reci¨¦n creado Centro para el Desarrollo Tecnol¨®gico e Industrial (CDTI) recibi¨® financiaci¨®n ex novo que le permiti¨® poner en marcha una pol¨ªtica ambiciosa de transferencia de tecnolog¨ªa y de fomento de la I+D empresarial.
Espa?a era por aquellos a?os un pa¨ªs comparativamente pobre y poco desarrollado, emisor de emigrantes y receptor de fondos de ayuda al desarrollo, y para poder financiar su incipiente sistema de I+D, tuvo que recurrir a cr¨¦ditos del Banco Mundial. Concretamente las instituciones y programas mencionados anteriormente fueron financiados con sendos pr¨¦stamos de unas decenas de millones de d¨®lares, a un inter¨¦s de entre el 7% y el 9 % y con unos plazos de amortizaci¨®n de entre quince y veinte a?os. Estos cr¨¦ditos, de hecho, se han terminado de pagar en los cercanos a?os noventa.
Cuando se cre¨® el CERN (Laboratorio Europeo de F¨ªsica de Part¨ªculas), en 1954, el Gobierno espa?ol solicit¨® formar parte de la instituci¨®n en la ?enternecedora? idea de que el nuevo organismo iba a resolver, por fin, el problema de la escasez de electricidad y de los frecuentes apagones de la luz de nuestros hogares y nuestras f¨¢bricas, por lo que se encomend¨® a la Junta de Energ¨ªa Nuclear (JEN, antecesora del actual CIEMAT) que pagase las cuotas y ostentase la representaci¨®n nacional.
Una vez que las autoridades espa?olas constataron que aquello no iba de producci¨®n de electricidad, dejaron de pagar la correspondiente cuota, que fue engordando a?o tras a?o hasta alcanzar unas proporciones elefanti¨¢sicas.
Cuando el Gobierno espa?ol decidi¨® volver de manera activa al CERN, se vio obligado a renegociar sus cuantiosos impagos y, a pesar de la previsible quita, tuvo que pagar una cantidad dolorosamente abultada.
A partir de los a?os ochenta, el incipiente sistema espa?ol de I+D se fue completando institucional y normativamente, fue incorporando cohortes de investigadores bien formados y dot¨¢ndose de infraestructuras de ¨²ltima generaci¨®n, al tiempo que iba escalando puestos en el ranking cient¨ªfico mundial e iba aumentando su producci¨®n cient¨ªfica a un ritmo solo superado por algunos pa¨ªses asi¨¢ticos.
Los responsables pol¨ªticos del sistema nacional de ciencia y tecnolog¨ªa durante los Gobiernos del PSOE hab¨ªan solido ser profesores universitarios, con la ¨²nica excepci¨®n de Cristina Garmendia, que es empresaria y doctora en biolog¨ªa molecular.
Los titulares del correspondiente departamento durante los Gobiernos del PP ofrecen un perfil m¨¢s variado: tres economistas (Anna Birul¨¦s, Josep Piqu¨¦ y Luis de Guindos), una funcionaria de Informaci¨®n y Turismo (Esperanza Aguirre), un registrador de la propiedad (Mariano Rajoy) y un abogado (Juan Costa). Solo Josep Piqu¨¦ es doctor, los dem¨¢s son licenciados.
El departamento responsable de la pol¨ªtica cient¨ªfica espa?ola ha cambiado con frecuencia, tanto de contenido como de sede, y ocasionalmente ha sido agregado apendicularmente a otros m¨¢s consolidados y respetados.
Actualmente forma parte del Ministerio de Econom¨ªa y Competitividad (MINECO), como Secretar¨ªa de Estado, ministerio este al que le ha prestado unos servicios impagables: cuando se ha producido la prorrata de los recortes presupuestarios, el MINECO ha echado mano de los fondos de I+D y ha dejado al sistema espa?ol de ciencia y tecnolog¨ªa pr¨¢cticamente exang¨¹e. Para hacerlo sin complejos, ha ido generando, adem¨¢s, una innovadora y pintoresca doctrina sobre la financiaci¨®n de la I+D que, seg¨²n sus actuales responsables, deber¨ªa ser asumida por las empresas y no por el sector p¨²blico.
Estos recortes en I+D han afectado, de nuevo, al pago de la cuota del CERN y de otros organismos internacionales, pero han acabado siendo tan delet¨¦reos para el sistema que, a pesar de la proclamaci¨®n del dogma de la responsabilidad empresarial en la financiaci¨®n de la investigaci¨®n y el desarrollo, el MINECO ha tenido que recurrir, de nuevo, a un pr¨¦stamo bancario internacional, en este caso de 625 millones de euros, del Banco Europeo de Inversiones (BEI), que hipotecar¨¢n el futuro de un sistema si un tiempo fuerte hoy desmoronado, de la carrera de la edad cansado, por quien caduca hoy su valent¨ªa.
El se?or ministro responsable de la I+D, que no hab¨ªa nacido cuando se creaba la CAICYT, vuelve hoy a tejer el pa?o de Pen¨¦lope que previamente hab¨ªa desbaratado y reinicia, con medio siglo de retraso, la senda financiadora iniciada por don Laureano L¨®pez Rod¨® y otros pr¨®ceres.
Para que luego nos venga Her¨¢clito con la monserga de que uno no puede ba?arse dos veces en el mismo r¨ªo.
Javier L¨®pez Facal es Profesor de investigaci¨®n del CSIC
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