Universidades p¨²blicas, financiaci¨®n, recortes y productividad

Sobre la Universidad p¨²blica espa?ola no cesan de emitirse opiniones y valoraciones; de la privada nada se oyen. Sin embargo, los hechos est¨¢n ah¨ª y debe reconocerse su valor por encima de las opiniones que arrecian, aunque sorprende que en muchas escasee el contraste con los los datos y, por consiguiente, el rigor. Pero en estos tiempos de acoso de todo lo p¨²blico y todo lo perif¨¦rico, conviene no arredrarse ante la descalificaci¨®n sustentada en juicios de valor y resulta necesario armarse de paciencia y poner encima de la mesa, y reponer si hace falta, datos y evidencias.

Si analizamos su rendimiento, es decir, sus resultados en relaci¨®n con sus recursos, resulta que la Universidad espa?ola -am¨¦n de sus problemas- es francamente productiva:

-Gastaba en 2010 el 1,2% del PIB, un 25% menos que la media de la OCDE, y ahora ¨Ccomo veremos- su financiaci¨®n p¨²blica disminuye claramente (Educati¨®n a Glance 2012. OCDE),

-No hay exceso de universidades, tenemos una universidad cada 582.000 habitantes, por una cada 283.000 habitantes del Reino Unido y una por cada 94.000 habitantes de Estados Unidos,

-Estamos a la cabeza de tasa de titulaci¨®n (79%) de nuestros estudiantes de los pa¨ªses europeos, solo por detr¨¢s de Gran Breta?a y Dinamarca en rendimiento acad¨¦mico (Educati¨®n a Glance 2010. OCDE).

-Los universitarios tienen una tasa de paro del 10%, frente al 26% del mercado de trabajo (INE, 2012).

-La Universidad espa?ola produce el 3,3% (SCIMAGO, 2012) de la producci¨®n cient¨ªfica mundial y el 4% de las citas cient¨ªficas, cuando el tama?o de nuestra econom¨ªa es el 2,2% de la mundial y nuestro comercio exterior el 1,9% del mundial (IVIE,2012).

-Las universidades p¨²blicas proporcionan formaci¨®n superior por un curso completo a sus estudiantes con el 76% de los recursos totales que cobran a sus alumnos las universidades privadas.

A pesar de estos nada desde?ables resultados hemos sido merecedores de un buen recorte de recursos p¨²blicos. Los cuatro grandes sistemas universitarios p¨²blicos espa?oles: Andaluc¨ªa, Catalunya, Comunidad de Madrid y Comunidad Valenciana, la totalidad de cuyas universidades est¨¢n en el 5% mejor (las 1.000 primeras) de las casi 20.000 que existen en el mundo, han visto rebajada la aportaci¨®n de los presupuestos un 15% desde 2010 hasta 2013 lo que se traduce para estos Sistemas en una reducci¨®n de m¨¢s de 700 millones de la financiaci¨®n p¨²blica incondicionada. Si a la disminuci¨®n de dicha financiaci¨®n estructural, le a?adimos la merma de la financiaci¨®n de la investigaci¨®n universitaria, concluimos que la Universidad espa?ola dispondr¨¢ en 2013 de un 21% de recursos p¨²blicos menos que en 2010 expresado en valores absolutos un recorte de m¨¢s de 1.600 millones de euros.

Y queda mucho que mejorar: ajustar m¨¢s la oferta de titulaciones a la demanda, ampliar notablemente y perfeccionar el sistema de becas y ayudas al estudio, seleccionar con m¨¢s exigencia a estudiantes y profesores, incrementar la relevancia de la producci¨®n cient¨ªfica y transferir much¨ªsmo m¨¢s conocimiento a nuestras empresas. Y, claro, tambi¨¦n la gobernanza. Y la pregunta es: ?Podremos hacerlo con un 40% menos de recursos que lo hacen los sistemas universitarios internacionales de referencia, aquellos que son capaces de situar a sus universidades en el top-100 de los ranking? La respuesta es rotunda: ?no! En la busqueda de la excelencia no existen atajos, casualidades ni milagros. Dan resultados las inversiones con criterio, estrategia a largo plazo y exigencia de resultados.

Aunque hemos llegado hasta aqu¨ª, con estos mimbres. El tsunami de la consolidaci¨®n fiscal casi nos ha retrotra¨ªdo a los a?os noventa en recursos y, sobre todo, en costumbres. Los modelos de financiaci¨®n han sido borrados del mapa, las universidades -y los gobiernos- han perdido la objetividad que proporcionaban y han vuelto ala ¡°dependencia¡± del criterio discrecional. Si era necesario el ajuste (que no lo era, pues ah¨ª est¨¢n todo el fraude fiscal y los beneficios fiscales, casi intactos), era posible recortar de otra manera, con mas finura, m¨¢s inteligencia, m¨¢s criterio. No es este el camino que requiere la mejora de la excelencia, ni la imprescindible contribuci¨®n de la universidad a la econom¨ªa del conocimiento y a la competitividad de nuestro pa¨ªs. Nos jugamos el futuro. Nuestros competidores lo han entendido. Nosotros no.

Juan Hern¨¢ndez Armenteros, profesor de la Universidad de Ja¨¦n, y Jos¨¦ Antonio P¨¦rez Garc¨ªa, de la Polit¨¦cnica de Valencia, son expertos en financiaci¨®n universitaria