Una ventana indiscreta en cada bolsillo
El ser humano, en tanto que social, se interesa por la vida de los otros Alarma por el uso de aplicaciones de chismorreos entre adolescentes El impacto emocional fascina en las redes sociales
¡°Nos hemos convertido en una raza de mirones. Lo que deber¨ªamos hacer es mirar para dentro¡±, soltaba Thelma Ritter a James Stewart en La ventana indiscreta, una pel¨ªcula donde Alfred Hitchcock plasmaba magistralmente la atracci¨®n por la vida de los otros. La curiosidad y el cotilleo son algo inherente al ser humano y en muchos casos puede resultar inocuo, pero tambi¨¦n tiene sus riesgos si lleva a humillar a otras personas, sea conscientemente o no. Un extremo que preocupa especialmente cuando los protagonistas son menores.
Estos ¨²ltimos d¨ªas se han disparado las alarmas en centros educativos catalanes, a ra¨ªz de la aparici¨®n en las redes sociales de dos nuevas herramientas de cotilleo ¡ªlas p¨¢ginas informer y la aplicaci¨®n para m¨®viles Gossip¡ª, que han llevado al l¨ªmite el simple chismorreo. Se han extendido r¨¢pidamente entre institutos y universidades catalanas, convirti¨¦ndose en una potencial arma que puede disparar los casos por ciberacoso. Los Mossos d¡¯Esquadra han recibido, en las ¨²ltimas tres semanas, seis denuncias por insultos y vejaciones relacionadas con estas aplicaciones.
¡°Desde el primer d¨ªa sab¨ªamos que la aplicaci¨®n tendr¨ªa ¨¦xito porque a la gente le gusta hablar del otro¡±, reconoce Ignacio Espada, de la empresa barcelonesa Crows & Dogs, creadora de Gossip (cotilleo, en ingl¨¦s). La aplicaci¨®n se lanz¨® el pasado 10 diciembre y desde entonces ya sobrepasa los 32.000 usuarios. La aplicaci¨®n se organiza bas¨¢ndose en salas tem¨¢ticas de todo tipo de ¨¢mbitos, desde un barrio a un programa de televisi¨®n, pero las alertas han saltado por la especial expansi¨®n que ha tenido el programa entre los institutos, ya que con un nombre falso o un perfil an¨®nimo los menores pueden hacer comentarios libremente sobre sus compa?eros de clase. Eso s¨ª, con cierto l¨ªmite, ya que el programa tiene un filtro de palabras prohibidas.
Las p¨¢ginas informer tambi¨¦n se est¨¢n reproduciendo como setas entre los estudiantes. La primera naci¨® en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona (UAB) el 15 de enero y ya tiene 13.000 seguidores. Actualmente, muchos campus espa?oles y el 20% de los institutos catalanes tienen su informer. Karina Sassi, estudiante de Derecho de la UAB y creadora, junto a tres amigas, de la de este campus defiende que estas p¨¢ginas sirven tambi¨¦n como medio de expresi¨®n para personas t¨ªmidas. ¡°El anonimato permite liberarte¡±, dice. De hecho, Sassi explica que esta fue la semilla que sirvi¨® para crear la p¨¢gina. ¡°Est¨¢bamos en la biblioteca y a una amiga le gustaba un chico. Entonces empezamos a pensar c¨®mo podr¨ªamos contar este tipo de cosas sin tapujos. Y decidimos abrir una p¨¢gina en Facebook¡±, comenta.
La estudiante asegura que en su informer predominan los mensajes de amor, tambi¨¦n de sexo. ¡°?Estamos en la universidad!¡±, apostilla, pero tambi¨¦n informaci¨®n de becas o de tr¨¢mites. Las creadoras de la p¨¢gina han tenido que afanarse mucho para revisar todos los comentarios de los usuarios antes de publicarlos. As¨ª quieren evitar correr la suerte que han corrido otros informers, que han sido cerrados por los Mossos pocos d¨ªas despu¨¦s de ser creados por el bajo tono de los comentarios.
?C¨®mo se explica el ¨¦xito de estas aplicaciones? La respuesta est¨¢ en un comportamiento tan antiguo como el ser humano: la curiosidad y el cotilleo. ¡°Somos seres sociales y es l¨®gico que nos interese c¨®mo viven la vida los dem¨¢s. En algunos casos es preocupaci¨®n, en otros, informaci¨®n¡±, explica Juan Carlos Revilla, profesor de Psicolog¨ªa Social de la Facultad de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). ¡°Somos cotillas porque nuestra identidad como personas est¨¢ conectada a nuestra red social. Y estas se construyen compartiendo emociones. Si te pasa algo impactante, una gran alegr¨ªa o un disgusto, tenemos una tendencia natural a explicarlo. A ello hay que sumar fascinaci¨®n por hablar de sentimientos. Cuanto m¨¢s impacto emocional, m¨¢s ¨¦xito tiene en crear una fascinaci¨®n por quien escucha¡±, abunda Guillem Feixas, catedr¨¢tico de la Facultad de Psicolog¨ªa de la Universidad de Barcelona (UB).
Pero el cotilleo tambi¨¦n ejerce una funci¨®n de autocontrol. ¡°La transmisi¨®n de lo que hace la gente, hace una funci¨®n de control social, de reprobaci¨®n de malas conductas. Como sabemos que pueden contar cosas negativas sobre nosotros, somos m¨¢s precavidos en nuestra conducta y as¨ª evitamos poner en entredicho nuestro buen nombre¡±, tercia Revilla.
El h¨¢bito de cotillear ha existido siempre, pero se ha ido adaptando a los tiempos y a las nuevas tecnolog¨ªas. Si hace no muchos a?os los chismorreos no sal¨ªan de los peque?os c¨ªrculos familiares o de los pueblos, el fen¨®meno se magnific¨® con la televisi¨®n e Internet. ¡°Desde Gran Hermano, queremos saber todo de todos y todos nos convertimos en un Gran Hermano. Con las redes sociales esto va a m¨¢s. Puedes quedar a cenar con una amiga y al cabo de cinco minutos lo sabe todo el mundo. Todo es un Gran Hermano¡±, comenta la periodista Rosa Villacast¨ªn.
En las escuelas el cotilleo sobre compa?eros y profesores tambi¨¦n es antiguo, aunque cambian los soportes. ¡°La antigua pintada en la pared de los servicios se convierte en un post en Facebook. El acto es el mismo, pero el da?o es potencialmente mucho mayor¡±, reflexiona Leonardo Cervera, especialista en menores e Internet. ¡°Antes, los alumnos se escrib¨ªan papelitos y se los pasaban en clase. Ahora queda publicado en un lugar p¨²blico. La crueldad es la misma, no ha cambiado con el tiempo, pero ahora se pone m¨¢s en evidencia y los ni?os est¨¢n m¨¢s expuestos¡±, a?ade Anabel Ponce, profesora en el instituto Torre del Palau de Terrassa (Barcelona).
¡°Sab¨ªa que Gossip triunfar¨ªa. A la gente le gusta cotillear¡±, afirma su creador
En este centro se cre¨® un informer, pero apenas dur¨® 24 horas. Los comentarios saltaron enseguida al terreno de las humillaciones y su director lo denunci¨® a los Mossos. ¡°Las cosas escritas en la p¨¢gina se pod¨ªan haber dicho de otra forma y ten¨ªa que haber habido m¨¢s control¡±, reconoce Noelia Ortiz, estudiante de cuarto de ESO. Noelia y otros compa?eros censuran los insultos, pero reconocen que segu¨ªan el informer porque leer comentarios sobre profesores ¡°da morbo¡±. ¡°Es pura curiosidad y ver si los dem¨¢s piensan lo mismo que t¨² de los profesores¡±, comenta Amira Ayouch, de segundo de ESO. ¡°Tambi¨¦n lo miras para ver si hablan de ti¡±, a?ade Toni L¨®pez, que est¨¢ en primero de Bachillerato.
Pero ?el cotilleo es malo? El creador de Gossip lo tiene claro. ¡°Los cotilleos no son malos, lo malo es el uso que se les da y los comentarios que hace la gente para hacer da?o a otros¡±. Todos los expertos consultados rechazan que las habladur¨ªas lleven asociada una connotaci¨®n negativa y apuntan que la clave est¨¢ en la intenci¨®n de la persona que lanza el chismorreo.
Trazar la frontera entre el cotilleo inocente y el ofensivo no es f¨¢cil. Hay un m¨ªnimo com¨²n compartido por todos los expertos que Leonardo Cervera llama la regla de la abuelita. ¡°Yo pido a los chavales que antes de publicar cualquier cosa en Internet se pregunten si creen que su abuela aprobar¨ªa lo que piensan publicar en la Red. Si la respuesta es negativa, lo m¨¢s seguro es que no deber¨ªan hacerlo¡±, explica el escritor desde Bruselas. Pero no todas las personas tienen el mismo grado de tolerancia ante seg¨²n qu¨¦ comentarios. ¡°Es dif¨ªcil poner la frontera, no todos aceptan un comentario igual, pero tambi¨¦n depende de c¨®mo te lo digan y qui¨¦n te lo diga¡±, apunta el profesor Revilla.
El mundo del chismorreo tambi¨¦n tiene sus reglas, no todo vale. ¡°El cotilleo es un arma de doble filo, hay que hacerlo con cuidado y no se puede decir cualquier cosa. Si de forma sistem¨¢tica se difunden bulos o se hacen comentarios denigrantes, tambi¨¦n queda en entredicho el autor del cotilleo¡±, aclara el profesor de la UCM. Pero estas reglas no escritas saltan por los aires cuando se trata de comentarios amparados por la capa del anonimato. ¡°Es un problema porque entonces se puede decir cualquier cosa con impunidad¡±, a?ade.
Precisamente, el bulo y el anonimato son aliados peligrosos que en herramientas como Gossip y los informers se pueden combinar creando una f¨®rmula explosiva especialmente da?ina para los j¨®venes. A pesar de esto, Ignacio Espada defiende que en toda la pol¨¦mica creada estos d¨ªas alrededor de su programa lo que no se debe hacer es matar al mensajero. ¡°Nosotros hemos fabricado el papel, t¨² eres responsable si escribes una carta de amor o amenaza de muerte¡±, contesta.
?Es posible proteger a los menores de los cotilleos y las vejaciones? Todos los expertos coinciden en apuntar que esto es una misi¨®n imposible porque los chismorreos siempre han existido y siempre existir¨¢n. El problema es que lo que antes era un fen¨®meno localizado (como las pintadas en los lavabos), ha pasado a compartirse a trav¨¦s de Internet y a ser visible para todos, con lo que la humillaci¨®n es mucho mayor. Por este motivo, los entendidos apuntan que hace falta incidir en dos aspectos esenciales: evitar que estos comentarios se lleguen a producir y, en el caso de que se produzcan, dotar a los j¨®venes de armas y recursos para minimizar su impacto psicol¨®gico.
¡°Si tienes una gran alegr¨ªa o un disgusto, necesitas explicarlo¡±, dice un experto
Para controlar los cotilleos, algunas voces apuntan que se deber¨ªa retrasar el m¨¢ximo tiempo posible el hecho de que los adolescentes lleven en el bolsillo m¨®viles con conexi¨®n a Internet. ¡°?Por qu¨¦ los padres regalan a los hijos un smartphone? Para que no moleste. Es como cuando ped¨ªan unas deportivas. Los padres quieren que su hijo sea su vivo reflejo, as¨ª que no puede parecer pobre. Por eso le compran cosas caras. Pero unas Nike no tienen el mismo peligro que un tel¨¦fono¡±, razona Espada.
Otras voces, en cambio, consideran que prohibir no es la soluci¨®n, y menos cuando se trata de herramientas tecnol¨®gicas. Es preferible ense?arles a usarlas bien. ¡°Como no se trata de parar un avance tecnol¨®gico (que por otra parte es imparable), lo que hay que hacer es informar y concienciar, sobre todo a los m¨¢s j¨®venes, sobre las consecuencias de sus actos en Internet. Y en esto tienen id¨¦ntica responsabilidad las Administraciones p¨²blicas como las familias. Hay que pedirles que extremen el cuidado, como cuando les pedimos que miren a ambos lados al cruzar la calle o se pongan el casco cuando van en moto¡±, asegura Cervera. Juan Carlos Revilla tambi¨¦n se muestra partidario de que los adolescentes tengan m¨®vil, aunque reconoce que el control paterno a veces tiene sus dificultades. ¡°La tecnolog¨ªa va muy r¨¢pida y los padres tardan en conocer la existencia de estos programas¡±.
Tambi¨¦n es conveniente el refuerzo psicol¨®gico. ¡°Hay que educar a los ni?os que en el fondo las palabras se las lleva el viento y que aunque quede publicado, tiene una vida ef¨ªmera¡±, apuesta el cocreador de Gossip.
Que las familias controlen las actividades de sus hijos es importante, especialmente porque cuando se hace uso de estas aplicaciones es mayoritariamente fuera de la escuela. Pero esto no es suficiente, se?alan los expertos. ¡°Cuando los chicos llegan a casa y ponen la televisi¨®n, ?qu¨¦ se encuentran? Programas de cotilleo. Es el modelo que tenemos¡±, incide Juan Alberto Estallo, psic¨®logo del Parc Salut Mar y experto en psicopatolog¨ªa de la tecnolog¨ªa. Guillem Feixas tambi¨¦n reclama a los padres responsabilidad en su conducta y pone un s¨ªmil cristalino: ¡°?C¨®mo hacemos que los ni?os lean libros si los padres no leen ni tienen ning¨²n libro en casa?¡±.
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