P¨ªdaselo a San Judas
La Semana Santa no detiene en M¨¦xico DF la devoci¨®n al patr¨®n de las causas imposibles
Si usted se queda sin agua cruzando a pie el desierto de Sonora para entrar en Estados Unidos, antes de que muera de sed, San Judas le pondr¨¢ en su camino dos cactus llenos de agua para que pueda beber.
Si su madre tiene un c¨¢ncer de matriz, San Judas la curar¨¢.
Si est¨¢ bajando una sierra en furgoneta y se queda sin frenos, San Judas har¨¢ que se vaya contra la cuneta y que al rebotar hacia el otro lado de la carretera su veh¨ªculo se quede parado justo al borde del barranco.
Son tres testimonios ofrecidos este Jueves Santo en la iglesia de San Hip¨®lito de M¨¦xico DF por devotos de San Judas Tadeo, el santo de los milagros, una figura apost¨®lica que se ha convertido en un ¨ªdolo protector para las sufridas clases populares de la capital.
El culto comenz¨® en Chicago, cuando un cura de la orden claretiana (fundada el siglo XIX por el espa?ol Antonio Mar¨ªa Claret) instituy¨® a San Judas Tadeo como patr¨®n de la polic¨ªa de esa ciudad. Ese mismo cura, en los a?os cincuenta, le llev¨® la imagen del santo a los claretianos que dirig¨ªan San Hip¨®lito. A partir de ah¨ª, el prestigio milagrero de San Judas fue ligando cada vez m¨¢s entre la gente necesitada del DF.
San Judas es desde los a?os noventea el ¨ªdolo protector de las clases populares de la capital
Los problemas del progreso urbano fueron el caldo de cultivo de la pasi¨®n por San Judas. Seg¨²n el antrop¨®logo Elio Masferrer, presidente de la Asociaci¨®n Latinoamericana para el Estudio de las Religiones, en la segunda mitad del siglo pasado hubo una explosi¨®n industrial y demogr¨¢fica en la capital que cre¨® nuevas categor¨ªas sociales y nuevas formas de religiosidad popular que la iglesia tradicional no supo canalizar. En ese contexto, la figura de San Judas emergi¨® como un santo especializado en los apuros de la creciente clase baja urbana. Su oferta gan¨® r¨¢pido adeptos. En los a?os noventa ya era un ¨ªdolo religioso.
Este Jueves Santo cay¨® en d¨ªa 28, la misma fecha en la que cada mes se rinde culto a San Judas en la iglesia de San Hip¨®lito con un carrusel de misas por el que pasan decenas de miles de fieles con sus peticiones. Los sacerdotes del templo, gente pr¨¢ctica, capaz de conciliar las admoniciones doctrinales contra la idolatr¨ªa con los asuntos que se trae San Judas con sus devotos, combinaron sin problema un d¨ªa cumbre de la liturgia cat¨®lica con el negociado de las causas imposibles.
En la iglesia se repartieron volantes en los que se explicaba que este d¨ªa se celebraba (tambi¨¦n) la ?ltima Cena: ¡°Este 28 de marzo tenemos la gran oportunidad de seguir siendo iglesia y, sobre todo, de unirnos con toda la Iglesia Cat¨®lica¡±, se le¨ªa en las hojas. Una interpretaci¨®n conservadora del texto redactado por los claretianos permite suponer que por ahora San Judas no tiene intenci¨®n de independizarse de Jes¨²s con su grey de necesitados.
La primera misa de este jueves en San Hip¨®lito se hizo a las cinco de la ma?ana. Era noche cerrada y en la puerta hab¨ªa un hombre repartiendo s¨¢ndwiches de jam¨®n y queso. Se llamaba Marcelino Mart¨ªnez. Dijo que todos los d¨ªas 28 va a la iglesia de San Hip¨®lito con 100 bocadillos de regalo para agradecerle a San Judas que haya mediado con su empresa para que lo trasladasen de las oficinas de Toluca a las de la capital, un cambio que le hab¨ªan negado durante tres a?os.
El templo es una iglesia con barra libre a los sectores marginados
A esa hora dentro del templo hab¨ªa poco m¨¢s cien personas. Un se?or con una sudadera roja y un chico con bigote de pelusilla se acercaron a una esquina del presbiterio y dejaron, al lado de un ventilador, una figura de San Judas de medio metro de alto. El se?or explic¨® que hace 11 a?os le asesinaron a un hermano, y que el difunto, fiel a San Judas, le hab¨ªa dicho a la familia que si alg¨²n d¨ªa faltaba ¨¦l, tendr¨ªan que ser ellos los que viniesen cada mes. El chico del bigote con pelusilla permaneci¨® callado.
San Judas, un santo barbudo con una llama de gloria sobre la frente, es el patr¨®n de los desamparados, y el templo de San Hip¨®lito es una iglesia con barra libre a los marginados.
En general sus fieles son gente humilde sin m¨¢s caracter¨ªstica externa que la humildad, que en M¨¦xico es la piel morena, la ropa de mercadillo (de tianguis, como dicen aqu¨ª), la mirada de sumisi¨®n al entrar en la iglesia. Pero en particular se dice que uno de los subgrupos que m¨¢s se acerca al ben¨¦fico San Judas es el de los delincuentes. En San Hip¨®lito no se ponen filtros a la fe. Un sector habitual son los adolescentes de barrio pobre que entremezclan la adoraci¨®n a San Judas con el h¨¢bito de inhalar pegamento. Hasta lo hacen dentro de la iglesia.
Un suboficial de polic¨ªa que estaba este jueves afuera del templo en labores de vigilancia critic¨® que a veces han pasado adentro para echar a algunos j¨®venes fieles drogados y que los propios sacerdotes se lo han impedido. ¡°Esto no tiene nada de raro¡±, defiende ?scar Rodr¨ªguez, uno de los padres claretianos; ¡°tambi¨¦n a Cristo los fariseos lo criticaban por comer con los ladrones y con las prostitutas. Dec¨ªan ¡®ese cuate est¨¢ endemoniado¡±. San Judas solo puede ser San Judas si en ¨¦l caben todas las categor¨ªas de la desgracia.
Para miles de mexicanos, el culto a este ap¨®stol es irrenunciable. No debe pasar un solo d¨ªa 28 sin adorarlo en su templo. No importa que sea Semana Santa. No importa que sea Jueves Santo. Si es necesario recordar la ?ltima Cena de Jes¨²s, que sea con una figura de San Judas sobre la mesa.
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