El riesgo de divisi¨®n social

Seg¨²n informaba la cadena SER, desde 2009 a 2013 los colegios p¨²blicos de infantil y primaria que tienen jornada continua (lo que significa concentrar la docencia de nueve a dos en lugar de hacerlo como hasta ahora en horario de ma?ana y tarde) han pasado del 46% al 62% del total. Algunas comunidades aut¨®nomas, como la de Madrid, han publicado una nueva normativa en la que ya no se exige para el paso a la jornada continua un plan de mejora que garantice la existencia de actividades extraescolares.

Eso s¨ª, se mantiene el requisito, por lo dem¨¢s menos exigente que las mayor¨ªas cualificadas para modificar la Constituci¨®n, de que voten como m¨ªnimo dos tercios del censo de padres y madres y que, a su vez, lo hagan a favor dos tercios de quienes hayan votado.

?Qu¨¦ podr¨ªa explicar este s¨²bito incremento de 16 puntos? A falta de investigaciones cient¨ªficas sobre el tema solo cabe lanzar hip¨®tesis a partir de algunos datos fragmentarios.

Dos aspectos de la crisis parecen poder explicar este cambio. El primero tiene que ver con la desaparici¨®n de becas de comedor. Muchas familias no pueden permitirse el lujo de abonar los poco m¨¢s de 100 euros que cuesta el comedor escolar. Ante esta situaci¨®n se baraj¨® la pol¨¦mica posibilidad de que sus hijos cargaran con un tupper desde casa. Otra alternativa es simplemente llev¨¢rselos a casa a las dos y que coman en el hogar con lo que cabr¨ªa establecer una correlaci¨®n entre el nivel socioecon¨®mico del p¨²blico de los colegios y la preferencia por una u otra jornada.

No obstante, la jornada continua sigue siendo la opci¨®n de algunas familias sin problemas econ¨®micos que desean obviar el tiempo del comedor ¡ªposiblemente porque la comida es peor que en casa a lo que se a?aden los problemas de convivencia del largo recreo del comedor¡ª o que est¨¢ en condiciones de perge?ar una jornada de tarde capaz de tapar los huecos que deja la escuela p¨²blica: idiomas modernos, inform¨¢tica, etc¨¦tera.

El segundo aspecto podr¨ªa tener que ver con el hecho de que en los ¨²ltimos tiempos los funcionarios docentes han visto decrecer sus salarios al tiempo que se ha intensificado su trabajo (hay m¨¢s alumnos por aula y menos profesores de apoyo). Qu¨¦ duda cabe de que la jornada continua es un caramelo que compensa, siquiera parcialmente, tanta penalidad.

Finalmente, la concertada y la privada ¡ªsalvo alguna excepci¨®n puntual¡ª siguen prefiriendo la jornada partida (pese a los cantos de sirena que emite la p¨²blica), con lo que el riesgo de trazar una divisoria social deber¨ªa tomarse en consideraci¨®n. Que no lo hagan los sindicatos corporativos se puede comprender. Sin embargo, que no lo consideren los de clase requiere m¨¢s explicaciones.

Rafael Feito es soci¨®logo.