Fritzl, 5 a?os despu¨¦s
Elisabeth tiene hoy 47 a?os, ya no usa su apellido y vive con sus seis hijos-hermanos de espalda a los medios en Austria
Hace cinco a?os y dos semanas que la polic¨ªa liber¨® a Elisabeth Fritzl del s¨®tano de su padre tras 24 a?os de encierro bajo la casa familiar de la localidad austriaca de Amstetten, en el Estado federado de Baja Austria. Josef Fritzl engendr¨® con ella siete hijos que a la vez eran sus nietos. Tres de ellos pudieron compartir la vida en la superficie con Fritzl y su esposa, Rosemarie, que se trag¨® la historia de que eran hijos exp¨®sitos de su hija Elisabeth, a la que cre¨ªa en una secta. Los otros tres supervivientes Kerstin, Stefan y Felix, que ten¨ªan 19, 17 y 5 a?os de edad cuando los liberaron, crecieron bajo tierra con Elisabeth en 18 metros cuadrados sin aire fresco ni luz natural, al principio tambi¨¦n sin ducha ni calefacci¨®n.
Elisabeth tiene hoy 47 a?os y ya no usa el apellido Fritzl. Vive con sus seis hijos-hermanos en una localidad de otro land austriaco, que los medios austriacos evitan identificar. Un fot¨®grafo enviado hace tres a?os a cazar alguna foto de la familia cont¨® al diario ingl¨¦s The Independent que los vecinos del pueblo lo rodearon para pedirle que se marchase. El diario vien¨¦s Kurier comentaba hace dos semanas que, ¡°aparte de algunos asaltos investigativos de medios brit¨¢nicos, la protecci¨®n de la familia est¨¢ funcionando bien¡±.
Elisabeth y sus hijos habitan una casa descrita como ¡°bonita¡± y ¡°confortable¡±, muy bien vigilada por c¨¢maras de seguridad y situada en un pueblo peque?o en medio del campo cuyos habitantes parecen haberse puesto de acuerdo con las autoridades para evitar que las v¨ªctimas del monstruo de Amstetten sufran ahora el acoso de turistas morbosos o de reporteros sensacionalistas. El Estado austriaco pone la vivienda y les pasa una pensi¨®n mensual de 4.000 euros.
El abogado de las v¨ªctimas Christoph Herbst ha expresado su esperanza de que su cliente pueda seguir viendo discretamente en la misma casa. El sistema de protecci¨®n de su intimidad es el resultado de la colaboraci¨®n entre m¨¦dicos, polic¨ªa y empresas privadas de seguridad. Elisabeth no quiere pagar el precio que supondr¨ªa su exposici¨®n a los medios o a la opini¨®n p¨²blica.
Sigue tratamientos psicol¨®gicos y, seg¨²n cuentan algunos peri¨®dicos, mantiene una relaci¨®n sentimental con un hombre m¨¢s joven que ella al que conoci¨® cuando trabajaba en la empresa de seguridad encargada de su protecci¨®n. Los hijos que tuvo con su padre est¨¢n bien y algunos han terminado su formaci¨®n. La mayor, Kerstin, tiene 24 a?os y es aficionada a la musca pop y a la moda. El segundo, Stefan, tiene 23, de los que pas¨® 17 bajo tierra. Aspira a ser capit¨¢n de barco. El m¨¢s joven de todos tiene ahora 10 a?os, va a la escuela p¨²blica y apenas recuerda el caso.
Christine R., t¨ªa de Elisabeth y cu?ada del monstruo, cont¨® en 2010 al diario sensacionalista alem¨¢n Bild que ¡°a la hija de Josef le gusta mucho ir de compras, porque no pudo hacerlo durante 24 a?os. Le encantan los vaqueros con adornos de vidrio. Aprob¨® el carnet de conducir a la primera y est¨¢ buscando coche. Todos los ni?os van a la escuela y estudian con aplicaci¨®n¡±. Dice que al salir del s¨®tano percibi¨® ¡°de una sola vez¡± todas las subvenciones por hijo que el Estado no pag¨® durante 24 a?os: ¡°60.000 euros¡± que le ayudaron a establecerse y a adquirir juegos y ropa para sus hijos.
En cuanto a Josef Fritzl, el monstruo, puede decirse que su aspecto durante el juicio en 2009 era mucho menos amenazador en persona que en las fotos distribuidas por la polic¨ªa. Algunos peri¨®dicos austriacos cuentan que hoy padece una leve demencia. Su nombre qued¨® asociado a este tipo de horrores y sonar¨¢ tras cada liberaci¨®n de mujeres secuestradas y martirizadas en cualquier lugar del mundo. Los secuestradores ser¨¢n ¡°el Fritzl de Ohio¡± el de Brasil¡
El original tiene 78 a?os y vive en la prisi¨®n para enfermos criminales de Stein, en Austria. Es un complejo poco estricto, donde los internos viven con la puerta abierta, tienen su propia cocina y pueden ducharse a diario. Disfruta de una mesa de ping-pong en la ¡°vivienda¡± que comparte con otros reclusos. Seg¨²n las autoridades austriacas, la intenci¨®n es mantenerlo activo y sano durante todo el tiempo que sea posible. No lo consideran violento ni un peligro para la seguridad de la prisi¨®n, que no abandonar¨¢ con vida. Al parecer se ha divorciado de Rosemarie, enfadado porque no quer¨ªa visitarlo.
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