?Dem¨®cratas o traidores?
Snowden y Manning reavivan el debate sobre las filtraciones en la era de la postrevoluci¨®n digital La tecnolog¨ªa es a la vez arma y amenaza para los Estados en materia de seguridad
La historia se repite y cada vez con m¨¢s clamor. Las revelaciones de Edward Snowden sobre los programas secretos de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, en sus siglas en ingl¨¦s) han vuelto a abrir un debate que, bajo la ola emocional que las informaciones producen, a menudo se resume en una posici¨®n maniquea: ?Los responsables de estas filtraciones son h¨¦roes que han decidido poner en riesgo su vida y su futuro por un ideal m¨¢s alto o son sencillamente villanos que han roto el compromiso de confidencialidad con la empresa (o con el Estado) para el que trabajaban?
"No soy ni un traidor ni un h¨¦roe. Soy un americano¡±, declar¨® el mismo Snowden al South China Morning Post una semana despu¨¦s de que The Guardian empezara a publicar sus filtraciones y cuando ya en su pa¨ªs la opini¨®n p¨²blica se divid¨ªa entre quienes le consideran un patriota, defensor de los verdaderos valores fundacionales de Estados Unidos, y quienes creen que su decisi¨®n ha puesto en peligro la seguridad nacional. Casi en los mismos t¨¦rminos, y pr¨¢cticamente en los mismos d¨ªas, se debat¨ªa sobre Bradley Manning, el soldado destinado en Irak como analista de espionaje que filtr¨® a Wikileaks m¨¢s de 700.000 documentos clasificados y que, tras tres a?os en detenci¨®n preventiva, el pasado 3 de junio se sent¨® en el banquillo para enfrentarse a un juicio en el que, si la fiscal¨ªa lo logra, puede acabar condenado a la cadena perpetua.
Los grandes ¡°filtradores¡±
- Daniel Ellsberg. El analista militar fue el autor de la filtraci¨®n de los llamados Papeles del Pent¨¢gono en 1971, 7.000 documentos de decisiones del Gobierno estadounidense sobre la Guerra de Vietnam.
- Mark Felt. Es nombre de Garganta Profunda, el seud¨®nimo con el que Felt filtr¨® a The Washington Post la informaci¨®n que destap¨® el caso Watergate que provoc¨® la dimisi¨®n del expresidente, Richard Nixon, en 1974.
- Frederic Whitehurst. Este qu¨ªmico denunci¨® las pr¨¢cticas del laboratorio de explosivos del FBI para el que trabajaba. Suspendido del trabajo, fue reintegrado al a?o e indemnizado con 1,1 millones de d¨®lares.
- Bradley Manning. El soldado destinado a Irak entreg¨® a Wikileaks 700.000 informes reservados del Departamento de Estado. Tras tres a?os de detenci¨®n se enfrenta a un juicio en el que pueden ser condenado a cadena perpetua.
- Julian Assange. El fundador de Wikileaks lleva un a?o refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres despu¨¦s de que Reino Unido ordenara su detenci¨®n tras la orden de extradici¨®n de Suecia por delitos sexuales. Teme que este pa¨ªs le env¨ªe a EE UU.
¡°Ambos, Snowden y Manning, han entendido que las personas que ten¨ªan a su alrededor no habr¨ªan dejado que estas pol¨ªticas del Gobierno se conocieran y han decidido hacerlo ellos mismos. Snowden ha sido muy valiente¡±, comenta Nathan Fuller, portavoz de la Bradley Manning Support Network, la organizaci¨®n que re¨²ne a los partidarios del soldado de Oklahoma. Fuller cree que no es descabellado pensar que el exanalista y exempleado de la CIA se haya inspirado en Manning y en su experiencia a la hora de filtrar los documentos y tambi¨¦n de decidir ad¨®nde ir para evitar la suerte del militar. ¡°Ambos pensaban que estaban haciendo lo mejor para el pueblo americano y para nuestra democracia en general¡±, a?ade Fuller. La organizaci¨®n de este ¨²ltimo no ha tomado iniciativas directas de apoyo a Snowden pero el portavoz asegura que le defienden. ¡°No queremos que sufra la misma persecuci¨®n que est¨¢ viviendo Manning¡±, dice.
Lo que para Fuller es un m¨¦rito ¡ªhaber tomado en solitario la decisi¨®n de revelar documentos secretos¡ª es precisamente uno de los argumentos de quien cree que los autores de las filtraciones, m¨¢s all¨¢ de ser h¨¦roes o villanos, son criminales. As¨ª lo ve Geoffrey R. Stone, profesor de Derecho en la Universidad de Chicago, la misma en la que dio clases el ahora presidente de EE UU Barack Obama, del que Stone fue asesor en 2008. El acad¨¦mico cree que, bajo las leyes vigentes, lo que Snowden y Manning han hecho es un crimen. ¡°La cuesti¨®n es que un individuo que maneja informaciones de seguridad nacional no tiene el derecho de decidir por s¨ª solo si el Gobierno est¨¢ actuando ilegalmente y que ser¨¢ ¨¦l quien se encargar¨¢ de desvelarlo al mundo entero. No se puede dejar que empleados rasos decidan por su cuenta que hay que revelar este tipo de informaci¨®n. Puede que a largo plazo esto sea un servicio que han hecho a la naci¨®n. Pero ello no quita que sea un crimen¡±, argumenta.
Stone cree que ambos casos son muy similares trat¨¢ndose de empleados p¨²blicos que en han decidido revelar al mundo entero algo que consideraban equivocado. ¡°La diferencia¡±, a?ade el profesor, ¡°es que Snowden ha filtrado informaciones sobre programas a¨²n en marcha y que, seg¨²n el Gobierno, son importantes para la seguridad nacional y ser¨¢n ineficaces tras su publicaci¨®n. No s¨¦ si es verdad o no. Es lo que dice el Gobierno. Y si es verdad creo que las revelaciones de Snowden son a¨²n m¨¢s graves que las de Manning¡±.
¡°Ambos pensaban que hac¨ªan lo mejor para EE UU¡±, dice Fuller
No todos comparten la idea de que estas revelaciones suponen un riesgo para la seguridad nacional. ¡°No lo son necesariamente¡±, afirma Kerry Patton, experto en terrorismo y servicios de inteligencia que trabaj¨® para los ministerios de Defensa y Justicia de EE UU. ¡°Lo que ponen m¨¢s en riesgo es la confianza entre la sociedad y el Gobierno¡±, a?ade. Patton subraya tambi¨¦n una diferencia entre la actuaci¨®n de Snowden y la del soldado que envi¨® los papeles a Wikileaks: ¡°Manning filtr¨® una gran cantidad de material clasificado sin seleccionarlo y descuidando la seguridad de mucha gente. Snowden ha sido muy selectivo en su filtraci¨®n y no ha puesto en riesgo a ninguno de los que operaban a nivel t¨¢ctico¡±.
Geoffrey Stone: ¡°Empleados rasos no pueden decidir qu¨¦ se divulga¡±
El experto cree en cambio que hay muchas similitudes entre Snowden y el que en su momento fue considerado ¡°el hombre m¨¢s peligroso¡± para la seguridad de EE UU, Daniel Ellsberg, el autor de la filtraci¨®n, en 1971, de los Papeles del Pent¨¢gono, 7.000 documentos secretos sobre la guerra de Vietnam. El mismo Ellsberg, en una tribuna de apoyo a Snowden publicada por The Guardian, escribi¨® que ¡°no ha habido en la historia de EE UU una filtraci¨®n m¨¢s importante del material del NSA que el filtrado por Snowden¡±.
¡°El parang¨®n es correcto pero no en el sentido que la gente cree. Ellsberg fue una v¨ªctima de vigilancia ilegal y escuchas telef¨®nicas [la Administraci¨®n Nixon intent¨® desacreditarlo y registr¨® la oficina del psiquiatra del analista en busca de material contra ¨¦l]. Y esto, ahora, le hace igual a la totalidad del p¨²blico estadounidense¡±, comenta Douglas Rushkoff, te¨®rico de los medios de comunicaci¨®n y autor de numerosos libros sobre nuevas tecnolog¨ªas. ¡°La diferencia es que, en el caso de Ellsberg, ¨¦l revel¨® contenidos, la sustancia de los secretos de Estado mientras que Snowden solo ha revelado el contexto, la estructura de la vigilancia¡±, a?ade.
El exfuncionario no podr¨¢ ser juzgado por traici¨®n, seg¨²n Patton
Rushkoff est¨¢ entre quienes defienden la heroicidad de la acci¨®n de Snowden. En un art¨ªculo que escribi¨® para la CNN tras la publicaci¨®n de los art¨ªculos de The Guardian y The Washington Post basados en los documentos aportados por el ex analista, Rushkoff escribi¨®: ¡°Snowden es un h¨¦roe porque se ha dado cuenta de que la Humanidad est¨¢ siendo comprometida por la ciega utilizaci¨®n de m¨¢quinas en nombre de nuestra seguridad. A diferencia de los que le rodean, demasiado absorbidos por esta tarea para reflexionar sobre sus acciones y la b¨²squeda de la omnisciencia digital, Snowden se permiti¨® sentirse molesto con lo que estaba haciendo¡±.
La opini¨®n de Rushkoff pone en relieve una de las particularidades de esta nueva filtraci¨®n. La discusi¨®n frente a lo que Estados Unidos considera un crimen de espionaje, robo y acceso a propiedad del Gobierno, como consta en la petici¨®n de extradici¨®n que hab¨ªa hecho a Hong Kong ¡ªantes de que el exanalista inform¨¢tico dejara la ciudad¡ª es en este caso a¨²n m¨¢s ¨¢spera, ya que se cruza con otra cuesti¨®n peliaguda: ?es el mayor control del Estado sobre nuestras vidas y nuestra privacidad el precio a pagar por una mayor seguridad? Sobre este otro eje tambi¨¦n se mueven las argumentaciones a favor y en contra de la decisi¨®n de Snowden de desvelar lo que para algunos es ya la mayor filtraci¨®n en un organismo de seguridad nacional. Rushkoff comenta que si este es el precio que se tiene que pagar para mayor seguridad ¡ª¡°y probablemente lo es¡±, dice¡ª no es necesario que se haga a escondidas. ¡°Prefiero sencillamente que las personas entiendan lo que est¨¢ pasando. No hace falta que la misma p¨¦rdida de privacidad sea un secreto¡±, explica.
¡°Efectivamente, hay un feroz debate sobre libertad versus seguridad. Ese siempre ha sido el gran debate en EE UU desde 1776. Obviamente la libertad absoluta no es posible. La pregunta es si los programas de la Agencia de Seguridad han ido m¨¢s all¨¢ de lo aceptable. Yo considero que el problema es que los americanos y los nacionales de otros pa¨ªses no saben exactamente c¨®mo se manejan estos programas. Sospechamos que se han violado derechos civiles¡±, comenta Steffen W. Schmidt, profesor de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de Iowa.
¡°No es necesario que se haga a escondidas¡±, sostiene Rushkoff
El hecho de que en esta filtraci¨®n, m¨¢s que otras veces, se toque una cuesti¨®n tan sensible como la privacidad, queda reflejado en los resultados de una encuesta publicada el pasado 17 de junio por el Pew Research Center y USA Today en la que el 49% de los entrevistados afirma que las revelaciones de Snowden sirven al inter¨¦s p¨²blico, contra el 44% que cree lo contrario. Pero, al mismo tiempo, el 54% de los encuestados tambi¨¦n opina que EE UU ¡ªsin diferencias notables entre quienes se declaran votantes republicanos o dem¨®cratas¡ª debe perseguir judicialmente a la persona responsable de revelar los programas de la Agencia de Seguridad Nacional. Tambi¨¦n los ciudadanos se dividen sobre la utilidad de los programas de la agencia de recolecci¨®n de datos de tel¨¦fono e internet en su lucha contra el terrorismo: el 48% los aprueba y el 47% se declara en contra.
En sus declaraciones p¨²blicas sobre el caso, muchos pol¨ªticos estadounidenses han tachado a Snowden de ser un traidor. Lo hizo el presidente de la C¨¢mara, John Boehner, pocas horas despu¨¦s de que el ex empleado de la CIA revelara que hab¨ªa sido el autor de la filtraci¨®n, y tambi¨¦n lo repiti¨® ayer el secretario de Estado John Kerry. ¡°?Traidor?¡±, se pregunta Kerry Patton. ¡°Es un t¨¦rmino legal usado para describir a alguien que ha hecho acto de traici¨®n y bajo la ley estadounidense es una imputaci¨®n extremadamente dif¨ªcil de demostrar. Bas¨¢ndonos en la legislaci¨®n de EE UU, Snowden no puede ser procesado por traici¨®n pero hay otros muchos cargos que se le pueden imputar para hacer de ¨¦l un criminal¡±, afirma Patton, que luego a?ade: ¡°Tambi¨¦n gran parte de los padres fundadores de EE UU fueron identificados como criminales en su momento por Reino Unido¡±.
?Ten¨ªa otra opci¨®n Snowden? ?Pod¨ªa haber intentado denunciar por v¨ªas legales lo que consideraba que era un abuso del Estado, como argumentan muchos de sus detractores? El diario USA Today hizo hace unos d¨ªas la misma pregunta a Thomas Drake, William Binney y J. Kirk Wieb, tres ex empleados de la NSA que en el pasado denunciaron los intentos de este organismo de poner en marcha programas de recolecci¨®n masiva de datos. Seg¨²n ellos, no ten¨ªa m¨¢s opciones. ¡°Intentamos desde dentro del Gobierno que el Ejecutivo reconociera que la actividad era inconstitucional e ilegal y que se buscaran formas de lograr el mismo objetivo por v¨ªas legalmente aceptables. Pero no lo conseguimos porque nadie en el Congreso prest¨® mucha atenci¨®n¡±, coment¨® Binney.
Para el profesor de Derecho Geoffrey R. Stone ¡°lo que est¨¢ haciendo el Gobierno es constitucional bajo las normas vigentes y sus interpretaciones¡±. Pero reconoce que hay un problema: ¡°Estados Unidos recurre demasiado a la clasificaci¨®n como secreto de documentos oficiales. Y esto mina la credibilidad misma del secreto¡±.
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