La rep¨²blica de los abuelos
Un grupo de 81 jubilados crea una comunidad ut¨®pica en la que vivir aut¨®nomamente
El coro de Torremocha de Jarama tiene dos miembros m¨¢s. Mar¨ªa Pilar Garc¨ªa lo celebra entusiasmada. ¡°Van a disfrutar much¨ªsimo. En invierno, cuando en la iglesia haga fr¨ªo me los traigo aqu¨ª a ensayar a mi sal¨®n con el brasero¡±. La torremochana ten¨ªa d¨®nde elegir. Acaban de llegar al pueblo 81 nuevos vecinos, el m¨¢s joven con 67 a?os.
A finales de los noventa un grupo de amigos de Madrid entrados en la cincuentena pensaron que ser¨ªa ¡°bonito¡± vivir juntos una vez jubilados. Felisa La¨ªz, maestra de primaria entonces, recuerda la historia junto a Pepa Salamanca, una septuagenaria abrumadoramente risue?a. Se pusieron en contacto con otras personas que persegu¨ªan la misma idea. En el a?o 2000 un centenar de jubilados en puertas formaron Trabensol como sociedad cooperativa y comenz¨® la b¨²squeda de terrenos por toda Espa?a. En grupos, patearon la Pen¨ªnsula en busca del rinc¨®n perfecto para instalarse.
Torremocha de Jarama fue el lugar elegido, un municipio de 917 habitantes gobernados desde 1979 por el mismo alcalde de un partido independiente y con una oposici¨®n ecologista. All¨ª han levantado un complejo de 6.720 metros cuadrados con 54 apartamentos y zonas comunes donde viven oficialmente desde el pasado fin de semana, aunque la portavoz, La¨ªz, lleva ya instalada tres meses en sus 52 metros cuadrados.
El s¨¢bado decidieron invitar a los vecinos del pueblo a conocer sus 10 bloques de dos pisos pintados de miel y amarillo con huerto a las espaldas. M¨¢s de medio centenar acudieron a la invitaci¨®n. A la mayor¨ªa les gusta la idea, otros matizan: ¡°Los pueblos son complicados, funcionan con sus propios c¨®digos. Incluso con un proyecto excepcional el que viene de fuera es un intruso¡±. Un aviso que no hizo mella en los jubilados, esa es su nueva casa a todos los efectos: se est¨¢n empadronando en el pueblo, han registrado los coches y van a hacer que el centro de salud tenga el doble de trabajo. Han cambiado su m¨¦dico de cabecera a Torremocha porque quieren seguir usando la sanidad p¨²blica. Y cuando lo necesiten, contratar¨¢n asistencia especial a cargo de la comunidad vecinal.
La¨ªz recurre a la memoria para explicar las razones de esta aventura. Vio a sus abuelos y padres envejecer en sus casas sin poder atenderles al 100% por falta de tiempo. ¡°Quer¨ªamos decidir sobre nuestro propio futuro. Es algo que no suele hacerse¡±. Y tampoco depender de un sistema que deja a la mayor¨ªa de los jubilados fuera. ¡°En las residencias p¨²blicas no somos admitidos por tener hijos o propiedades, y las privadas no est¨¢n al alcance de una pensi¨®n media¡±, justifica.
La¨ªz da paso a Juan Luis Olives mientras mueve la cabeza sonriente. Sabe que lo explicar¨¢ todo al detalle. Tiene 73 a?os, tez bronceada y viste camisa blanca de lino. La viva imagen de la felicidad. Trabajaba en archivos y bibliotecas universitarias, una labor que aliment¨® un cerebro organizado y detallista. Cuenta que desde el principio el grupo se plante¨® ser muy participativo y democr¨¢tico. ¡°Nos reunimos para todo, desde elegir la constructora al color de cada una de las paredes. A veces tratamos un tema durante d¨ªas¡±. Lo corrobora Paloma Rodr¨ªguez, una activista feminista que ahora preside Trabensol. Cumplir¨¢ 70 a?os en unos d¨ªas. Su pelo gris oscuro, rizado a mechones sobre la frente, es el ¨²nico indicio.
La portavoz enumera con voz pausada las actividades que ellos mismos organizan para toda la jornada. Desde el taichi para los madrugadores a la contemplaci¨®n de estrellas para los noct¨ªvagos. Han sido ciudadanos responsables socialmente a lo largo de la vida: miembros de asociaciones culturales y de vecinos, cooperativistas de ense?anza, o voluntarios. Y todos tienen un enfoque m¨ªstico de la vida que han plasmado en la llamada Sala de Espiritualidad, donde la semana pasada hubo un concierto de cuencos tibetanos que resonaron en los largos pasillos.
Su nuevo hogar fue construido con un presupuesto de cinco millones de euros de los que tres fueron concedidos con un cr¨¦dito hipotecario por la banca ¨¦tica Fiare. Pertenece a la italiana Banca Popolare Etica, una entidad con ausencia de lucro adscrita a un Fondo de Garant¨ªa de la Uni¨®n Europea. Financia en Espa?a 29 proyectos. El resto ha sido ahorrado por los socios a lo largo de los a?os, vendiendo sus propias viviendas o con pr¨¦stamos. Para formar parte de la cooperativa hay que hacer un pago de 145.000 euros. Esa cantidad no da derecho a ¡°poseer¡± nada, todos insisten en esto. Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa, el exfuncionario de voz grave que hace de profesor de taichi, explica que la base capital es que no hay propiedad, es cesi¨®n en uso. ¡°Mi apartamento no es m¨ªo ni nunca lo ser¨¢. Eso a la gente le choca much¨ªsimo. Pero nada de esto es a fondo perdido¡±. Si te vas la cooperativa te devuelve la cantidad aportada inicialmente; si mueres se destina a lo que dicte el testamento.
La portavoz ha puesto todos sus ahorros y su pensi¨®n en esto. Todos lo han hecho. Para mantener el complejo hay unas cuotas mensuales de uso y consumo. La¨ªz y su marido pagan 1.050 euros al mes porque son dos. Si el alojamiento est¨¢ sin ocupar el coste es de 682 euros; para una sola persona 850 euros. Esto incluye la comida central que se sirve en un di¨¢fano sal¨®n con mesas que est¨¢n desprendi¨¦ndose del olor a madera nueva. Estas cuotas est¨¢n destinadas a pagar los servicios que ya funcionan, todos enfocados a la biosostenibilidad. La Comunidad de Madrid subvencion¨® el proyecto con 82.000 euros y Endesa les dio el segundo premio de sostenibilidad en 2011. Desde el gimnasio hasta el ba?o terap¨¦utico est¨¢ climatizado por geotermia.
Los expertos apoyan la iniciativa. Mariana Gald¨®s, psic¨®loga especializada en la tercera edad, asegura que la convivencia continua es enriquecedora y aleja la sensaci¨®n de soledad. ¡°Todo depende de cada individuo. Lo importante es que mantengan la mente abierta y positiva¡±.
Esa mentalidad es la base de esta tendencia en la vivienda, el cohousing naci¨® en los a?os sesenta en Dinamarca. Se basa en compartir espacios comunes y mantener la intimidad en la propia vivienda. En Espa?a est¨¢ empezando a despegar impulsada por la crisis. ¡°Pero no hay nada como lo que hemos construido¡±, asegura La¨ªz. Es cierto. Valladolid, M¨¢laga y Losar de la Vera en C¨¢ceres tienen proyectos que nacieron con la misma idea. Finalmente, se han convertido en centros para mayores al uso o en bloques de apartamentos para jubilados. Todo lo que no quer¨ªa este grupo que ha plantado en sus jardines decenas de ginkgos biloba, un ¨¢rbol superviviente del Jur¨¢sico. All¨ª, por la noche, charlan y cantan. En Trabensol afinan bien: ya aportan dos nuevas voces al coro de Torremocha.
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