Enrique Beotas, periodista integral

¡°Nac¨ª en ?vila, porque los gallegos nacemos donde queremos¡±. Lo dec¨ªa con frecuencia, y as¨ª ¨¦l se hizo gallego por decisi¨®n propia, sin olvidar ni ocultar nunca de donde ven¨ªa. Quiso la fatalidad que nos haya dicho adi¨®s la v¨ªspera de Santiago, cuando iba a celebrar el d¨ªa de Galicia y su patr¨®n, a la salida de una curva que ya, casi, dejaba ver Compostela.

Enrique Beotas (1952) era m¨¢s que un periodista. Era un comunicador integral, emprendedor y pionero. Cuando todav¨ªa ni se hablaba de los gur¨²s de la comunicaci¨®n pol¨ªtica ¨¦l ya era un estratega de este campo, en los albores de la Transici¨®n. Lo hizo al lado de Manuel Fraga y la entonces Alianza Popular. Pero quien recuerde solo en esa p¨¢gina de su biograf¨ªa se perder¨ªa casi todo de Beotas, un hombre que ten¨ªa mucha mano izquierda, y al que, hasta los que pensaban lo contrario que ¨¦l, le reconoc¨ªan una personalidad abierta, receptiva e integradora.

Sus iniciativas eran incontables, no solo en el periodismo, en el que toc¨® todas las teclas y todos los medios, sino tambi¨¦n en la producci¨®n y edici¨®n literaria. Su pasi¨®n eran sus ni?as: Ana, su esposa, Ana, su hija, que seguro seguir¨¢ sus pasos, y La rebotica, el espacio dedicado a la salud que durante sus 17 a?os en antena fue acogido por la parrilla de todas las radios espa?olas, antes incluso de que se inventase el t¨¦rmino de ¡°programa sindicado¡±.

Las tres lo echar¨¢n mucho de menos, como los centenares de periodistas y entrevistados con los que quiso rodearse en sus proyectos. Porque a Enrique le gustaba escuchar; y gustaba escucharle. Por eso, en uno de sus g¨¦neros favoritos, el de la entrevista, era capaz de hacer una radiograf¨ªa durante un almuerzo, del que surg¨ªa sin esfuerzo una singular biograf¨ªa, sacando lo mejor de cada uno, porque ¨¦l era capaz de conseguirlo sin que se notase. As¨ª hizo m¨¢s de 300 entrevistas, recogidas en su Galicia sexta provincia, de la que en junio present¨® en Mondariz (Pontevedra) el d¨¦cimo tomo, mientras trabajaba ya en el siguiente.

Enrique, mel¨®mano y culto, y con una cita siempre a punto para cualquier comentario, dec¨ªa en ese libro: ¡°No hay nada m¨¢s rom¨¢ntico que el ferrocarril, cuya historia no solo ha modelado el paisaje del mundo, sino la propia evoluci¨®n de la humanidad. Y es que el tren nos hace un poco mejores de lo que somos, pues ampl¨ªa nuestro horizonte¡±. Hablaba Beotas de que a ¨¦l, el ferrocarril, le evocaba a la pel¨ªcula Con la muerte en los talones, a Eva Mar¨ªe Saint y Cary Grant . Y a?ad¨ªa: ¡°Tan s¨®lo le pondr¨ªa un ¡®pero¡¯. Ese justo lamento de las locomotoras a vapor, como la bella Mallard, que rompi¨® en 1938 el r¨¦cord de velocidad. Imag¨ªnese qu¨¦ belleza esperar el tren en la estaci¨®n de Ourense y verlo llegar envuelto en una nube de humo blanco¡­.Pero seamos pr¨¢cticos y reconozcamos que, por fortuna de todos, hoy los trenes son m¨¢s c¨®modos y m¨¢s r¨¢pidos que nada, han erradicado la carbonilla del ojo ajeno¡±. Beotas, pionero en casi todo, era capaz de anticiparse a su propia vida.