El Papa: ¡°Jam¨¢s he sido de derechas¡±
¡°Veo la Iglesia como un hospital de campa?a tras una batalla¡±, declara a la revista de los jesuitas El pont¨ªfice, cr¨ªtico con una Iglesia "obsesionada" con el aborto o los matrimonios gais "No es posible una injerencia espiritual en la vida personal", dice sobre la homosexualidad
Durante tres d¨ªas de finales de agosto, el papa Francisco concedi¨® una entrevista a La Civilt¨¤ Cattolica, la hist¨®rica publicaci¨®n de la Compa?¨ªa de Jes¨²s ¡ªen Espa?a, ha sido difundida por Raz¨®n y Fe¡ª. Durante seis horas divididas en tres d¨ªas, su director, el sacerdote Antonio Spadaro, convers¨® con el Papa sobre la situaci¨®n cr¨ªtica de la Iglesia, los temas candentes de su pontificado y tambi¨¦n sobre sus gustos y pecados. A la pregunta directa de qui¨¦n es Jorge Mario Bergoglio, responde: ¡°No s¨¦ cu¨¢l puede ser la respuesta exacta¡ Yo soy un pecador. Esta es la definici¨®n m¨¢s exacta. Y no se trata de un modo de hablar o un g¨¦nero literario. Soy un pecador¡±. La entrevista completa, en la que Francisco se muestra cr¨ªtico con una Iglesia "obsesionada" con el aborto o el matrimonio gay, ser¨¢ publicada por las revistas de la Compa?¨ªa de Jes¨²s.
Sobre los cambios en la Iglesia, el Papa admite que existe una cierta prisa en empezar a verlos: ¡°Son muchos, por poner un ejemplo, los que creen que los cambios y las reformas pueden llegar en un tiempo breve. Yo soy de la opini¨®n de que se necesita tiempo para poner las bases de un cambio verdadero y eficaz (¡). Pero, mire, yo desconf¨ªo de las decisiones tomadas improvisadamente. Desconf¨ªo de mi primera decisi¨®n, es decir, de lo primero que se me ocurre hacer cuando debo tomar una decisi¨®n. Suele ser un error. Hay que esperar, valorar internamente, tomarse el tiempo necesario. La sabidur¨ªa del discernimiento nos libra de la necesaria ambig¨¹edad de la vida, y hace que encontremos los medios oportunos, que no siempre se identificar¨¢n con lo que parece grande o fuerte¡±.
Dice Jorge Mario Bergoglio que, cuando fue arzobispo de Buenos Aires, tom¨® la costumbre de consultar siempre sus decisiones: ¡°Esto me ha ayudado mucho a optar por las decisiones mejores. Ahora, sin embargo, oigo a algunas personas que me dicen: ¡°No consulte demasiado y decida¡±. Pero yo creo que consultar es muy importante. Los consistorios y los s¨ªnodos, por ejemplo, son lugares importantes para lograr que esta consulta llegue a ser verdadera y activa. Lo que hace falta es darles una forma menos r¨ªgida. Deseo consultas reales, no formales. La consulta a los ocho cardenales, ese grupo consultivo externo, no es decisi¨®n solamente m¨ªa, sino que es fruto de la voluntad de los cardenales, tal como se expres¨® en las Congregaciones Generales antes del C¨®nclave. Y deseo que sea una consulta real, no formal¡±.
Durante la entrevista, el Papa recuerda su experiencia de gesti¨®n, remont¨¢ndose a los tiempos en que tuvo responsabilidades en la Compa?¨ªa de Jes¨²s: ¡°En mi experiencia de superior en la Compa?¨ªa, si soy sincero, no siempre me he comportado as¨ª, haciendo las necesarias consultas. Y eso no ha sido bueno. Mi gobierno como jesuita, al comienzo, adolec¨ªa de muchos defectos. Corr¨ªan tiempos dif¨ªciles para la Compa?¨ªa: hab¨ªa desaparecido una generaci¨®n entera de jesuitas. Eso hizo que yo fuera provincial a¨²n muy joven. Ten¨ªa 36 a?os: una locura. Hab¨ªa que afrontar situaciones dif¨ªciles, y yo tomaba mis decisiones de manera brusca y personalista. Es verdad, pero debo a?adir una cosa: cuando conf¨ªo algo a una persona, me f¨ªo totalmente de esa persona. Debe cometer un error muy grande para que yo la reprenda. Pero, a pesar de esto, al final la gente se cansa del autoritarismo. Mi forma autoritaria y r¨¢pida de tomar decisiones me ha llevado a tener problemas serios y a ser acusado de ultraconservador. Tuve un momento de gran crisis interior estando en C¨®rdoba. No habr¨¦ sido ciertamente como la beata Imelda, pero jam¨¢s he sido de derechas. Fue mi forma autoritaria de tomar decisiones la que me cre¨® problemas (¡). Todo esto que digo es experiencia de la vida y lo expreso por dar a entender los peligros que existen. Con el tiempo he aprendido muchas cosas¡±.
Sobre el papel que tiene que adoptar la Iglesia en este momento hist¨®rico, el papa Francisco es muy gr¨¢fico: ¡°Veo con claridad ¨Cprosigue¨C que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercan¨ªa, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campa?a tras una batalla. ?Qu¨¦ in¨²til es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el az¨²car! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas... Y hay que comenzar por lo m¨¢s elemental (¡). La Iglesia a veces se ha dejado envolver en peque?as cosas, en peque?os preceptos. Cuando lo m¨¢s importante es el anuncio primero: ¡®?Jesucristo te ha salvado!¡±.
Jorge Mario Bergoglio parece tener muy claro el retrato robot de los l¨ªderes espirituales que necesita la Iglesia: ¡°Los ministros del Evangelio deben ser personas capaces de caldear el coraz¨®n de las personas, de caminar con ellas en la noche, de saber dialogar e incluso descender a su noche y su oscuridad sin perderse. El pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios ¡®cl¨¦rigos de despacho¡¯ (¡). En lugar de ser solamente una Iglesia que acoge y recibe, manteniendo sus puertas abiertas, busquemos m¨¢s bien ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos, capaz de salir de s¨ª misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se march¨® de ella, hacia el indiferente. El que abandon¨® la Iglesia a veces lo hizo por razones que, si se entienden y valoran bien, pueden ser el inicio de un retorno. Pero es necesario tener audacia y valor¡±.
Como en el vuelo papal de regreso de R¨ªo de Janeiro, el papa argentino no tiene reparos en hablar de aquellos a quienes la Iglesia ha vuelto la cara: ¡°Durante el vuelo en que regresaba de R¨ªo de Janeiro dije que si una persona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy qui¨¦n para juzgarla. Al decir esto he dicho lo que dice el Catecismo. La religi¨®n tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas, pero Dios en la creaci¨®n nos ha hecho libres: no es posible una injerencia espiritual en la vida personal. Una vez una persona, para provocarme, me pregunt¨® si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respond¨ª con otra pregunta: ¡®Dime, Dios, cuando mira a una persona homosexual, ?aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?¡¯. Hay que tener siempre en cuenta a la persona. Y aqu¨ª entramos en el misterio del ser humano. En esta vida Dios acompa?a a las personas y es nuestro deber acompa?arlas a partir de su condici¨®n. Hay que acompa?ar con misericordia. Cuando sucede as¨ª, el Esp¨ªritu Santo inspira al sacerdote la palabra oportuna¡±.
De igual manera, el Papa se muestra favorable a revisar la actitud de la Iglesia hacia las nuevas familias: ¡°Esta es la grandeza de la confesi¨®n: que se eval¨²a caso a caso, que se puede discernir qu¨¦ es lo mejor para una persona que busca a Dios y su gracia. El confesionario no es una sala de tortura, sino aquel lugar de misericordia en el que el Se?or nos empuja a hacer lo mejor que podamos. Estoy pensando en la situaci¨®n de una mujer que tiene a sus espaldas el fracaso de un matrimonio en el que se dio tambi¨¦n un aborto. Despu¨¦s de aquello esta mujer se ha vuelto a casar y ahora vive en paz con cinco hijos. El aborto le pesa enormemente y est¨¢ sinceramente arrepentida. Le encantar¨ªa retomar la vida cristiana. ?Qu¨¦ hace el confesor?¡±. Y a?ade: ¡°No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo dem¨¢s, ya conocemos la opini¨®n de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar¡±.
"Las ense?anzas de la Iglesia, sean dogm¨¢ticas o morales, no son todas equivalentes. Una pastoral misionera no se obsesiona por transmitir de modo desestructurado un conjunto de doctrinas para imponerlas insistentemente", a?ade. "Tenemos que encontrar un nuevo equilibrio (...). La propuesta evang¨¦lica debe ser m¨¢s sencilla, m¨¢s profunda e irradiante. Solo de esa propuesta surgen luego las consecuencias morales".
Un apartado especialmente interesante de la entrevista es aquel en el que el Papa se muestra partidario de afrontar, ¡°hoy¡±, el papel de la mujer en la Iglesia: ¡°Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina m¨¢s incisiva en la Iglesia. Temo la soluci¨®n del ¡®machismo con faldas¡¯, porque la mujer tiene una estructura diferente del var¨®n. Pero los discursos que oigo sobre el rol de la mujer a menudo se inspiran en una ideolog¨ªa machista. Las mujeres est¨¢n formulando cuestiones profundas que debemos afrontar. La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que esta desempe?a. La mujer es imprescindible para la Iglesia. Mar¨ªa, una mujer, es m¨¢s importante que los obispos. Digo esto porque no hay que confundir la funci¨®n con la dignidad. Es preciso, por tanto, profundizar m¨¢s en la figura de la mujer en la Iglesia. Hay que trabajar m¨¢s hasta elaborar una teolog¨ªa profunda de la mujer. Solo tras haberlo hecho podremos reflexionar mejor sobre su funci¨®n dentro de la Iglesia. En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este desaf¨ªo: reflexionar sobre el puesto espec¨ªfico de la mujer incluso all¨ª donde se ejercita la autoridad en los varios ¨¢mbitos de la Iglesia¡±.
Y al final, siempre, el Papa vuelve a uno de sus temas preferidos, las periferias del mundo: ¡°Me dan miedo los laboratorios porque en el laboratorio se toman los problemas y se los lleva uno a su casa, fuera de su contexto, para domesticarlos, para darles un barniz. No hay que llevarse la frontera a casa, sino vivir en frontera y ser audaces (¡). Cuando se habla de problemas sociales, una cosa es reunirse a estudiar el problema de la droga de una villa miseria, y otra cosa es ir all¨ª, vivir all¨ª y captar el problema desde dentro y estudiarlo. Hay una carta genial del padre Arrupe a los Centros de Investigaci¨®n y Acci¨®n Social (CIAS) sobre la pobreza, en la que dice claramente que no se puede hablar de pobreza si no se la experimenta, con una inserci¨®n directa en los lugares en los que se vive esa pobreza. La palabra ¡®inserci¨®n¡¯ es peligrosa, porque algunos religiosos la han tomado como una moda, y han sucedido desastres por falta de discernimiento. Pero es verdaderamente importante¡±. El ejemplo que pone Jorge Mario Bergoglio es definitivo: ¡°Pensemos en las religiosas que viven en hospitales: viven en las fronteras. Yo mismo estoy vivo gracias a ellas. Con ocasi¨®n de mi problema de pulm¨®n en el hospital, el m¨¦dico me prescribi¨® penicilina y estreptomicina en cierta dosis. La hermana que estaba de guardia la triplic¨® porque ten¨ªa ojo cl¨ªnico, sab¨ªa lo que hab¨ªa que hacer porque estaba con los enfermos todo el d¨ªa. El m¨¦dico, que verdaderamente era un buen m¨¦dico, viv¨ªa en su laboratorio, la hermana viv¨ªa en la frontera y dialogaba con la frontera todos los d¨ªas. Domesticar las fronteras significa limitarse a hablar desde una posici¨®n de lejan¨ªa, encerrase en los laboratorios, que son cosas ¨²tiles. Pero la reflexi¨®n, para nosotros, debe partir de la experiencia¡±.
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