¡°Los sirios no soportamos a los fundamentalistas¡±
El artista se libr¨® de morir a manos del r¨¦gimen de El Asad por ser uno de los escultores m¨¢s reconocidos en el mundo ¨¢rabe
El escultor sirio Assem Al Bacha llega al Caf¨¦ Lisboa unos minutos antes de lo acordado. Pide un caf¨¦ solo en la barra y luego sale a buscar la mejor mesa de la terraza, desde la que se atisba una parte de la muralla de la Alhambra. El toldo del local no resguarda su rostro del sol de la ma?ana. Poco le importa al artista, acostumbrado al clima del Mediterr¨¢neo, ese mar que da color a sus ojos y sentido a su vida. Desde hace 26 a?os vive en Purchil, un pueblo de la vega de Granada. ¡°Aqu¨ª me siento en conexi¨®n con nuestros antepasados, y en esta tierra he encontrado la tranquilidad que necesitaba para crear¡±.
Aislado en una antigua carpinter¨ªa reconvertida en un taller de escultura, Al Bacha, de 65 a?os, intenta olvidar el dolor por la p¨¦rdida de su hermano Namir, detenido, torturado y asesinado por el r¨¦gimen de Bachar el Asad. ?l se libr¨® de la muerte por ser uno de los escultores modernistas m¨¢s reconocidos en el mundo ¨¢rabe. ¡°Nos detuvieron por haber participado en las manifestaciones contra el Gobierno, pero en el ¨²ltimo momento me soltaron. Nunca m¨¢s vi a Namir¡±, recuerda.
Caf¨¦ Lisboa. Granada
- Un caf¨¦ solo: 1,5 euros.
- Un zumo natural de naranja: 2,5.
- Una cerveza: 2.
Total: 6 euros.
Aunque el artista dej¨® Siria en los ochenta por presiones del r¨¦gimen de Hafez el Asad ¡ª¡°me amenazaron por negarme a dise?arles una escultura¡±¡ª, nunca ha perdido la conexi¨®n con sus ra¨ªces. ¡°Mi trabajo est¨¢ dirigido a mi pueblo, donde la escultura sigue siendo un arte por descubrir. A pesar de la riqueza escultural de los pueblos preisl¨¢micos, el desv¨ªo artificial del sentido del islam se centr¨® en otras artes como la caligraf¨ªa y dej¨® de lado la escultura. Es triste, por ejemplo, la pobreza de esta pr¨¢ctica en el norte africano¡±, explica mientras pide una cerveza y enciende su en¨¦simo cigarrillo. Pero m¨¢s triste se siente al recordar a algunos estudiantes que hace tres a?os asist¨ªan a sus conferencias en Damasco y que hoy integran las milicias rebeldes. ¡°Mi generaci¨®n tuvo suerte porque lleg¨® a tiempo para so?ar y tener un proyecto. Los j¨®venes de ahora no tienen nada¡±. Al Bacha decidi¨® durante ese tiempo que comparti¨® con esos nuevos artistas instalarse otra vez en Siria para guiarles.
El escultor, muy reputado en el mundo ¨¢rabe, dej¨® Siria por presiones de El Asad
¡°En 2010 se respiraba el cambio y yo tampoco quer¨ªa perderme esa revoluci¨®n. Le expliqu¨¦ a Nicole [su mujer] mi idea de trasladar parte de mi obra a Yabroud, el pueblo de mis padres, situado a medio camino entre Damasco y Homs. All¨ª montar¨ªa un taller e impartir¨ªa clases¡±. Las esculturas cruzaron el Mediterr¨¢neo y llegaron a Siria en marzo de 2011, justo al estallar las revueltas. La situaci¨®n se recrudec¨ªa cada d¨ªa y pronto empezaron las bombas. No dio tiempo a que llegaran los estudiantes. En un intento desesperado por salvaguardar su obra, Al Bacha aprovechaba el descanso de los bombardeos para enterrar las esculturas en los campos de Yabroud.
¡°Mi pueblo est¨¢ completamente solo. Los desplazados, rendidos. Y los rebeldes se enfrentan a dos enemigos: El Asad y Al Qaeda. Los sirios no soportamos a los fan¨¢ticos y no permitiremos que se apropien de nuestra lucha¡±. Al Bacha critica tambi¨¦n la actitud de la comunidad internacional: ¡°Solo les preocupa la destrucci¨®n del arsenal qu¨ªmico. ?Como si matar con misiles y bombas no fuera nada!¡±. El escultor sacude sus l¨¢grimas e imagina su vuelta. ¡°Conf¨ªo en que la misma tierra que protege mis esculturas vea crecer una Siria en paz¡±.
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