Gr¨¹nenthal argumenta que el caso de la talidomida ha prescrito
Los afectados afirman que el laboratorio se agarra a ¡°tecnicismos¡± legales
El Juzgado de Primera Instancia n¨²mero 90 de Madrid ha visto este lunes la ¨²ltima sesi¨®n del juicio contra la farmac¨¦utica alemana Gr¨¹nenthal por la venta de la talidomida en Espa?a a trav¨¦s su filial Medinsa, al que han asistido decenas de afectados con malformaciones. En el procedimiento civil est¨¢n inmersas veinte de las cientos de v¨ªctimas por las malformaciones que alegan que caus¨® el consumo de este medicamento en Espa?a. Reclaman un total de 204 millones de euros. Las bazas de Gr¨¹nenthal, el laboratorio que patent¨® la talidomida en 1957, quedaron claras en el juicio que ha quedado visto para sentencia hoy: los efectos adversos (la demanda civil la han presentado 186 personas) ha prescrito y no est¨¢ demostrada la culpabilidad del laboratorio, que actu¨®, seg¨²n su abogada, de acuerdo al conocimiento que hab¨ªa en la ¨¦poca. ¡°Lo injusto es pedir a un tribunal que juzgue una negligencia de hace 50 a?os¡±, dijo la abogada. La talidomida se usaba como un tranquilizante, pero, fuera de prospecto, tambi¨¦n para tratar las n¨¢useas de las embarazadas. Esa aplicaci¨®n fue la que caus¨® las malformaciones.
Para los afectados, como dijo al acabar el juicio Rafael Basterrechea, vicepresidente de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas de la Talidomida en Espa?a (Avite), los argumentos de la empresa son tecnicismos legales. ¡°Dicen que dejaron de venderla en diciembre de 1961¡±, cuando llegaron las sospechas de efectos adversos, ¡°pero hemos demostrado que en mayo de 1962 se segu¨ªa vendiendo¡±. Sobre la prescripci¨®n, su argumento es que ¡°en Espa?a se ocultaron los efectos. Ya se encarg¨® Franco de que no se pudiera reclamar¡±. ¡°Dicen que fueron extremadamente diligentes en retirar el producto, pero no hicieron nada para informar a las mujeres que ten¨ªan en el f¨¢rmaco en casa y que pudieron seguir us¨¢ndolo¡±.
La ¨²ltima sesi¨®n del juicio tuvo un solo testigo: el representante de la empresa, Guillermo Castillo. Este declar¨® que las sospechas sobre los efectos en los fetos de las mujeres embarazadas (sobre todo, malformaciones en brazos y piernas) se tuvieron en noviembre de 1961, y que ya en diciembre se decidi¨® la retirada. En total, devolvieron 91,2 kilos de producto. Pero eso dejaba 40 millones, como record¨® el abogado de los demandantes, y para hacer una pastilla bastan 0,25 miligramos. ¡°Calcule los millones de pastillas que se pueden hacer¡±, argument¨®.
En el juicio, como record¨® la abogada de la empresa, no se discute que la talidomida tenga efectos perversos en las mujeres embarazadas. Por eso para determinar la culpa hab¨ªa que demostrar que el laboratorio actu¨® con negligencia.
La primera parte de ello remite al prospecto. Castillo admiti¨® que no dec¨ªa nada de las embarazadas, pero dijo que eso era lo normal entonces. En sus conclusiones, la abogada de Gr¨¹nenthal insisti¨® en que incluso los expertos que dieron la alerta en 1961 dec¨ªan que solo las terapias hormonales estaban contraindicadas para las gestantes, y que para el resto de los medicamento se las consideraba parte de la poblaci¨®n general.
Los demandantes argumentan que, aparte de eso, hay dudas sobre la fecha de retirada (en mayo de 1962 el Ministerio de Sanidad retir¨® el registro, lo que equivale a declarar prohibida cualquier comercializaci¨®n), pero tambi¨¦n sobre la actuaci¨®n del laboratorio. En una carta esgrimida por su abogado de los demandantes se recoge que la casa matriz alemana y la espa?ola acordaron no dar toda la informaci¨®n sobre la retirada par no mermar la imagen de la empresa. Tambi¨¦n que no se hizo ning¨²n tipo de campa?a en prensa o similar para advertir de los riesgos. El laboratorio dice que moviliz¨® a su fuerza de ventas para dar la informaci¨®n a los m¨¦dicos.
Otro argumento sobre la no prescripci¨®n es la posibilidad de que hayan aparecido nuevos da?os. ¡°Era imposible¡± saber en su momento c¨®mo iban a evolucionar los pacientes, porque nunca se hab¨ªa dado una situaci¨®n similar, dijo el abogado.
Por su parte, la abogada de la empresa tambi¨¦n aprovech¨® la letra de la ley espa?ola en otro aspecto. ¡°No todas las malformaciones fetales son por talidomida. Las ha habido antes y despu¨¦s¡±, dijo. Esto es clave, ya que para tener derecho a una indemnizaci¨®n (los demandantes piden 20.000 euros por punto del grado de minusval¨ªa) hay que demostrar una relaci¨®n al menos muy probable con el producto. Algo en lo que el tiempo tambi¨¦n juega en contra de los afectados.
Por ejemplo, L. R. P., un madrile?o de 43 a?os, se quejaba antes del juicio de que su historial hab¨ªa desaparecido de la maternidad de O¡¯Donell. Afectado de los dos brazos, no se mostraba optimista. De acuerdo a su grado de discapacidad, le corresponder¨ªan m¨¢s de 1,5 millones, seg¨²n la demanda de Avite. Pero no era optimista. El precedente de la indemnizaci¨®n ofrecida por el anterior Gobierno juega en su contra. Entonces se decidi¨® restringirla a los nacidos entre 1960 y 1965. Y ¨¦l lo hizo en 1967. "Aunque gan¨¢ramos, el laboratorio empezar¨ªa a decir: ¡°T¨² eres afectado, t¨² no¡±.
Para acabar de complicarlo, Gr¨¹nenthal no fue el ¨²nico laboratorio que vendi¨® talidomida en Espa?a en esas fechas. Aunque ten¨ªa la patente, hubo otros tres. Y eso, como apunt¨® su abogada, hace m¨¢s dif¨ªcil demostrar la culpa. Para los afectados eso es irrelevante. ¡°Ellos ten¨ªan la patente. Si dejaron que otros lo vendieran ten¨ªan que haber advertido de sus efectos¡±, dice Basterrechea. ¡°Si no les demandaban, es porque estaban de acuerdo¡±.
Al final de juicio los ¨¢nimos estaban mezclados. ¡°No est¨¢ f¨¢cil¡±, admit¨ªa una mujer. ¡°A los alemanes les han dado en 1971 una indemnizaci¨®n, pero nosotros no les importamos lo mismo¡±.
La sentencia se espera en mes y medio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.