¡°Hay quien no ha podido ser tratado al hab¨¦rsele retirado la tarjeta sanitaria¡±
Carmen Torrico, al igual que su hija o su marido, ha sido tratada de chagas en Espa?a
Carmen Torrico, al igual que su hija, su marido o su cu?ada, ha sido tratada de chagas en Espa?a. Naci¨® hace 44 a?os en Pampa Grande (departamento de Santa Cruz), una zona del centro de Bolivia. ¡°All¨ª la enfermedad es end¨¦mica¡±, apunta. Lleg¨® a Valencia hace 13 a?os ¡ªtiene nacionalidad espa?ola¡ª y ahora, desde la Asociaci¨®n de Afectados por la Enfermedad del Chagas, Voluntarios y Amigos (Asapechavae Valencia), se dedica a ¡°concienciar de la importancia de detectar la patolog¨ªa¡± entre la poblaci¨®n latinoamericana y a combatir los recelos injustificados que despierta en los espa?oles.
Carmen se enter¨® de que alojaba el par¨¢sito en su cuerpo cuando en 2003, en un viaje a Bolivia, fue a donar sangre para su hermana y el an¨¢lisis le sali¨® positivo a los anticuerpos de la enfermedad. Era asintom¨¢tica, por lo que, tras una primera consulta en Bolivia, no le dio demasiada importancia. No fue hasta a?os m¨¢s tarde cuando se ocup¨® de la enfermedad.
En 2007 su hermana M¨®nica falleci¨® en Bolivia por un ataque al coraz¨®n provocado por el chagas. Poco despu¨¦s, en un peri¨®dico dirigido a emigrantes latinoamericanos, ley¨® a una m¨¦dico que alentaba a los ciudadanos de pa¨ªses donde la enfermedad est¨¢ presente a que se hicieran las pruebas y se trataran. Fue entonces cuando se acerc¨® al Hospital General de Valencia, donde se encuentra el centro de referencia del tratamiento de enfermedades importadas y emergentes en la Comunidad Valenciana, y le recomendaron iniciar el tratamiento.
La terapia puede ir acompa?ada de efectos secundarios. Carmen soport¨® una erupci¨®n cut¨¢nea y una reacci¨®n al¨¦rgica. ¡°Ya hab¨ªa perdido a mi hermana y quer¨ªa matar al bicho¡±, explica. La medicaci¨®n no siempre acaba con el par¨¢sito (las tasas de curaci¨®n oscilan entre el 20% y el 60%, seg¨²n los estudios). Cuando no lo hace, lo mantiene bajo control y contiene el avance de la patolog¨ªa. Es lo que le sucedi¨® a ella: ¡°Mantengo la enfermedad dormida, tengo el coraz¨®n bien¡±.
Tambi¨¦n se ha tratado su marido, con quien regenta un bar en Valencia, y su hija Oshin, de 21 a?os. ¡°A¨²n tengo la duda de si le transmit¨ª yo la enfermedad o se infect¨® en uno de los viajes que hicimos a Bolivia¡±. A ella, el tratamiento s¨ª le ha resultado eficaz.
Desde la asociaci¨®n Asapechavae, Carmen y sus compa?eros organizan jornadas en las que ofrecen pruebas gratuitas de detecci¨®n de la enfermedad. ¡°Cada vez nos cuesta m¨¢s conseguir los reactivos para los an¨¢lisis y recurrimos a huchas solidarias y colectas¡±, relata. ¡°Hay gente que cree que se puede contagiar por contacto o proximidad; conocemos a personas despedidas y discriminadas por la infecci¨®n¡±, indica como muestra del desconocimiento que existe en torno sobre la patolog¨ªa.
El contacto con pacientes tambi¨¦n le ha permitido percibir los efectos de la retirada de la tarjeta sanitaria a inmigrantes no regularizados. ¡°Sabemos de gente que no ha podido seguir el tratamiento o acudir a citas con el m¨¦dico¡±, circunstancias que, tras las ¨²ltimas medidas adoptadas por la Generalitat valenciana, ¡°parece que se est¨¢n arreglando¡±.
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