¡°Occidente se equivoca si arma a la oposici¨®n siria¡±
Esta pol¨ªtica kurda critica el r¨¦gimen de El Asad y tambi¨¦n a los rebeldes
Sinam Mohamad es mujer de pocas concesiones. A esta siria kurda la vida se le rompi¨®, como al resto de sus compatriotas, cuando la primavera ¨¢rabe perdi¨® sus brotes y se convirti¨® en una guerra civil hace ahora m¨¢s de dos a?os. Por eso, va directa al grano. Habla de lo que le preocupa, de su supervivencia y la de los suyos. La cortes¨ªa, la charla ligera y divertida, deber¨¢ esperar a tiempos de paz.
¡°Todos los sirios estamos sufriendo, pero las mujeres sufrimos el doble¡±, arranca. Esta profesora metida a pol¨ªtica naci¨® en Damasco hace 47 a?os, dej¨® su acomodada vida en Arabia Saud¨ª para dedicarse de lleno a la pol¨ªtica como representante de la minor¨ªa kurda en el norte de Siria. Eso fue a finales de los noventa. Hoy no reconoce su pa¨ªs. Las carreteras de acceso a muchos de los pueblos kurdos est¨¢n tomadas o por el Ej¨¦rcito o por los rebeldes y lo que ahora existe es un bloqueo econ¨®mico de facto. ¡°Falta comida. Las madres no pueden alimentar a sus hijos. No hay gasolina. Ahora llega el invierno. Va a ser muy dif¨ªcil¡±. Los suyos est¨¢n en Efrin, en el norte. Hace tiempo que Mohamad no puede verles, porque no puede llegar hasta all¨ª. El acceso a Efrin est¨¢ controlado por las facciones opositoras islamistas, que no dan tregua a las minor¨ªas cristianas y tampoco a las mujeres como ella, que no cumplen con los dictados rigoristas. ¡°Si una mujer va sin velo, la capturan y a veces le agreden en p¨²blico y la mutilan¡±. Sus palabras suenan especialmente desgarradoras en un bullicioso caf¨¦ de Madrid, donde mujeres vestidas a su antojo comen bollos a la plancha y charlan animadamente con sus amigos. El contraste con la realidad que describe Mohamad es brutal en pa¨ªses, como Espa?a, en los que solo se combate una crisis econ¨®mica...
Caf¨¦ Comercial. Madrid
? Dos descafeinados con leche.
? Total: 5 euros.
Y sigue: ¡°Esos grupos no creen en la democracia. Lo que quieren es montar un califato isl¨¢mico y lo que necesitamos es lo contrario, una Siria democr¨¢tica y multicultural¡±. Su rechazo a los grupos opositores radicales como El Estado Isl¨¢mico de Irak Al Shams o el frente Al Nusra no significa ni mucho menos que Mohamad apoye al r¨¦gimen de Damasco. Al contrario, la causa kurda la mantuvo en la semiclandestinidad antes de estallar la guerra. ¡°A los kurdos nos encarcelaban, nos mataban. El Gobierno nunca nos dio derechos¡±.
Como muchos otros sirios, Mohamad se encuentra atrapada en una revoluci¨®n que siente que les han robado. Los kurdos se organizan ahora de forma aut¨®noma. Tienen sus propias milicias de autodefensa y sus checkpoints a la entrada de sus ciudades. Dice que ellos no quieren aliarse ni con un bando ni con el otro. Ni con sun¨ªes, ni con alau¨ªes. Que quieren ¡°una siria multinacional en la que se respeten los derechos administrativos y culturales de los kurdos¡±. Pero sobre todo, que no creen en una soluci¨®n militar. Que ¡°Occidente se equivoca si arma a la oposici¨®n, porque nunca van a ser capaces de vencer al Ej¨¦rcito. Lo ¨²nico que han conseguido ha sido atraer a yihadistas de medio mundo. Afganos, libios, chechenos que se comportan con una brutalidad... Desde el primer momento dijimos que la v¨ªa militar no nos llevar¨ªa a ninguna parte¡±. El tiempo de momento, le ha dado la raz¨®n.
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