Las respuestas son conocidas

Tengo esta interpretaci¨®n ante tan ins¨®lita iniciativa. Si Francisco pregunta a los cat¨®licos de todo el mundo (no solo a los romanos) sobre cuestiones relacionadas con el sexo, como el control de la natalidad, el divorcio, incluso sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, no es porque no sepa las respuestas, sino porque siente la necesidad de fortalecerse ante el s¨ªnodo de obispos sobre la familia que quiere celebrar en el oto?o de 2014. Lo habr¨¢ pensado despu¨¦s de ver c¨®mo su ministro, el prefecto de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, el alem¨¢n M¨¹ller, desautoriz¨® sin miramientos la semana pasada la tesis del Papa argentino de que ya empieza a ser hora de tener misericordia con los divorciados cat¨®licos que vuelven a casarse y quedan por ello excomulgados (sin poder acercarse a comulgar), salvo que no tengan sexo con la nueva pareja.

?Una encuesta sobre lo que piensan los cat¨®licos? Hace tiempo que este Papa, que viene del fin del mundo (as¨ª dijo nada m¨¢s ser elegido), no est¨¢ en la edad de las preguntas. De sobra sabe c¨®mo es su Iglesia, despu¨¦s de haber recorrido a pie barriadas y pueblos en su Argentina natal, primero como jesuita con mando en plaza, m¨¢s tarde como jerarca romano. Los cat¨®licos que viven entre vecinos de toda condici¨®n piensan lo mismo que el Papa (?misericordia, comprensi¨®n!); pocos comulgan con lo que oyen a sus obispos.

Es evidente que la Iglesia romana vive en un cisma nada soterrado, sobremanera en los temas de sexo desde que Pablo VI emiti¨®, hace medio siglo, la enc¨ªclica Humana vitae, sobre el control de la natalidad y la dichosa p¨ªldora anticonceptiva. ?Qui¨¦n hizo caso entonces? M¨¢s tarde, surgi¨® el debate del preservativo, que sigue execrado por los prelados pese a haber abierto alguna v¨ªa de escape el nada sospechoso de aperturismo Benedicto XVI. Tambi¨¦n fue desautorizado entonces por el n¨²cleo duro del episcopado.

Francisco pregunta porque las respuestas son conocidas. Quiz¨¢s estamos en un tiempo que suele suceder muy de tarde en tarde en la instituci¨®n eclesi¨¢stica romana, no solo en materias de moral, sino tambi¨¦n ante la ciencia, la pol¨ªtica y sobre otro tipo de conductas sociales. Ante determinadas reformas de la historia ¡ªla Tierra redonda, el parto sin dolor, el matrimonio civil, la democracia, el laicismo¡ª, Roma se irrita, rechaza con brutalidad, se escandaliza, execra. Con el tiempo, a veces siglos, cambia de opini¨®n y suaviza las condenas. Finalmente, toma como irremediable el cambio y llega a decir, muchas veces, que el progreso ha sido un empe?o suyo. Veremos ahora.