Un diagn¨®stico dif¨ªcil
En Espa?a no existe un programa de detecci¨®n precoz y atenci¨®n integral Reino Unido lo considera una discapacidad y quienes lo padecen reciben ayudas
El taller de neurodesarrollo comienza a las tres y media de la tarde. En un aula de unos 15 metros cuadrados, cuatro chicos y cuatro chicas de entre ocho y nueve a?os se quitan los zapatos y preparan ocho colchonetas azules. Tumbados boca arriba repiten los ejercicios que Sonia, su terapeuta, les indica con voz suave, pero firme: ¡°Moved la cabeza, primero hacia la izquierda y luego hacia la derecha. Despacio. Con las manos extendidas a lo largo del cuerpo¡±.
Ahora, de pie, tratan de levantar la rodilla derecha y toc¨¢rsela con la mano izquierda. A este ejercicio lo llaman la cruzada. El nido es el que consiste en unir las yemas de los dedos de la mano izquierda con los de la mano derecha y el limpiaparabrisas aquel en el que giran los tobillos hacia ambos lados. ¡°Para los ni?os con dislexia es muy complicado hacer este ejercicio sin mirarse los pies¡±, explica Irene Ranz, presidenta de la Fundaci¨®n Aprender y patrona del colegio concertado BrotMadrid, donde 272 chicos reciben clase en un proyecto educativo que mira de modo preferente a los alumnos con dificultades espec¨ªficas de aprendizaje.
Pese a iniciativas como esta, Espa?a est¨¢ muy lejos de ofrecer una atenci¨®n integral a los disl¨¦xicos. No existe un programa p¨²blico eficaz de detecci¨®n precoz, tampoco un dise?o curricular que atienda de modo global sus necesidades y, por no haber, apenas aparecen estad¨ªsticas sistematizadas. En el otro lado de la moneda est¨¢ Reino Unido. Solo en Inglaterra existen m¨¢s de 60 programas orientados a la detecci¨®n precoz de la dislexia en los menores de siete a?os. El trastorno est¨¢ considerado, adem¨¢s, una discapacidad y quienes lo padecen reciben ayudas por ello.
Seg¨²n la Asociaci¨®n Brit¨¢nica de Dislexia, detectarla en los angloparlantes es m¨¢s f¨¢cil que hacerlo en quienes hablan espa?ol o italiano como lengua materna. La raz¨®n, que el ingl¨¦s es una lengua m¨¢s opaca, donde a una letra le corresponden varios sonidos, por lo que darse cuenta de que los ni?os tienen dificultades al interpretar los fonemas es mucho m¨¢s sencillo.
La convivencia de los anglosajones con la dislexia es mucho mayor. Incluso el primer ministro Winston Churchill la padeci¨®. Otros personajes c¨¦lebres, como el inventor del tel¨¦fono Alexander Graham Bell, el cient¨ªfico Albert Einstein, los novelistas John Irving y Roberto Bola?o, el pintor Pablo Picasso y el creador de Apple, Steve Jobs, tambi¨¦n.
¡°Los ni?os con dislexia tienen dificultades motoras, algunos no gatean, coordinan mal los movimientos o se sientan en lo que llamamos ¡®malas posturas¡¯. Pero la clave definitiva para detectarla es que no aprenden. Han estado en el colegio, ha pasado el tiempo, han recibido atenci¨®n, pero nada¡±, sostiene Ranz, presidenta de la Fundaci¨®n Aprender.
Seg¨²n asegura, los sistemas de evaluaci¨®n en Espa?a perjudican el desarrollo de los menores con dislexia. ¡°Adem¨¢s de no haber personal suficientemente formado, los ex¨¢menes r¨ªgidos y el modo memor¨ªstico de aprendizaje expulsa a los ni?os disl¨¦xicos del sistema. No se valora que hay otro tipo de inteligencia o c¨®mo puede desarrollarse de un modo no convencional. En este sentido, la nueva ley de educaci¨®n, que fija pruebas externas de evaluaci¨®n al uso, es muy perjudicial. Muchos de estos cr¨ªos no entienden qu¨¦ se les pregunta. A veces saben la respuesta pero as¨ª expresada no la descifran¡±, relata.
En el centro madrile?o se trabaja con el M¨¦todo Decroly. Desarrollado por el pedagogo belga Ovideo Decroly, pretende descubrir las necesidades e intereses del ni?o para atraer y mantener su atenci¨®n durante el aprendizaje.
¡°Nosotros respetamos y cumplimos el curr¨ªculo oficial. Pero llegamos a ¨¦l de otro modo. No nos basamos en memorizar. Atendemos las necesidades especiales de los cr¨ªos. No hacemos ex¨¢menes entendidos como una prueba determinante para los alumnos. El aprendizaje es eminentemente pr¨¢ctico y los chicos comprueban su utilidad desde el principio. Luego se les hace alg¨²n control, pero no para clasificarlos, sino para comprobar en qu¨¦ grado se han adquirido los conocimientos¡±, relata el director del centro, Juan Jos¨¦ ?lvarez.
Contar con un porcentaje alto de ni?os disl¨¦xicos implica particularidades. Las rutinas deben ser r¨ªgidas y amenas. Irene Ranz sostiene, como apunta ahora el estudio en Science, que la ra¨ªz de la dislexia est¨¢ en la deficiencia de conexiones neuronales. As¨ª, para que un ni?o afectado de dislexia mejore, no bastar¨ªa con centrarse en ¡°los s¨ªntomas¡± ¡ªla incapacidad para distinguir fonemas, por ejemplo¡ª, sino que habr¨ªa que estimular el propio cerebro hasta aumentar el n¨²mero de uniones neuronales. Qu¨ªmica de profesi¨®n, Irene Ranz conoce bien la dislexia. Su marido y sus tres hijas la padecen. La mayor, que estudia su segunda carrera, de manera leve. Para la peque?a, que ha acabado la ESO con dificultad, aprender las vocales fue una odisea. ¡°No fue a un centro espec¨ªfico como este y lo ha pasado muy mal. ¡°Cuando est¨¢n en centros ordinarios algunos tienen problemas de autoestima y se sienten estigmatizados porque no aprenden¡±, esboza Juan Jos¨¦ ?lvarez.
En su centro, cada inicio de curso se dise?a un tema transversal para todos los alumnos y a partir de ¨¦l se trabaja el resto de materias. Cada nivel las aborda con distinta profundidad y cada a?o cambia el tema central. Todo hasta desembocar a final de curso en una exposici¨®n oral por grupos ante el resto de alumnos. ¡°Para un alumno, disl¨¦xico o no, desarrollar esta competencia es un logro absoluto¡±, sostiene Ranz.
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