Frohe Weihnachten!
Alemania es un pa¨ªs que adora las tradiciones y vive en un raro ambiente de paz y armon¨ªa las fiestas navide?as
Alemania es un pa¨ªs que adora las tradiciones, un h¨¢bito casi milenario y que hace posible que la naci¨®n sea capaz de recluirse en un raro ambiente de paz y armon¨ªa cuando el calendario marca la llegada de las fiestas navide?as. La tradici¨®n se?ala, por ejemplo, que Alemania se paraliza pol¨ªticamente hablando.
Los principales actores pol¨ªticos del pa¨ªs huyen de la capital para recluirse en refugios protegidos por un interesado anonimato. Una ley no escrita del pa¨ªs y que se ha convertido en otra interesante tradici¨®n recomienda a los periodistas alemanes no inmiscuirse en la vida privada de los pol¨ªticos.
El respeto a esta ley es voluntario y aunque, de tiempo en tiempo, alg¨²n medio comete el pecado de violar el juramento, la tradici¨®n cobra una digna actualidad cuando se trata de informar sobre el lugar de descanso donde los pol¨ªticos disfrutar¨¢n de la paz navide?a.
Todo el pa¨ªs sabe, por ejemplo, que Angela Merkel, despu¨¦s de participar en la ¨²ltima cumbre europea, viaja junto a su marido, el profesor de qu¨ªmica Joachim Sauer, al valle de Engadin en los Alpes suizos, para practicar su deporte de invierno favorito, el esqu¨ª de fondo.
Pero la tradici¨®n obliga, nadie ha querido revelar que la canciller y su marido se alojan en un hotel de cuatro estrellas ubicado en el pintoresco pueblo de Pontresina, un id¨ªlico y exclusivo balneario de invierno visitado por todos los personajes famosos que odian los reflectores y los paparazzis, una moda que invade otro pueblo famoso ubicado a tan solo 10 kil¨®metros de distancia: St. Moritz.
Ning¨²n peri¨®dico germano ha querido publicar fotos de la canciller esquiando en Pontresina, ni tampoco publicar¨¢ su visita obligada a la iglesia local en la noche del 24 de diciembre. Todo el mundo sabe tambi¨¦n que despu¨¦s de las fiestas, Angela Merkel viaja a su peque?a dacha -casa de campo- en Uckermark, en el Land de Mecklenburgo Pomerania Anterior, para cumplir con una tradici¨®n que se repite todos los a?os. La canciller se a¨ªsla en su cocina para preparar un ganso al horno que comparte con su madre y su marido.
Las escapadas navide?as de los pol¨ªticos se han convertido en una rutina casi pagana, pero el pa¨ªs sigue cultivando sus tradiciones y una de las m¨¢s populares es el ¨¢rbol de Navidad, un adorno universal que naci¨® en el siglo XVI gracias a Mart¨ªn Lutero, el hombre que cuestion¨® la autoridad papal y que cre¨® la iglesia protestante.
La leyenda se?ala que Lutero, cuando regresaba a su casa, observ¨® que la luz de las estrellas se reflejaba en las ramas de los ¨¢rboles cubiertos de nieve. El fen¨®meno luminoso le hizo recordar la famosa estrella de Bel¨¦n que gui¨® a los tres reyes magos la noche cuando naci¨® Jes¨²s. Con esa imagen dando vueltas en su cabeza, Lutero tal¨® un ¨¢rbol, lo llev¨® a su casa y lo decor¨® con velas, nueces y manzanas.
?Verdad o leyenda? La primera aparici¨®n documentada del famoso Weihnachten Baum -¨¢rbol de Navidad- tiene una fecha y un lugar: 1605 y Estrasburgo, cuando la ciudad a¨²n pertenec¨ªa al reino de Germania. El ¨¢rbol de Navidad inventado en Alemania conquist¨® el mundo. En estas fiestas navide?as, el Weihnachten Baum brilla en la casi totalidad de los hogares germanos, adorna plazas p¨²blicas y oficinas y sus luces tambi¨¦n alumbran edificios tan emblem¨¢ticos como la Canciller¨ªa y el Reichstag, sede del Parlamento Federal.
Tradici¨®n obliga, dicen los alemanes, que tambi¨¦n reviven cada a?o con ocasi¨®n de las fiestas navide?as una tradici¨®n m¨¢s bien pagana y que es cultivada por todos: la visita obligada a los mercadillos de navidad, otro invento alem¨¢n que naci¨® en el siglo XV en la ciudad de Dresde. Cada ciudad se adorna a partir del ¨²ltimo d¨ªa de noviembre hasta el ¨²ltimo domingo de diciembre con estos mercadillos donde la gente bebe vino tinto caliente con especias (Gl¨¹hwein), come salchichas y compra regalos.
El periodo navide?o comienza ¡°oficialmente¡± con el primer domingo de adviento (cuatro semanas antes de Navidad), cuando las familias colocan en un lugar visible del hogar una corona con cuatro velas. Cada domingo se enciende una vela y la tradici¨®n contempla hornear galletas y beber t¨¦ o caf¨¦.
¡°La fiesta navide?a como tal comienza el 24 de diciembre, cuando celebramos la Heiligabend (Noche Santa)¡±, confiesa Ullrich Schmidt, un m¨¦dico cirujano de 57 a?os, casado y padre de dos adolescentes, que ama las tradiciones de su pa¨ªs y que respeta todos los a?os el ritual de comprar un ¨¢rbol de Navidad ese d¨ªa. ¡°La Noche Santa la celebramos en casa, porque es una fiesta familiar¡±, dice el m¨¦dico, quien confiesa que su esposa, al igual que Angela Merkel, prepara como todos los a?os un hermoso ganso al horno, una costumbre que no comparten todos los alemanes.
En Berl¨ªn, por ejemplo, el plato preferido para la cena del 24 de diciembre sigue siendo un par de salchichas acompa?adas de ensalada de patatas y una buena cerveza. Pero todos los alemanes, incluidos la familia Schmidt, la canciller y su marido y millones de alemanes an¨®nimos, casi ya no respetan otra tradici¨®n germana que alegraba la vida a los ni?os el 6 de diciembre, cuando San Nicol¨¢s llegaba a los hogares para repartir dulces.
Ahora, los regalos llegan el 24 de diciembre por la noche, gracias a la visita que hicieron los reyes magos al ni?o Jes¨²s, los famosos Melchor, Gaspar y Baltasar, cuyos restos mortales descansan en un espl¨¦ndido sarc¨®fago de oro y piedras preciosas, que se puede contemplar en la Catedral de Colonia.
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