Cerveza gratis contra la marginaci¨®n de los alcoh¨®licos
Una fundaci¨®n en Holanda les ofrece bebida regulada, trabajo y 10 euros al d¨ªa
Son las nueve de la ma?ana y Coen es el primero en llegar. De 49 a?os, alto, delgado y algo t¨ªmido, se sienta a esperar al resto de sus colegas en el local que la fundaci¨®n humanitaria Regenboog (Arcoiris) gestiona desde 2012 en el distrito Este de ?msterdam, un vecindario de mayor¨ªa inmigrante. Es s¨¢bado, y Ren¨¦, Peter, Efraim y Mimoen, entre otros, ir¨¢n entrando bajo la atenta mirada de Gerrie Holterman, su coordinadora. Son un grupo de alcoh¨®licos que pasaba gran parte del d¨ªa bebiendo en la calle o en el parque del barrio, Oosterpark. Grande y muy bello, fue el primero abierto por el Ayuntamiento en el siglo?XIX. El lugar se hizo tristemente famoso, en 2004, porque a sus puertas fue asesinado el cineasta Theo van Gogh a manos de un holand¨¦s radical de origen marroqu¨ª.
Alejados de sus familias y excluidos de la comunidad, los acogidos por Regenboog recogen ahora basuras en las mismas aceras por donde antes deambulaban sin rumbo. Trabajan de 9.00 a 15.00 horas en dos grupos de nueve personas (de lunes a mi¨¦rcoles y de jueves a s¨¢bado) y reciben por ello 10 euros diarios. La fundaci¨®n tambi¨¦n les da un paquete de tabaco de liar, y lo m¨¢s importante: cinco cervezas que consumir¨¢n durante el turno laboral. ?Sorprendente? ¡°En absoluto. Solo es pragm¨¢tico¡±, dice Hans Wijnands, el director de la fundaci¨®n. ¡°No les exigimos la desintoxicaci¨®n, aunque les ayudamos si la piden. El que no puedan abandonar la bebida de golpe no es raz¨®n para dejarles fuera de la sociedad¡±, a?ade.
Cartero durante 10 a?os, Coen prefiere no dar su apellido ni tampoco desvelar su ca¨ªda en el alcohol. ¡°Esto me ayuda a mantener un horario y disciplina. Antes de 2002 trabajaba 40 horas semanales y por fin he vuelto a estar al aire libre. Y a los vecinos les parece bien lo que hacemos. En casa pinto y dibujo¡±, dice. Seg¨²n Gerrie, la coordinadora, ¨¦l es uno de los m¨¢s decididos a abandonar la bebida. Nadie le apremia, pero es el paso deseado por la fundaci¨®n, y por el Consistorio de ?msterdam, que apoya el proyecto, en marcha a su vez en otros dos distritos urbanos. ¡°Ser¨ªa ideal que lo dejaran, pero no es lo que buscamos. Acuden a nosotros desde la marginaci¨®n, animados por asistentes sociales. Aqu¨ª mejora su calidad de vida y aumenta su autoestima. Es el primer paso¡±, asegura. Otras ciudades holandesas estudian ahora aplicar un plan similar.
El tener asegurada una dosis m¨ªnima de bebida les ayuda a regularse
¡°?Qu¨¦ comemos hoy, Gerrie?¡±, pregunta un coro de voces. Han venido todos, y mientras beben las dos primeras cervezas de la ma?ana, se crea un ambiente familiar. ¡°Pensaba hacer macarrones¡±, contesta ella. ¡°Muy bien, estupendo¡±, aprueban entre risas. Otras dos latas son para el almuerzo, cuando regresen del turno de limpieza. La quinta y ¨²ltima es de despedida. Al principio, algunos beb¨ªan en todas las pausas. Incluso llegaban borrachos. Con el tiempo, el tener asegurada una dosis m¨ªnima les ayuda a regularse. El resto del d¨ªa, depende de ellos contenerse. Si bien el modelo es parecido al de la metadona para toxic¨®manos, en este caso es m¨¢s f¨¢cil que tengan horas de lucidez para laborar.
¡°?Qui¨¦n me iba a decir que acabar¨ªa as¨ª?¡±, se pregunta Ren¨¦, de 49 a?os, que tuvo una decena de empleados a su cargo. Todav¨ªa sorprendido, habla de su esposa y dos hijas de 9 y 13 a?os. Otros dos chicos mayores son de otras relaciones. ¡°Dirig¨ªa un negocio de limpieza de cristales y un caf¨¦ y pose¨ªa dos casas. El problema es que me hice correo de la droga, y es muy dif¨ªcil salir de ese mundo. Mi mujer me dio a elegir y me fui. No pod¨ªa abandonar la bebida y la droga, as¨ª que lo perd¨ª todo. Ahora padezco enfisema y problemas circulatorios. Me han operado y he adelgazado mucho. Podr¨ªa volver, pero a¨²n no estoy bien. No quiero que las ni?as me vean as¨ª. No me reconocer¨ªan¡±, dice de un tir¨®n. De repente, mira fijo a su interlocutora y exclama: ¡°Caramba, no lo hab¨ªa contado todo antes¡±.
El proyecto de Regenboog tiene su origen en uno parecido llevado a cabo con ciudadanos sin techo en Canad¨¢. All¨ª la bebida regulada es vino. Los 18 del distrito Este de ?msterdam tienen una casa de protecci¨®n social o est¨¢n a punto de obtener un piso. ¡°?Qu¨¦ quiere que le diga que no haya o¨ªdo? Ten¨ªa mujer e hijo y me qued¨¦ solo¡±, lamenta Peter, cerca de la cuarentena, mientras se pone la chaqueta fluorescente que les identifica como barrenderos. ¡°Tomamos aqu¨ª la cena de Navidad. Son unas fechas muy malas para ellos¡±, asegura Gerrie, capaz de atenderles sin permitir que sientan l¨¢stima de s¨ª mismos.
Un programa similar funciona en Canad¨¢ con dosis de vino reguladas
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.