?C¨®mo vas a ser del Atleti si eres negro?
La mayor¨ªa de ni?os adoptados en el extranjero choca contra el racismo Espa?a no tiene programas para unirlos a sus or¨ªgenes
¡°Te abandonaron porque eres tonto y no te quer¨ªan¡±, ¡°?C¨®mo vas a ser del Atleti si eres negro?¡±, ¡°?De d¨®nde eres?¡± o un ingenuo ¡°?Qu¨¦ mono!¡±. En mayor o menor intensidad, los ni?os adoptados en el extranjero por familias espa?olas reciben a diario comentarios que les recuerdan que son diferentes. Hasta un 70% de ellos sufren discriminaci¨®n y xenofobia en el colegio, seg¨²n un estudio de la asociaci¨®n Ume Alaia, que agrupa a familias adoptantes de Vizcaya. A los ocho a?os, muchos ya han o¨ªdo a alg¨²n compa?ero decir que su padre y su madre no son ¡°de verdad¡±, seg¨²n la misma investigaci¨®n.
La interacci¨®n entre ni?os y ni?as de distintos or¨ªgenes es un fen¨®meno relativamente joven en Espa?a, un pa¨ªs eminentemente blanco en comparaci¨®n con otros Estados occidentales (entre un 5% y un 10% del alumnado es de origen extranjero ¡ªseg¨²n datos de la Uni¨®n Europea¡ª, mientras en Francia, Reino Unido u Holanda lo es entre un 10% y un 20%). La adopci¨®n internacional se regul¨® en 1993 y empez¨® a hacerse efectiva a finales de esa d¨¦cada. Desde entonces han llegado casi 50.000 ni?os, sobre todo de China, Rusia, Colombia y Etiop¨ªa, seg¨²n el Ministerio de Sanidad, que est¨¢n entrando ahora en la vida adulta.
Mar¨ªa Cardona (nombre ficticio), de 18 a?os, sabe muy bien lo que es ser ¡°la rara¡± del colegio. ¡°Fui la primera ni?a adoptada en el extranjero y adem¨¢s era china. Dicen mis padres que todo el mundo en Ibiza quer¨ªa conocerme¡±, relata Cardona, adoptada a los cuatro a?os por una pareja de la isla en 1998. ¡°Que sepa¡±, no tiene hermanos. ¡°Cuando iba con mis padres, la gente me preguntaba: ¡®?Qui¨¦nes son?¡¯. Yo contestaba: ¡®Los pap¨¢s¡¯. Y me dec¨ªan: ¡®Tus padres te han abandonado¡±.
Laura, de 32 a?os y asistenta personal del presidente de una empresa, constata que esta sensaci¨®n es real en el d¨ªa a d¨ªa. ¡°Solo por salir a la calle pierdes el anonimato de ser adoptado. Todo el mundo sabe que esos se?ores con los que vas no son tus padres biol¨®gicos, y llamas la atenci¨®n. A los ocho a?os te da igual, porque juegas y no pasa nada; a los 11, te sientes raro, pero a los 14 ya no quieres ir al cine¡±, explica. Sus padres, croata y austriaca, la adoptaron cuando era un beb¨¦ en Bogot¨¢ (Colombia) y tiene dos hermanos m¨¢s j¨®venes, tambi¨¦n colombianos. Los expertos definen ese ¡°ya no tienes ganas de ir al cine¡± como el reconocimiento de unas diferencias insalvables con el resto de los ni?os.
El paso a la vida adulta que se empieza a afrontar durante la adolescencia es especialmente complicado para los j¨®venes adoptados. Un estudio publicado por la Agencia de la Adopci¨®n y la Acogida de Reino Unido (BAAF, por sus siglas en ingl¨¦s) sobre los efectos de la adopci¨®n a largo plazo demuestra que el racismo que experimentan durante la infancia perdura durante la vida adulta. Adem¨¢s, no todas las entrevistadas para el informe (72 mujeres de Hong Kong adoptadas por familias brit¨¢nicas en los a?os 60) tienen la misma percepci¨®n de su identidad: la mitad se consideran asi¨¢ticas; un 19%, brit¨¢nicas, y un 15% se definen como brit¨¢nico-asi¨¢ticas. Un estudio similar realizado en Suecia por varias universidades explica que el racismo es diferente en funci¨®n del origen: la mayor¨ªa de los africanos lo sufre, frente al 32% de los asi¨¢ticos y el 11% de los latinoamericanos.
Es durante los primeros a?os de secundaria, es decir, entre los 10 y los 12 a?os, cuando estos j¨®venes comienzan a interrogarse sobre su origen y la intriga por llenar esa zona gris va en aumento hasta la mayor¨ªa de edad. Laura, que lleva tres a?os intentando conocer a su madre biol¨®gica, describe la situaci¨®n como ¡°un vaiv¨¦n de emociones horrible¡±. Su familia se mud¨® de Austria a Madrid cuando ella ten¨ªa 10 a?os. Cree que los padres adoptivos deben decir la verdad a sus hijos y no intentar suavizar la dificultad: ¡°Tienen que explicarle que le miran porque es negro, no decirle que lo hacen porque es m¨¢s guapo que el resto (¡) No dudo que tengan buena intenci¨®n, pero lo m¨¢s importante es que no nieguen a su hijo que es diferente¡±. Opina que lo mejor que pueden hacer los padres es reforzar la autoestima de los peque?os teniendo ellos mismos amigos chinos, negros o latinos. ¡°Esas personas a las que los padres quieren pese a ser diferentes se convierten en referentes. No hay nada que al hijo adoptado le haga sentir m¨¢s orgulloso que ver que sus padres tienen amigos como ¨¦l¡±, dice.
El psic¨®logo ?scar P¨¦rez-Muga, autor del libro sobre el trastorno de apego ?Todo ni?o viene con un pan bajo el brazo? junto a Jos¨¦ Luis Gonzalo, distingue entre los chicos que tienen informaci¨®n sobre sus or¨ªgenes y los que deben convivir con una laguna absoluta sobre esa etapa de sus vidas. Entre los dos extremos se encuentran los que experimentan la llamada ¡°reparaci¨®n parcial¡±, es decir, que pese a saber que han sido abandonados, tienen conciencia de que ha habido cierta protecci¨®n y calor. Un cuarto grupo lo constituyen aquellos que han empezado a indagar sobre su pasado, pero que reciben informaciones contradictorias que los sumen en la confusi¨®n.
A los 10 a?os estos j¨®venes comienzan a interrogarse sobre su procedencia
Laura ha tenido que frenar la b¨²squeda para no caer en ese desconcierto. La asociaci¨®n La Voz de los Adoptados lamenta que en Espa?a no haya programas p¨²blicos de mediadores especializados en acercar a los adoptados a sus pa¨ªses y culturas de origen, expertos en psicolog¨ªa pero tambi¨¦n con idiomas y capacidad para conciliar entre las partes. P¨¦rez-Muga afirma, adem¨¢s, que mediante las redes sociales es muy f¨¢cil empezar a indagar, pero es muy peligroso hacerlo a tientas, sin la mediaci¨®n de un especialista. ¡°Yo ten¨ªa el nombre y el DNI de mi madre, pero tuve que comprobar sin la ayuda de nadie que segu¨ªa viva y que sigue en Colombia. Ahora, mi sue?o es ir en Semana Santa a conocerla y mi gran miedo es que desaparezca antes¡±, explica. Tambi¨¦n sabe que tiene hermanos biol¨®gicos, pero a¨²n tiene dudas sobre si tienen alg¨²n inter¨¦s en conocerla. ¡°Mi contacto me da cada vez m¨¢s largas. Me contesta cada tres o cuatro meses. No s¨¦ d¨®nde ir ni a qui¨¦n acudir¡±, lamenta.
Cardona conserva tres amigas del orfanato en el que vivi¨® en China, del que asegura no recordar nada. Llegaron todas juntas a Espa?a en 1998. Viven en diferentes ciudades, pero han mantenido el contacto durante todos estos a?os. En Ibiza no tiene referentes adultos. ¡°Aparte de mi profesora de chino, no conozco a nadie de ese pa¨ªs, solo a los que trabajan en las tiendas de Todo a 100, y de vista¡±, cuenta. Y no sabe si quiere volver a visitar su pa¨ªs: ¡°Creo que fui abandonada. No s¨¦ nada m¨¢s. Algunas de mis amigas recuerdan algo y otras no. Los orfanatos tampoco saben gran cosa [sobre sus familias de origen]. Como hemos olvidado nuestras vivencias, todas sospechamos que hemos sufrido abusos y cosas as¨ª. De mis amigas, la ¨²nica que recuerda, la mayor, odia directamente todo lo que tiene relaci¨®n con China. Odia hasta su raza, por decirlo as¨ª¡±. Otros, explica Laura, ¡°mitificamos nuestra cultura¡±. Y por eso necesitan volver a ella para conocerla.
Ricard Domingo, padre de una ni?a de Etiop¨ªa y presidente de AFNE, una asociaci¨®n de familias adoptantes en ese pa¨ªs, defiende que el ¡°viaje de retorno¡± es muy positivo. Tras conocer la experiencia de una veintena de familias, reconoce que es ¡°duro y dif¨ªcil¡±, pero asegura que si se hace antes de la adolescencia se facilitan mucho los problemas identitarios. ¡°Si no se pueden permitir el viaje, recomendamos a las familias que recaben toda la informaci¨®n posible sobre la procedencia de sus hijos¡±, aconseja.
Ayuda que la familia tenga amigos del mismo origen que sus hijos
Sea a trav¨¦s del idioma, de la comida, de la m¨²sica..., crear un v¨ªnculo con ese origen es, para los expertos, fundamental para, poco a poco, hacerles capaces de volver a mirarlo de cara y aceptarse a s¨ª mismos: es decir, para construir su identidad. A esa edad, todo elemento diferenciador provoca una crisis. De ah¨ª que todos quieran, por ejemplo, vestirse igual. ¡°Les provoca una gran inseguridad que les pregunten de d¨®nde son si no saben responder o saben poco sobre ese pa¨ªs¡±, dice Domingo.
¡°No lo hacen con maldad, sino que los ni?os recurren a la discriminaci¨®n como parte del proceso de construcci¨®n de su identidad, mediante la comparaci¨®n con el grupo¡±, explica Cristina Negre, doctora en psicoterapia familiar especialista en adopci¨®n de la Universidad de Barcelona.
La diferencia principal del racismo que sufren los ni?os adoptados con la discriminaci¨®n experimentada por los hijos de inmigrantes es que los segundos tienen en casa un referente cultural y un ¨¢mbito de protecci¨®n que los segundos sienten no tener. ¡°Los inmigrantes creen que su familia les entiende, que sufre la misma discriminaci¨®n porque es como ellos, pero en el caso de las familias adoptantes pueden tender a tapar el problema de la discriminaci¨®n como parte del proceso de adaptaci¨®n¡±, explica el psic¨®logo Alberto Rodr¨ªguez, uno de los autores del estudio de Ume Alaia. ¡°Los adoptados tenemos que aceptar que preguntas habr¨¢ toda la vida. Si no las hay, notas cuchicheos. Los padres biol¨®gicos te pueden dar herramientas, pero los blancos no han sentido nunca esa discriminaci¨®n¡±, describe Laura.
¡°Al principio lo cuentas, pero luego no quieres molestar y te callas muchas cosas¡±, apunta. La misma idea transmite Javier ?lvarez-Osorio, padre de dos ni?os africanos y presidente de la Asociaci¨®n de Familias Adoptantes de Castilla y Le¨®n: ¡°Lo del ¡®negro de mierda¡¯ es pan nuestro de cada d¨ªa. Dejan de contarlo, pero si te sientas a hablar con ellos y empiezas a escarbar, ves que es m¨¢s frecuente de lo que piensas¡±.
Aunque no hay muchos estudios sobre el racismo contra ni?os adoptados, un informe publicado por la Universidad de Barcelona en 2010 demuestra que el 75,4% de los padres adoptivos niega que sus hijos fantaseen sobre su familia biol¨®gica, mientras los expertos explican que la necesidad de conocer sus or¨ªgenes es com¨²n a todos ellos. El dato demuestra que la mayor¨ªa de los hijos adoptivos tienen la sensaci¨®n de que sus padres no pueden entender su malestar.
Montse Lapastora, psic¨®loga cl¨ªnica especialista en adopci¨®n, insiste en la diferencia entre el rechazo que siente un ni?o con gafas o gordito y el que perciben los adoptados. Los segundos ven cuestionado algo m¨¢s profundo de su personalidad, que afecta a sus rasgos m¨¢s b¨¢sicos. ¡°Tuve una paciente asi¨¢tica que quer¨ªa arrancarse los ojos, otra india muy oscura que quer¨ªa extenderse la piel blanca de la palma de la mano al resto del cuerpo. Otros, negros, que me dec¨ªan que se frotaban para ver si se les iba el color¡±, testifica. La experiencia cotidiana de la discriminaci¨®n les hace crecer con la consciencia de que ¡°quien no es blanco, es negro¡±, que forman parte de ¡°los de fuera¡±.
¡°El extranjero, el gitano, el negro, el raro¡ todos eran mis amigos. Cuando mis compa?eras de clase iban a Kapital [una discoteca de Madrid muy popular entre los adolescentes] yo iba a bares funk. Mi hermano tuvo una ¨¦poca en la que todos sus amigos eran latinos¡±, relata Laura. Mar¨ªa Cardona recuerda que uno de sus mejores amigos cuando lleg¨® al instituto era un chico ecuatoriano.
Al duelo del abandono, se suma el de la diferencia. ¡°A los seis o siete a?os, los ni?os empiezan a ser conscientes de que son distintos. Desde peque?os tienen que hacer el procedimiento para asimilar la diferencia (¡) pero cuando crecen, normalmente en la adolescencia, y buscan relacionarse con personas que se les parecen f¨ªsicamente se dan cuenta de que son blancos con cuerpo de negro¡±, aclara Cristina Negre, para explicar que, al haber sido educados en familias espa?olas, muchos ni?os no tienen elementos para entender su cultura de origen.
¡°Amigos m¨ªos me han llegado a decir ¡®qu¨¦ suerte tienes de no parecer colombiana¡¯. Un comentario as¨ª desata en nosotros muchos pensamientos: ?por qu¨¦?, ?es malo parecer colombiano?, ?y serlo?, ?los que lo parecen, son malos?, ?qu¨¦ pasar¨ªa si lo pareciera?¡±, se pregunta Laura.
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