Una batalla por conservar los bosques colombianos se libra al pie de un volc¨¢n
Surge una nueva conciencia para defender los parques nacionales de Colombia
El humeante volc¨¢n Galeras, uno de los m¨¢s activos de Colombia, parece vigilar silenciosamente a los dispares habitantes de esta rica foresta colombiana: seres humanos, miles de venados y otros animales, y m¨¢s de 99 especies de orqu¨ªdeas.
Algunas civilizaciones prehisp¨¢nicas, como los Incas ¨Cque llegaron hasta el sur de Colombia¨C, ofrec¨ªan diversos tributos, incluso humanos, para pedir a los dioses que la monta?a no despierte enfurecida.
Hoy en d¨ªa, las faldas de este volc¨¢n muestran un escenario diferente: el Santuario de Flora y Fauna Galeras, a unos 700 kil¨®metros al sur de Bogot¨¢, que se ha convertido en un ejemplo de agricultura amable con el medio ambiente
?C¨®mo se conjuga la protecci¨®n de esta biodiversidad con la actividad agr¨ªcola, uno de los pilares de la econom¨ªa colombiana?
En los ¨²ltimos a?os, el tri¨¢ngulo defensa de la naturaleza, bienestar de los campesinos y crecimiento econ¨®mico ha venido cobrando importancia, especialmente en las zonas cercanas a las ¨¢reas protegidas, que suman un 12% del territorio nacional.
Con sus m¨¢s de 7.000 hect¨¢reas, el santuario Galeras alberga a 135 especies de aves, 600 especies de plantas y un tercio de las especies de venado de Colombia, entre otra fauna.
En las laderas del volc¨¢n, entre los arroyos que bajan de la monta?a, se ven peque?as fincas, con flores frente a las casas y huertas con letreros que indican los distintos cultivos. Se siembra caf¨¦, trigo y mucho m¨¢s, dependiendo de la finca.
La huella humana
El santuario, naturalmente, es un ¨¢rea protegida, pero sus alrededores no lo son, y la actividad de los peque?os productores agr¨ªcolas en los l¨ªmites del parque tiene su impacto.
Los incendios forestales, la tala, la ampliaci¨®n de la frontera agr¨ªcola, la cacer¨ªa indiscriminada son algunas de las amenazas del santuario, seg¨²n Nancy L¨®pez de Viles, jefa del Santuario de flora y fauna Galeras. Colombia pierde m¨¢s de 330.000 hect¨¢reas de bosques al a?o por razones diversas, entre ellas la tala ilegal para prop¨®sitos comerciales, seg¨²n datos del propio gobierno.
Adem¨¢s de afectar la flora y la fauna, estas actividades ponen en peligro tambi¨¦n la que quiz¨¢ es la mayor riqueza del santuario: cuatro lagunas, varios r¨ªos y m¨¢s de 100 quebradas que suministran agua a cerca de 500.000 personas en los pueblos cercanos.
¡°Nosotros cuando no ten¨ªamos conocimiento, hac¨ªamos da?os a la parte alta¡±, dice Dori Ch¨¢vez, ama de casa y due?a de una finca cercana del parque. ¡°Da?os como echar candela, llevar los animales all¨¢, soltarlos en los pajonales, dejar que vayan a los humedales¡±, advierte.
Ahora, un proyecto conjunto entre el parque nacional y las comunidades ¨Cfinanciado con una donaci¨®n del Fondo para el Medio Ambiente Mundial e implementado por el Banco Mundial y el fondo colombiano Patrimonio Natural¨C?ense?a a los campesinos a cuidar el parque produciendo de manera m¨¢s ecol¨®gica, sin talar y sin contaminar el agua. Los lugare?os tambi¨¦n ponen especial cuidado en asegurase de que sus desechos y desperdicios no terminen en el bosque.
Esta misma metodolog¨ªa ya se est¨¢ aplicando en otros parques naturales de Colombia y ha beneficiado a 300 familias en distintos lugares del pa¨ªs, que cultivan y producen en armon¨ªa con el medio ambiente.
¡°Como tener mil guardaparques¡±
El proceso, claro, no fue f¨¢cil. As¨ª lo recuerda Sandra Popay¨¢n, una de las agricultoras de la zona. ¡°Como vinieron ac¨¢ y dijeron que ahora tenemos que conservar, pues nos asustamos mucho porque dijimos: ¡®no vamos a poder vivir, por la [falta de] le?a¡¯¡±.
Pero poco a poco, se fue creando conciencia. Hoy en d¨ªa Sandra aprovecha los desechos que produce su parcela para generar gas mediante un biodigestor.
¡°Si hoy o ma?ana acabamos con el poquito bosque que queda, eso va a afectar al agua, entonces empezamos a sensibilizarnos y concientizarnos de la importancia, por qu¨¦ cuidar eso¡±, opina Dori Ch¨¢vez.
Otros agricultores ahora cuidan los arroyos que bajan de la monta?a. Jorge Almeida, por ejemplo, tiene su finca a las orillas de una quebrada y plant¨® unos ¨¢rboles para protegerla. ¡°Estamos tratando de que las aguas [residuales de su casa y su plantaci¨®n] no lleguen directamente a las quebradas¡±, explica.
¡°Ahora es como tener mil guardaparques, porque la misma gente es la que cuida su parque¡±, explica Nancy L¨®pez. ¡°Si viene un cazador, por ejemplo, ellos son los que est¨¢n denunciando la cacer¨ªa o est¨¢n mirando qui¨¦n es que hace el da?o¡±, agrega.
Y los cambios empiezan a notarse. Los mismos productores se?alan que antes bajaba muy poca agua por las quebradas y que ahora ¡°baja bastante, para los humanos y para los animales¡± y que tambi¨¦n se han vuelto a ver algunas de las especies animales.
A pesar de estos resultados, el trabajo no est¨¢ terminado. ¡°Hay que seguir fortaleciendo a las comunidades, con capacitaciones, en temas como cambio clim¨¢tico, como biodiversidad y sobre la importancia de estos ecosistemas¡±, explica L¨®pez, la jefa del parque.
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