Una duna desenfrenada
Una monta?a de arena engulle la carretera de acceso a un poblado gaditano Los militares alteraron el sistema en 1940 para prevenir un desembarco desde Gibraltar
Jos¨¦ Zendrera sube a la duna de Valdevaqueros, mira al horizonte y apunta con el dedo. ¡°Aquello es Gibraltar, ah¨ª est¨¢ Tarifa y eso el puerto de T¨¢nger-Med. T¨¢nger est¨¢ ah¨ª pero hoy no se ve¡±. Muchos d¨ªas desde aqu¨ª se pueden distinguir las luces que van encendiendo en la otra orilla del Estrecho.
Zendrera, forro polar, botas de monta?a y pelo cubierto con un pa?uelo, es un ge¨®logo barcelon¨¦s de 61 a?os que lleg¨® a este rinc¨®n de la Pen¨ªnsula en 1987 a vender las tablas de surf que fabricaba. Se instal¨® en Paloma Baja, un poblado min¨²sculo, y ha visto c¨®mo a?o a a?o crec¨ªa la duna. Cuando lleg¨® era una barra de unos 35 metros de alto a unos metros del mar. Hoy es un enorme frente de arena de 700 metros de largo y 300 de ancho que con frecuencia cubre la ¨²nica carretera que lleva al pueblo.
El pasado martes se pod¨ªa transitar con coche, pero en un tramo de 600 metros el asfalto estaba cubierto con arena y hab¨ªa hasta 10 metros de duna al lado. Las se?ales de tr¨¢fico y los pinos asomaban medio engullidos por la arena. El poste telef¨®nico apenas sobresal¨ªa y en noviembre pasado Zendrera se qued¨® sin tel¨¦fono. Cuando sopla Levante, la duna tapa la carretera y las m¨¢quinas de la Junta de Andaluc¨ªa tienen que trabajar a destajo para dar salida al pueblo.
?Qu¨¦ ha pasado? ?Hasta d¨®nde puede llegar la duna? Para dar respuesta a estas preguntas la Junta andaluza encarg¨® en diciembre de 2012 un estudio al Grupo de Din¨¢mica de Flujos Ambientales de la Universidad de Granada, que dirige el catedr¨¢tico Miguel ?ngel Losada. Este explica en su despacho ante planos y fotos hist¨®ricas de la duna que la evoluci¨®n es ¡°una met¨¢fora de la insignificancia del hombre cuando se empe?a en influir sobre la naturaleza¡±.
Un informe pedido por la Junta advierte de que no hay soluci¨®n simple. Parar la duna requiere una gran inversi¨®n
Porque para entenderlo hay que remontarse a 1939 y seguir una historia de militares y bur¨®cratas. Al terminar la Guerra Civil ocurre lo que ?ngel S¨¢ez, director del Centro de Estudios Campogibraltare?os, califica como ¡°una metedura de pata antol¨®gica del servicio de informaci¨®n militar de Franco¡±. Detecta movimientos de barcos brit¨¢nicos y franceses en Gibraltar e interpreta que una invasi¨®n est¨¢ al caer. El 10 de mayo, el Cuartel General del Ej¨¦rcito del Sur avisa a Madrid de que ¡°todo viene a confirmar la opini¨®n predominante de la posibilidad de un desembarco en las costas al Oeste de Tarifa en caso de conflicto¡±.
Al oeste de Tarifa est¨¢n las enormes playas de arena de Los Lances y Valdevaqueros. Pese a la penosa situaci¨®n del pa¨ªs, y usando prisioneros republicanos como mano de obra ¡ªde los llamados batallones disciplinarios de soldados trabajadores¡ª erigen unos 500 b¨²nkeres a lo largo de 50 kil¨®metros en el Estrecho y bater¨ªas en altura.
Proteger Valdevaqueros, donde iban tres ca?ones de 381/45 mil¨ªmetros Vickers-Armstrong, no fue sencillo. El sistema era un enorme cord¨®n dunar que llegaba hasta la playa de Bolonia. Eran dunas bajas de entre dos y cuatro metros, pero la arena dificultaba el movimiento de maquinaria pesada.
¡°El sistema deb¨ªa llevar estable unos 6.000 a?os, desde la ¨²ltima glaciaci¨®n. El oleaje de Poniente saca la arena a la playa de Valdevaqueros, y el viento de Levante lo transporta paralelo a la costa. Ah¨ª se topa con la ladera sobre Valdevaqueros y crea las dunas¡±, explica el catedr¨¢tico Losada.
Zendrera ha escuchado contar la historia de lo que ocurri¨® entonces. ¡°Los ingenieros militares lo hicieron realmente bien. Movieron la arena a la playa, donde crearon una duna en altura artificial. Esa frenaba el transporte con el viento de Levante. En el monte plantaron un enorme pinar. Siguieron lo que hab¨ªan hecho en el cabo de Roses para quitar la duna¡±. La bater¨ªa de Paloma Baja fue artillada en el ¨²ltimo trimestre de 1941. Ya hab¨ªa una pista asfaltada. El gran cord¨®n dunar de baja altura se convirti¨® en un pinar con una barrera de arena al borde del mar. No solo frenaba el transporte de arena por el viento sino que pod¨ªa servir como trinchera ante un eventual desembarco enemigo.
La nueva duna-barrera ante la playa fue mantenida artificialmente durante d¨¦cadas bajo la direcci¨®n de ingenieros de montes. ¡°Gente del pueblo cog¨ªa ca?as y tablas y las colocaba en la cima para retener la arena que llevaba el viento. Cuando crec¨ªa, las volv¨ªan a colocar¡±, explica Zendrera. Si un temporal de Levante hac¨ªa que la duna rebosara, un cami¨®n recog¨ªa la arena y la vend¨ªa.
Aun as¨ª, la duna comenz¨® a avanzar hacia el pinar. Un mapa topogr¨¢fico de 1917 muestra un gran corredor dunar hac¨ªa el interior con entre seis y diez millones de metros c¨²bicos de arena, seg¨²n el c¨¢lculo del estudio de Losada. En 1956, la arena est¨¢ a 225 metros de la carretera y en 1974 a 170 metros. La orientaci¨®n de la playa vira ligeramente y se crea una d¨¢rsena en el r¨ªo del Valle, ya que la acumulaci¨®n de arena impide que descargue directamente al mar.
En 1988, un giro legal da otra vuelca de tuerca. Se promulga la Ley de Costas y la duna pasa a ser competencia de la demarcaci¨®n de Costas, del ahora Ministerio de Medio Ambiente. La norma proh¨ªbe la venta de arena y a partir de ah¨ª, seg¨²n los vecinos, cambia la gesti¨®n. Costas da un enfoque m¨¢s natural, con peque?as intervenciones para contener el avance, pero la duna crece y crece. En 1991, Costas comienza a retirar arena de la duna, en operaciones que se suceden cada vez con m¨¢s frecuencia. Aun as¨ª, la duna est¨¢ cada vez m¨¢s cerca de la carretera. Una d¨¦cada m¨¢s tarde, en 1999, se sit¨²a 100 metros del asfalto, en 2001 a 70, y en 2004 la alcanza por primera vez. Zendrera cuenta que los vecinos sab¨ªan que acabar¨ªa por ocurrir. ¡°Avanzaba algunos a?os hasta 20 metros. En 2005, la arena pis¨® por primera vez el cable telef¨®nico¡±.
Zendrera est¨¢ molesto porque asegura que la recuperaci¨®n de la duna no ha sido algo deliberado, sino ineptitud. ¡°Si hubieran dicho que quer¨ªan recuperar el cord¨®n dunar anterior, que ocupaba 400 hect¨¢reas, lo habr¨ªa entendido. Pero han intentado frenar la duna moviendo maquinaria pesada cuando todos los de aqu¨ª sab¨ªamos que as¨ª no se pod¨ªa¡±. En 2009, la carretera qued¨® cortada por primera vez. Y la situaci¨®n ha ido a peor. ¡°En verano las m¨¢quinas estuvieron sacando arena a tres turnos. Lo coches se quedaban atrapados en la arena y en dos ocasiones dos vecinos que ten¨ªan que salir al hospital los tuvieron que llevar en brazos¡±, explica este vecino. En invierno apenas hay nadie en el poblado y solo se ve un jubilado trabajando en su casita, pero en verano puede haber 300 personas en Paloma Baja.
Desde entonces, la duna gana entre 15.000 y 30.000 metros c¨²bicos de arena al a?o. Y tiene cuerda para rato. El informe que ha realizado Losada, y que entreg¨® en Navidad a la Junta, concluye que la arena acumulada en el fondo marino ¡°es suficiente para pronosticar que el flujo de sedimentos debido al viento que alcanza al pie de la duna continuar¨¢ por varias d¨¦cadas con una tasa media anual del mismo orden que en la actualidad, alrededor de 15.000 metros c¨²bicos al a?o¡±, un volumen como el de seis piscinas ol¨ªmpicas. Otra derivada de la intervenci¨®n militar, la playa de Valdevaqueros creci¨®, pero la arena que acumula es m¨¢s combustible para el crecimiento de la duna.
La duna vive bajo una colusi¨®n de Administraciones continua. La Junta de Andaluc¨ªa mantiene la carretera transitable y cada a?o realiza entre 25 y 30 salidas para limpiarla. Costas retira peri¨®dicamente arena y la lleva a otras playas (el ¨²ltimo trabajo fue adjudicado en 150.285 euros para solo un mes, seg¨²n el cartel a la entrada de la v¨ªa). El Ayuntamiento de Tarifa, del PP, pidi¨® permiso el pasado verano para extraer arena que luego vend¨ªa a Gibraltar, pese a que se usaba para ganar terreno al mar.
La Junta pregunt¨® a Losada por la posible evoluci¨®n y las soluciones. Y no es sencillo. De no hacer nada, ¡°la carretera quedar¨¢ sepultada bajo la arena en unos meses; la duna progresar¨¢ ladera arriba, ir¨¢ tapando la masa forestal y, previsiblemente, se extender¨¢ por todo el entorno de Paloma Alta. Continuar¨¢ el crecimiento desordenado de las playas de Valdevaqueros, Los Lances y Tarifa y el deterioro ambiental del entorno, especialmente los a?os secos. Los a?os h¨²medos se producir¨¢n inundaciones debidas al taponamiento de las descargas fluviales¡±.
Otras opciones son mejorar la gesti¨®n actual con un equipo profesional; reformar el campo dunar creando dunas parab¨®licas o triangulares que minimicen el avance, aunque eso no evitar¨¢ que las playas sigan creciendo; construir un falso t¨²nel o una nueva carretera, lo que es muy costoso y adem¨¢s tiene el problema de que los terrenos son parque natural o terreno militar; plantar ¨¢rboles que reduzcan el transporte de arena por el viento y favorecer la circulaci¨®n de agua en el r¨ªo. La Junta llevar¨¢ el informe a la mesa del parque natural para intentar alcanzar un acuerdo entre todas las administraciones y afectados. El tiempo apremia. La arena se mueve bajo sus pies.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.