¡°Pretenden denigrar a la mujer¡±
Las viajeras del Tren de la Libertad reviven la lucha por el derecho al aborto de hace 30 a?os en Espa?a ¡°Mi hermana me ve en la c¨¢rcel otra vez¡±
Las 150 mujeres que tomaron el viernes el Tren de la Libertad, no se imaginaban la acogida que iban a tener un d¨ªa despu¨¦s en Madrid. Su viaje se convirti¨® en el germen de la mayor protesta, hasta ahora, contra el proyecto del Gobierno de cambiar la ley del aborto. En el trayecto revivieron viejas luchas por el derecho de las mujeres a decidir. Ellas anticiparon la emoci¨®n de la manifestaci¨®n durante el camino. Este es el relato del viaje de las 150 mujeres que han dado fuerza a la marea morada, como sus chalecos. Nada m¨¢s llegar a la estaci¨®n de Gij¨®n, desde donde partieron, la primera declaraci¨®n de principios: entre siete extienden una gran pancarta con el lema Yo decido y el logo del tren multicolor que llevan grabado tambi¨¦n en sus petos.
Los conductores tocan el claxon en se?al de apoyo, los viajeros o paseantes les gritan ¡°??nimo chicas!¡±. ¡°A por ellos, oe, a por ellos, oe¡±, corean ellas con los pu?os en alto. ¡°Y ahora la canci¨®n¡±, ordena la presidenta de la Tertulia Feminista Les Comadres, Bego?a Pi?ero, de 57 a?os. ¡°Compinchado con Rajoy y sus muchachos, ha tomado nuestro cuerpo de reh¨¦n, con una aberrante ley demoledora, que pretende denigrar a la mujer¡±, entonan las pocas que ya conocen el grito de guerra dirigido contra el ministro Gallard¨®n y su ley del aborto. El resto la tararea. Con palmas y gritos de ¡°?S¨ª, se puede!¡±, los gijoneses despiden a las mujeres.
Cuatro horas de viaje las separan de la primera parada: Valladolid. Durante ese tiempo, hablan y r¨ªen. ¡°Mi hermana me dec¨ªa ayer que me ve¨ªa en la c¨¢rcel otra vez¡±, cuenta Marib¨ª Gonz¨¢lez, entre risas. ¡°En el 85 nos encadenamos para luchar por el derecho al aborto libre y gratuito. Pero los polic¨ªas cortaron la cadena y nos llevaron a comisar¨ªa. Es muy duro que despu¨¦s de 30 a?os volvamos a esa situaci¨®n¡±, comenta m¨¢s tarde, despu¨¦s de ver el f¨¦rreo control policial en las paradas de Le¨®n y Palencia, donde una multitud les esperaba con pancartas. ¡°Ni siquiera les han dejado acercarse¡±, lamenta.
Los temas jocosos se mezclan con los serios. ¡°Cuando yo ten¨ªa 15 a?os, hab¨ªa dos opciones: recolectar dinero para ir a Londres o arriesgarse a una operaci¨®n encima de la mesa de la cocina con una aguja de tejer o con el gancho de una percha¡±, relata Blanca Mu?iz, presidenta de la asociaci¨®n de mujeres Valle de Quir¨®s. ¡°No podemos volver a eso. No podemos permitir que las j¨®venes de ahora se vean en la misma tesitura¡±, razona como si estuviera dando un mitin. El resto asiente.
La estaci¨®n de Valladolid se divisa a lo lejos. Se palpa el nerviosismo. Es la primera prueba de fuego antes de llegar a Madrid. Pero solo dura unos segundos. Los gritos de la gente en la estaci¨®n se oyen desde lejos. ¡°El recibimiento no pod¨ªa haber sido mejor¡±, considera Rosario Bordes, despu¨¦s de la manifestaci¨®n que recorri¨® las calles de la capital castellano-leonesa hasta el auditorio Miguel Delibes, donde se celebraba la convenci¨®n del PP.
La ma?ana del s¨¢bado, el chachach¨¢ del tren inunda el vest¨ªbulo de la estaci¨®n de Valladolid. ¡°?Qu¨¦ llegan las del Pa¨ªs Vasco!¡±, grita una se?alando el autob¨²s que acaba de aparcar. Otras 50 personas se unen a la comitiva. Las ikurri?as se mezclan con las banderas de Asturias y las de Castilla y Le¨®n. Besos y abrazos entre compa?eras. No se conocen, pero una misma causa les ha unido en este viaje. ¡°Vamos a defender nuestros derechos¡±, advierte Charo Sarasua, del PSE. ¡°La marea violeta no va a parar, igual que no par¨® la blanca¡±, apunta Mu?iz haciendo referencia al abandono del plan privatizador de la sanidad madrile?a. ¡°Si no es hoy, ser¨¢ dentro de meses, pero pararemos la reforma¡±.
En el tren, las mujeres ensayan los c¨¢nticos y lemas preparados para la marcha.
¡ª ?Qu¨¦ somos?
¡ª ?Mujeres!
¡ª ?Qu¨¦ queremos?
¡ª ?Decidir!
Palmas, gritos y silbidos acompa?an cada frase. Cuando el tren casi ha llegado a su destino, el ruido de la megafon¨ªa interrumpe los c¨¢nticos. ¡°Queremos daros las gracias por vuestro apoyo y deciros que la Justicia est¨¢ de nuestra parte. ?Viva el derecho a decidir!¡±, proclama la voz electr¨®nica de Pi?ero, presidenta de Les Comadres. Y en todo el tren resuena un sonoro y contundente ?viva!
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