Personas de verdad en libros de ¡®mentira¡¯
Strauss-Kahn ha demandado a un novelista que lo usa como personaje ?En ficci¨®n vale todo? La Constituci¨®n espa?ola ampara la creaci¨®n literaria pero los escritores est¨¢n divididos
Poca gente recuerda a Delphine Couturier, pero todo el mundo sabe qui¨¦n es Dominique Strauss-Kahn. La primera inspir¨® a Flaubert Madame Bovary; el segundo ha inspirado una multitud de libros, tantos que el diario franc¨¦s Le Figaro se ha dedicado a contarlos: 58. El ¨²ltimo lo public¨® el mes pasado en Francia R¨¦gis Jauffret, se titula La ballade de Rickers Island y recrea el encuentro entre el exdirector del Fondo Monetario Internacional y la camarera Nafissatou Dialo en un hotel de Nueva York en mayo de 2011. Aunque ¨¦l no aparece citado por su nombre ¡ªella s¨ª¡ª, los abogados del pol¨ªtico franc¨¦s anunciaron que denunciar¨ªan al escritor por inventar hechos que contradicen las conclusiones del proceso judicial cerrado en Estados Unidos: Dialo retir¨® la denuncia por violaci¨®n tras llegar a un acuerdo econ¨®mico con DSK.
El pleito no ser¨¢ nuevo para ninguna de las dos partes. El escritor ya se enfrent¨® a un proceso por usar como personaje de otra novela a un banquero real asesinado por su amante. Strauss-Kahn ya gan¨® el a?o pasado un juicio contra la ensayista Marcela Iacub, que cont¨® su propia relaci¨®n con su personaje en La bella y la bestia. Aunque Iacub tampoco nombraba en su libro a DSK ¡ªse limitaba a llamarlo Cochon (cerdo)¡ª, lanz¨® su libro con una prepublicaci¨®n en Le Nouvel Observateur y una entrevista en la que citaba a su antiguo amante con nombre y apellidos. All¨ª lo describ¨ªa como ¡°un ser doble, mitad hombre, mitad cerdo¡±. El juez la conden¨® a pagar al aludido 50.000 euros.
Juan F. Ferr¨¦: ¡°Todo famoso tiene ya algo de ficci¨®n creada por los medios¡±
Ni Iacub ni Jauffret son Flaubert, pero sus viajes entre la realidad y la ficci¨®n estuvieron rodeados de argumentos literarios. En aquella misma entrevista, la escritora ¡ªuna jurista especializada en filosof¨ªa moral que conoci¨® a DSK despu¨¦s de publicar un libro en el que lo defend¨ªa¡ª describ¨ªa as¨ª su m¨¦todo para mezclar invenci¨®n y verdad: ¡°Las etapas de la relaci¨®n, los lugares, las conversaciones... todo es verdadero. Para las escenas sexuales estaba obligada a convocar la fantas¨ªa. Pero si son falsas en un sentido f¨¢ctico, son verdaderas en el plano f¨ªsico, emotivo, intelectual¡±. Jauffret, por su parte, fue mucho menos sutil al enfrentarse a su primera denuncia: ¡°Yo soy novelista, miento como un bellaco. No respeto ni a vivos, ni a muertos, ni su reputaci¨®n, ni su moral¡±.
Ni la figura de Strauss-Kahn ni las tormentas judiciales que le rodean atemorizaron al malague?o Juan Francisco Ferr¨¦, que en 2012 gan¨® el Premio Herralde de novela con Karnaval, una obra cuyo protagonista es¡ Dominique Strauss-Kahn. Karnaval acaba de ser traducida al franc¨¦s por la editorial Passage Du Nord-Ouest y su autor dice no haber tenido a¨²n ¡°malas noticias¡±. ?En alg¨²n momento pensaron ¨¦l o su editor espa?ol ¡ªJorge Herralde, de Anagrama¡ª que podr¨ªan tener un problema con el DSK real? Ferr¨¦ contesta sin durar: ¡°No, pero s¨ª hicimos bromas sobre esa eventualidad¡±. Y a?ade: ¡°Quiz¨¢ el incurrir en excesos period¨ªsticos, como han hecho otros, pague un peaje del que la literatura de invenci¨®n y humor, en la que me reconozco, estar¨ªa eximida¡±. Con todo, reconoce que a alg¨²n editor franc¨¦s le entr¨® ¡°un miedo rid¨ªculo¡± por el tono de algunos cap¨ªtulos y declin¨® publicarla.
Cuando el nombre es sagrado
Solo hay algo m¨¢s resbaladizo que usar una persona real como personaje de novela: usar un personaje sagrado (para la religi¨®n o para la cultura). "Es material inflamable, como cualquier tab¨²", dice la profesora de Literatura de la Universidad de Barcelona Ana Rodr¨ªguez Fischer, para quien la falta de prejuicios no debe confundirse con la b¨²squeda del esc¨¢ndalo. "Se nota cuando te mueve el morbo y no la intenci¨®n de entender a un personaje hist¨®rico a trav¨¦s de la ficci¨®n", dice Fischer, que como escritora ha recreado un hipot¨¦tico encuentro entre G¨®ngora y El Greco en la novela El poeta y el pintor (Alfabia), a punto de salir de la imprenta.
Pese al riesgo, las vidas de santos en versi¨®n heterodoxa son un cl¨¢sico. Si el mes pasado Ricardo Men¨¦ndez Salm¨®n publicaba Ni?os en el tiempo ¡ªque incluye una recreaci¨®n de la infancia de Jesucristo¡ª, Gustavo Mart¨ªn Garzo cuenta ya en su bibliograf¨ªa con sendas novelas protagonizadas por la Virgen Mar¨ªa ¡ªY que se duerma el mar (2010)¡ª y san Jos¨¦ ¡ªEl lenguaje de las fuentes (1993)¡ª. Mart¨ªn Garzo, que obtuvo el Premio Nacional de Literatura por esta ¨²ltima, afirma que solo cuando la termin¨® se plante¨® si ofender¨ªa a alguien.
Pese a tener presente la por entonces cercana condena a muerte a Salman Rushdie por Los versos sat¨¢nicos y la pol¨¦mica desatada por la versi¨®n de Martin Scorsese de La ¨²ltima tentaci¨®n de Cristo, el escritor vallisoletano explica que solo ten¨ªa una preocupaci¨®n: qu¨¦ dir¨ªa su madre, "muy devota". Ah¨ª qued¨® todo: "Aunque no puedes hacer lo que se te antoje, el espacio de la escritura es el de la libertad".
Junto a alguna carta ¡°irritad¨ªsima¡±, Garzo recuerda que tambi¨¦n le lleg¨® una invitaci¨®n para hablar de su libro en el colegio pontificio espa?ol de Roma. A los 200 curas que formaban el auditorio les pareci¨® bien su visi¨®n terrenal de la sagrada familia. Pasado el primer susto, a su madre tambi¨¦n.
M¨¢s all¨¢ de que miles de obras est¨¦n basadas en hechos reales o inspiradas en personajes reales m¨¢s o menos reconocibles ¡ªla vicepresidenta socialista que protagoniza la ¨²ltima novela de Bel¨¦n Gopegui, Acceso no autorizado, comparte algunos rasgos con Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega¡ª, se produce un salto cualitativo cuando esos personajes llevan el nombre de personas reales, aunque sus acciones y opiniones hayan sido transformados literariamente. Por no salir de los ¨²ltimos a?os ni de la literatura en espa?ol, ah¨ª est¨¢n la obra que Fernando Arrabal acaba de estrenar en Madrid ¡ªDal¨ª versus Picasso¡ª, los libros de Mario Vargas Llosa sobre Flora Trist¨¢n y Roger Casement o los de Manuel Vicent sobre Jes¨²s Aguirre o Adolfo Su¨¢rez; y ah¨ª est¨¢n Javier Cercas recreando el fusilamiento frustrado de Rafael S¨¢nchez Mazas en Soldados de Salamina, Javier Mar¨ªas incluyendo al fil¨®logo Francisco Rico como secundario en sus novelas, Clara Us¨®n novelando el suicidio de la hija del general serbobosnio Ratko Mladic o Enrique Vila-Matas como personaje de varios libros firmados por otros.
Bajo las mesas de novedades se esconde una pregunta: ?Deber¨ªa haber alg¨²n l¨ªmite a la hora de convertir en personaje a una persona? Reci¨¦n llegado de la promoci¨®n parisiense de su Karnaval, Juan Francisco Ferr¨¦ es categ¨®rico: ¡°No creo que haya que imponerle l¨ªmites a la literatura. Cualquier figura real de cierta fama, por otra parte, es una construcci¨®n de los medios y participa ya en cierto modo de la ficci¨®n, como era el caso de mi personaje antes de sus transformaciones novelescas¡±.
Javier Cercas, por cuyos libros pasan personajes que se llaman S¨¢nchez Mazas, Roberto Bola?o, Andr¨¦s Trapiello, Adolfo Su¨¢rez, Santiago Carrillo o, tambi¨¦n, Javier Cercas, acu?¨® la expresi¨®n relato real para referirse a la mezcla de ficci¨®n y realidad. A la pregunta por los l¨ªmites de esa mezcla responde distinguiendo entre fronteras morales y literarias: ¡°No es lo mismo que un personaje lleve su nombre real o que no lo lleve, que sea reconocible o que no lo sea. Si el personaje lleva su nombre real, evidentemente la cosa cambia y no puedes hacer lo que te d¨¦ la gana¡±. ?l, por ejemplo, acostumbra a dejarle leer el manuscrito a aquellos que aparecen con su nombre o de una forma reconocible en una novela suya. Lo hizo, cuenta, con Rafael S¨¢nchez Ferlosio [hijo de S¨¢nchez Mazas], o con profesores y compa?eros de la facultad, pero no, en cambio, con Carrillo o con la familia de Su¨¢rez, ¡°por motivos obvios: todo lo que contaba de ellos en Anatom¨ªa de un instante est¨¢ documentado o procede de fuentes totalmente fiables o de varias fuentes¡±.
Cercas acaba de reescribir ¡°por entero¡± El vientre de la ballena, una novela de 1997 que reeditar¨¢ en abril y en la que puede reconocerse a algunos de sus maestros universitarios. La nueva edici¨®n incluye un pr¨®logo al que el escritor recurre para matizar. ¡°En el fondo todas las novelas son romans ¨¤ cl¨¦, por lo mismo que la ficci¨®n pura no existe: siempre est¨¢ contaminada ¡ªfelizmente contaminada¡ª por la realidad, que es su carburante¡±. Fin de la cita. ¡°Ah¨ª est¨¢ todo lo que tengo que decir, pero puedo explicarlo un poco m¨¢s¡±, afirma Cercas. ¡°Es algo tan elemental como olvidado, y es que desde Homero hasta ahora mismo la literatura ha partido siempre de la realidad: precisamente por eso tiene inter¨¦s. Por tanto, lo de ¡®basado en hechos reales¡¯ es un anuncio superfluo; lo que importa, sin embargo, es c¨®mo el escritor transforma esos hechos reales en literatura, en ficci¨®n: es decir, c¨®mo convierte lo particular en universal, que es lo que hace siempre la literatura. Lo importante no es en qu¨¦ se?ora real se bas¨® Flaubert para crear a Emma Bovary, sino qu¨¦ es lo que Flaubert hizo con ella: el resultado y no la materia bruta, el final y no el principio¡±.
Cercas deja el manuscrito de sus novelas a los que aparecen su nombre
Alguien que aparece con nombre y apellidos en Soldados de Salamina es el escritor Andr¨¦s Trapiello, que lleva publicados ¡ª¡°sin una sola denuncia¡±¡ª 18 tomos de un diario lleno de retratos ¡ªunos benignos, otros no tanto¡ª de personas reales identificadas con una equis. Adem¨¢s, en Ayer no m¨¢s, su ¨²ltima novela, los personajes de ficci¨®n hablan de personas que se llaman Fernando Savater o Santos Juli¨¢. Para Trapiello, la ¡°¨¦tica que ha de regir el uso de lo real en la ficci¨®n no est¨¢ escrita en ninguna parte, aunque Cervantes nos da alguna pista: se puede escribir todo, ¡®sin da?o de terceros¡¯. A menudo, no obstante, el novelista tiene la tentaci¨®n de los atajos, o sea, del desfalco, de la estafa, como el propagandista. Hace a?os me encontr¨¦ a Umbral, que me hab¨ªa mandado La leyenda del C¨¦sar Visionario y me pregunt¨®, ¡®?Qu¨¦ tal?¡¯. ¡®Si se hace una reedici¨®n de la novela¡¯, le dije, ¡®quiz¨¢s se deber¨ªa corregir el nombre de S¨¢nchez Mazas; nunca estuvo en Salamanca en el cuartel de Franco, dirigiendo la guerra, sino refugiado en una embajada, y luego preso, y luego lo fusilaron. Es una correcci¨®n sencilla, bastar¨ªa que le llamaras de cualquier otra manera. Buscar y cambiar. El personaje est¨¢ bien¡¯. Se qued¨® pens¨¢ndolo un momento, y me dijo: ¡®No me convence; entonces se me joder¨ªa el efecto S¨¢nchez Mazas¡¯. A la realidad de una novela le pedimos no solo la verosimilitud, sino la verdad, si la conocemos¡±. Seg¨²n Trapiello, ¡°para juzgar los abusos de la ficci¨®n que mediante la insidia, la s¨¢tira o la caricatura buscan un provecho o unos efectos, se suele echar mano del C¨®digo Penal, pero deber¨ªa bastar la cr¨ªtica literaria: a la postre nada que sea mentira merece literariamente la pena¡±.
En Espa?a la ley no es mucho m¨¢s dura que la cr¨ªtica literaria como polic¨ªa de la ficci¨®n. Como explica el abogado Gerardo Viada, asesor jur¨ªdico de editoriales como Alfaguara o Santillana, en las reclamaciones judiciales por obras literarias se suele aplicar la misma ¡°ponderaci¨®n¡± que para los contenidos de prensa ¡ªel derecho al honor y a la intimidad frente al derecho a la informaci¨®n y a la libertad de expresi¨®n¡ª, pero a?adi¨¦ndole el derecho a la creaci¨®n literaria que recoge el art¨ªculo 20 de la Constituci¨®n. Ese derecho, dice, es ¡°todav¨ªa m¨¢s amplio que la libertad de expresi¨®n, lo que por ejemplo permite dramatizar hechos, pero no inventarlos en lo sustancial si el relato se refiere a una persona real¡±.
Aunque en Espa?a la creaci¨®n est¨¦ muy amparada legalmente ¡ªel disgusto de la duquesa de Alba por el retrato que Vicent hizo de su difunto marido en Aguirre, el magn¨ªfico no pas¨® de una carta al escritor en EL PA?S en marzo de 2011¡ª, Juan Francisco Ferr¨¦ apunta que la propia literatura tiene recursos para ¡°burlarse de la realidad y escapar a cualquier castigo, excepto los de los fan¨¢ticos, por supuesto¡±. Entre esos recursos destaca uno que ¨¦l mismo ha usado sobradamente para pintar al Strauss-Kahn de Karnaval: el humor: ¡°Es la clave para que el personaje caricaturizado se lo piense dos veces antes de enfadarse con la representaci¨®n de su persona, o poner una denuncia contra el escritor¡±. Otro recurso, apunta, ser¨ªa la ¡°desfiguraci¨®n¡± literaria: ¡°Es un procedimiento similar a hacer un retrato a la manera de Picasso o de Saura: convertir en irreconocible al modelo al tiempo que, mediante signos insinuantes, se le hace m¨¢s visible a¨²n...¡±.
Si el humor, como la felicidad, va por barrios, el vecindario de los escritores lo usan con frecuencia para dirimir sus pleitos. En 1997 el argentino C¨¦sar Aira decidi¨® clonar ir¨®nicamente a Carlos Fuentes en la novela El congreso de literatura. Seis a?os m¨¢s tarde, el mexicano se veng¨® de su colega haci¨¦ndole ganar el Premio Nobel en La Silla del ?guila. Teniendo en cuenta que Aira es uno de los escritores menos ceremoniosos del mundo, parece suficiente castigo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.