¡°El deporte es el ¨²ltimo basti¨®n del machismo¡±
El portero argentino se hizo fil¨®sofo en Suecia tras fugarse de una c¨¢rcel clandestina
El Claudio Tamburrini que saborea un stroganoffen uno de los pocos restaurantes de Madrid con platos suecos (y alguno ruso) naci¨® una noche de 1978, desnudo y aterrorizado, cuando ya ten¨ªa 23 a?os. Acababa de fugarse junto con otros tres prisioneros de un centro clandestino de detenci¨®n de la dictadura argentina, un siniestro chal¨¦ llamado Mansi¨®n Ser¨¦, en el que hab¨ªa sido torturado durante 120 d¨ªas. Una rocambolesca huida ¡ªllevada al cine en 2006 con el t¨ªtulo de Cr¨®nica de una fuga¡ª que no acab¨® hasta que logr¨® cambiar de hemisferio y de vida: el joven portero del Almagro, de Segunda Divisi¨®n, que pugnaba por la titularidad con un viejo ¨ªdolo local, encontr¨® refugio en Estocolmo, donde se convirti¨® en fil¨®sofo ¡°consecuencialista y utilitarista¡±, corrientes, como se ver¨¢, con aplicaciones muy pr¨¢cticas.
Por ejemplo, a Tamburrini, 59 a?os ahora, le resultaron muy ¨²tiles para ¡°revertir en algo positivo¡± su paso por aquella casa de terror: ¡°Mansi¨®n Ser¨¦ fue un sitio de renacimiento. All¨ª se gener¨® una nueva vida, la que tengo ahora. Y si uno est¨¢ conforme con la vida que tiene debe apreciar lo que le ha conducido a ella. Hay que hacerse amigo de lo que te ha pasado¡±, sentencia.
En Suecia, Tamburrini abandon¨® el f¨²tbol, pero intent¨® que su pasi¨®n fraternizara con su vocaci¨®n. Se especializ¨® en ?tica del Deporte, ¡°un campo muy poco desarrollado¡± y sobre el que ya ha escrito varios libros. El primero, claro, con Maradona en la portada: La mano de Dios, una visi¨®n distinta del deporte (2000).
Aqu¨ª es donde el fil¨®sofo acude en ayuda de Maradona para justificar su gol manual a Inglaterra en el Mundial de 1986. ¡°Es una acci¨®n condenable, por incorrecta, pero para el consecuencialismo lo importante no es la intenci¨®n, sino sus consecuencias. Aquel gol consigui¨® que se eliminara el fantasma de las Malvinas que condicionaba hasta entonces todos los enfrentamientos entre Inglaterra y Argentina. No se habl¨® m¨¢s de la guerra. Por eso, pese a ser reprochable, la acci¨®n no es incorrecta¡±.
Tamburrini sabe que en Suecia est¨¢ ¡°muy solo¡± en algunas de sus reflexiones morales. Como cuando defiende a Marco Materazzi ¡ªagredido por Zidane en la final del Mundial de 2006 tras un insulto de aquel¡ª porque ¡°provocar no es antideportivo¡±. Para ello recurre a Arist¨®teles y su teor¨ªa de la excelencia del car¨¢cter. ¡°Nos gustan los atletas con aplomo, que se mantienen fr¨ªos cuando son puestos a prueba. La madurez psicol¨®gica es parte del juego¡±. Habla de f¨²tbol, pero tambi¨¦n de la vida. ¡°Eso fue lo ¨²nico que hice bien en Mansi¨®n Ser¨¦, resistir sin hundirme a las humillaciones que me inflig¨ªan por su condici¨®n de torturadores¡±.
En su ¨²ltimo libro, Del juego al estadio, que ha escrito junto al periodista madrile?o Jacobo Rivero, abre un debate para romper ¡°el ¨²ltimo basti¨®n de dominaci¨®n del hombre sobre la mujer¡±. ¡°El deporte viene a decir que el hombre es mejor. Se ha creado sobre las caracter¨ªsticas fisiol¨®gicas masculinas y las disciplinas m¨¢s reconocidas y mejor remuneradas son las masculinas¡±. Y propone tajante ¡°abolir la segregaci¨®n sexual del deporte¡±, lo que supone ¡°doblegar¡± al machismo cultural y a los dirigentes retr¨®grados. ¡°Quiz¨¢ fuera posible acelerar este cambio cultural con un toque tecnol¨®gico-gen¨¦tico¡±, dice a sabiendas de que provocar no es antideportivo.
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