¡°Proteg¨ªamos a los colonos mezquinos y racistas¡±
Exsoldado israel¨ª, ahora es activista propalestino en su Jerusal¨¦n natal ¡°Con un arma es f¨¢cil sobrepasar los l¨ªmites¡±, asegura
¡°Lo siento much¨ªsimo¡±, exclama Micha Kurz con cara de preocupaci¨®n al enterarse de la tasa de paro en Espa?a. Es una realidad que le queda lejana. El israel¨ª, exmilitar con honores y actual activista por los derechos palestinos en Jerusal¨¦n, su ciudad natal, tiene la mente ocupada en otros asuntos. En 33 a?os de vida la idea que ten¨ªa de Jerusal¨¦n ha sufrido un giro completo. La llama ¡°capital palestina¡±. Apoya el boicoteo a Israel y admite haber violado los derechos humanos de los palestinos durante su tiempo en el Ej¨¦rcito al haber sido parte de ¡°la ocupaci¨®n¡±.
¡°Crec¨ª en una burbuja en mi barrio de Jerusal¨¦n Occidental¡±, explica, con el adem¨¢n formal y distante de quien se ha acostumbrado a hablar en p¨²blico de su vida personal. Su familia era lo que ¨¦l denomina ¡°sionista de izquierdas¡±. Creci¨® durante los a?os noventa, tras los Acuerdos de Oslo, y aunque sol¨ªa ir a tomar caf¨¦ a Ramala (actual capital palestina en Cisjordania) o a Bel¨¦n, no visit¨® nunca la zona ¨¢rabe de su ciudad. ¡°Cuando empezaron a estallar bombas en los caf¨¦s de Tel-Aviv y Jerusal¨¦n est¨¢bamos tan confundidos como los que m¨¢s. No conoc¨ªamos la realidad de Cisjordania: Israel estaba construyendo un sistema de barricadas y controles que imped¨ªa a la gente ir a sus trabajos, al hospital o al mercado¡±.
Kurz y Sahar Vardi, otra activista israel¨ª por la paz, visitaron Madrid el pasado fin de semana ¡°de vacaciones¡± y aprovecharon para dar una charla en el teatro del Barrio, en Lavapi¨¦s. El exsoldado no prueba el queso y prosigue su historia. ¡°Entr¨¦ en el Ej¨¦rcito a los 18 a?os, en 2001.¡± Acababa de estallar la Segunda Intifada. ¡°Desde los ocho a?os hab¨ªa querido alistarme, incluso intent¨¦ entrar en unidades de ¨¦lite¡±. En Israel, el servicio militar es obligatorio: tres a?os para los hombres y dos para las mujeres. ¡°Fue la ¨¦poca m¨¢s violenta de la ocupaci¨®n. Israel estaba reconquistando ciudades palestinas. Yo no solo estaba vigilando la frontera, estaba protegiendo a los colonos¡±. Los primeros que conoci¨® fueron los de Hebr¨®n. ¡°Eran mezquinos, racistas¡ y est¨¢bamos all¨ª para facilitar su expansi¨®n. Les ayudamos a crecer a expensas de la propiedad y el mercado palestinos¡±. Dentro no era cr¨ªtico. ¡°Lo que dice el sargento es palabra de Dios¡±.
Aunque regal¨¢semos chucher¨ªas en los puestos de control, no habr¨ªa manera de convertir la ocupaci¨®n en algo humano
Hoy, con el pelo salpicado de canas y el horror de la ocupaci¨®n confesado entre sonrisas, sabe que ser soldado le cambia a uno. ¡°Eres educado con los primeros 100 [palestinos] a los que mandas a casa¡± porque el control est¨¢ cerrado. ¡°La tercera vez te enfadas, quieres que te dejen en paz... A los 19 a?os, cuando sostienes un arma tan grande, te das cuenta de lo f¨¢cil que es rebasar los l¨ªmites. Pod¨ªa tratar de cualquier forma a personas de la edad de mi abuela¡±.
Al terminar el servicio, ¨¦l y unos compa?eros de unidad montaron una organizaci¨®n de soldados cr¨ªticos con Israel. Ahora pasa la mayor parte del tiempo con los palestinos de Jerusal¨¦n Este: ¡°Es la parte m¨¢s fascinante de la ciudad¡±. La organizaci¨®n a la que pertenece, llamada Grassroots Jerusalem, trata de dar voz a los ¡°l¨ªderes locales¡± palestinos. ¡°Ponemos en contacto a unos barrios con otros. La informaci¨®n sobre la propia ciudad est¨¢ muy fragmentada¡±.
Para cambiar las cosas trata de concienciar con su historia. ¡°Aunque regal¨¢semos chucher¨ªas en los puestos de control, no habr¨ªa manera de convertir la ocupaci¨®n en algo humano.¡±
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