Ellas est¨¢n cambiando; ellos, no
El precio de la libertad de las mujeres no puede ser la muerte, ni el de la vida la sumisi¨®n
¡°Esa no se iba a salir con la suya¡ Por mis cojones que si me dejas te mato, le advert¨ª¡¡±. Fue lo que me dijo un maltratador, ya detenido, despu¨¦s de haber cumplido con su palabra¡
?Cuando se pierde el nexo de causalidad de las cosas, la sorpresa se presenta como resultado, y el resultado se interpreta como un accidente, lo cual es un error.
Los hombres asesinan a las mujeres porque dentro de la relaci¨®n crean una convivencia basada en la violencia; y crean esa violencia porque su masculinidad los lleva a entender que ellos, como hombres, deben hacerse respetar e imponer el criterio que consideran m¨¢s adecuado; y piensan de ese modo por una cultura construida sobre la desigualdad que ha situado a los hombres y lo masculino como referencia universal, y a las mujeres sometidas a sus dictados y ¨®rdenes. Por tanto, si de verdad se quiere acabar con los homicidios y la violencia de g¨¦nero hay que trabajar, y mucho, para romper con esa identidad en los hombres que lleva a la violencia como forma de conseguir sus objetivos.
Para estos hombres, la violencia no solo les ayuda a imponer su voluntad, sino que adem¨¢s al hacerlo de ese modo los convierte en ¡°m¨¢s hombres¡±, por eso asumen las consecuencias de su conducta criminal y se reivindican como hombres al entregarse de forma voluntaria (aproximadamente el 74% lo hace) o por medio del suicidio (un 17% lo comete tras el homicidio).
La sociedad est¨¢ cambiando, pero los cambios no est¨¢n siendo los mismos en los hombres y las mujeres. Las mujeres lideran unos cambios que rompen con ese cors¨¦ de roles y espacios que les imped¨ªa incorporarse en igualdad a la sociedad y disfrutar de libertad e independencia. En cambio, los hombres no cambian y permanecen en esa idea de que ¡°su mujer¡± debe hacer lo que se espera de ella, es decir, ser ante todo una ¡°buena esposa, madre y ama de casa¡±. Y cuando intentan imponer ese criterio y la mujer no lo acepta, recurren a un mayor grado de violencia, y cuando este aumento de la violencia tambi¨¦n fracasa y la mujer decide no continuar con la relaci¨®n, se entra en la zona de riesgo del homicidio.
Todos estos elementos est¨¢n en las ra¨ªces de la violencia de g¨¦nero y de los homicidios, por ello hay que abordarlos desde todos los frentes, pero de manera muy directa rompiendo con esa imagen de ¡°m¨¢s hombre¡± que la cultura ha creado para el violento. Hay que hacerlo con concienciaci¨®n, con recursos para que las mujeres puedan salir de la violencia y con educaci¨®n para prevenir y evitar la construcci¨®n de esas identidades violentas¡ Justo lo que no se est¨¢ haciendo.
El precio de la libertad de las mujeres no puede ser la muerte, ni el de la vida la sumisi¨®n.
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