La tuberculosis no nos deja
Ning¨²n pa¨ªs est¨¢ libre de la enfermedad El hacinamiento y el VIH son los grandes aliados de la infecci¨®n El tratamiento es el mismo que hace 50 a?os
La Dama de las Camelias es un personaje universal. La hero¨ªna rom¨¢ntica de Alejandro Dumas, muerta de tuberculosis, fue el retrato por excelencia de una enfermedad urbana y que se cre¨ªa occidental. Pero el bacilo est¨¢ en todo el mundo, y los esfuerzos no consiguen erradicarlo. A sus tradicionales aliados ¡ªpobreza, malnutrici¨®n¡ª se sum¨® hace 30 a?os el VIH. La ciencia aport¨® hace 50 a?os un tratamiento antibi¨®tico combinado que casi no ha evolucionado. Pesado y caro para muchos de los afectados (seis meses de medicaci¨®n diaria que cuesta unos 120 euros, una cifra inasumible para gran parte de la poblaci¨®n mundial), el abordaje farmacol¨®gico solo es eficaz si se lleva a rajatabla. Cuando empiezan los incumplimientos, se convierte en un factor incluso pernicioso: aparecen las resistencias, que necesitan m¨¢s medicaci¨®n y durante m¨¢s tiempo (hasta dos a?os).
Con este escenario, los datos ante el d¨ªa mundial contra la enfermedad que se conmemora este lunes no pueden ser optimistas. En el mundo, 8,6 millones de personas contrajeron tuberculosis en 2012, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS). Esto supone unos 125 casos por cada 100.000 personas. De ellos, unas 500.000 ten¨ªan ya una variante resistente al tratamiento habitual. 1,3 millones de los afectados murieron. De hecho, la tuberculosis es la enfermedad infecciosa que m¨¢s muertes causa, despu¨¦s del VIH. Pese a todo, los esfuerzos por reducir la enfermedad parece que empiezan a arrojar sus frutos. La tasa de casos era de 150 por 100.000 en 1990, y se mantuvo estable hasta 2002. Tambi¨¦n entonces empezaron a bajar las muertes.
En Europa, los datos del Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC) indican un descenso del 6% anual. Pero hay miedo a que la tendencia cambie. Espa?a est¨¢ en la misma l¨ªnea. ¡°Llevamos bajando un 4% en los ¨²ltimos a?os¡±, dice Joan Ruiz Manzano, de la Sociedad Espa?ola de Neumolog¨ªa y Cirug¨ªa Tor¨¢cica (Separ). ¡°Pero tendr¨ªamos que estar en 10 casos por 100.000, y estamos en 15 o 16, lo que nos sit¨²a a la cola de Europa, a los niveles de Estonia, Ruman¨ªa y Eslovaquia¡±. Esto arroja unos 6.000 casos al a?o. ¡°Pero cada vez hay menos y se tratan mejor¡±, insiste el m¨¦dico. El otro buen dato que Ruiz Manzano apunta es que el porcentaje de pacientes con resistencias es muy bajo, de menos del 1%, cuando la media mundial est¨¢ en cerca del 6%.
Ligero retroceso
Casos. En 2012 hubo 8,6 millones de nuevos infectados por tuberculosis. En 2000 eran 9 millones. La enfermedad tiene una forma pulmonar mayoritaria, pero hay otras (pleural, visceral, cerebral).
Exposici¨®n. Un 30% de la poblaci¨®n mundial ha estado expuesta al bacilo de la tuberculosis, pero solo una peque?a parte desarrollar¨¢ la enfermedad. Suelen ser personas vulnerables, por malnutrici¨®n o inmunodeficiencia.
Contagio. Para que haya contagio hace falta una exposici¨®n cercana a la persona infectada. El bacilo se transmite por el aire.
Mortalidad. Los tratamientos actuales son muy eficaces si se siguen bien. La tasa de mortalidad est¨¢ en unas 12 de cada 100.000 personas. En 2012 fueron 1,3 millones, incluyendo 320.000 que tambi¨¦n ten¨ªan VIH.
Pa¨ªses. 22 pa¨ªses re¨²nen el 80% de los casos. Los asi¨¢ticos (China, India, Indonesia, Filipinas... etc¨¦tera) representan el 60% de los casos. El resto se concentra en el sur de ?frica y Brasil.
Cuando se habla de esfuerzos por reducir la enfermedad, no se exagera. Lo saben bien el Fondo Global contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria y las ONG que colaboran con ¨¦l. En los suburbios de Chittagong, la segunda ciudad de Bangladesh (cuatro millones de habitantes), famosa por ser uno de los mayores cementerios de barcos del mundo ¡ªy una de las mayores f¨¢bricas textiles del planeta¡ª, es la organizaci¨®n BRAC la encargada de llegar hasta el ¨²ltimo rinc¨®n.
Concretamente en el de Tigerpass Railway Colony, que debe su nombre a que era zona de paso de tigres antes del boom demogr¨¢fico, en un cub¨ªculo de cemento de unos de tres por tres metros, vive Kohinur Begum, una mujer de 25 a?os con su marido y su hijo. Fue diagnosticada de tuberculosis hace cinco meses. Una vecina, voluntaria de BRAC, se asegura de que tome la medicaci¨®n cada d¨ªa. Es algo parecido a lo que en Espa?a se conoce como tratamiento directamente observado. Los f¨¢rmacos son un bien demasiado preciado como para que se malgasten.
Begum trabaja en una de las inmensas f¨¢bricas textiles del EPZ (Export Processing Zone, zona de producci¨®n para exportaci¨®n) de Chittagong. Es, de alguna manera, una privilegiada. Ah¨ª, por jornadas de 10 horas seis d¨ªas a la semana (se libra los viernes, d¨ªa sagrado de los musulmanes) se pueden cobrar hasta 80 o 90 euros mensuales, un buen sueldo para el pa¨ªs. Varias de estas factor¨ªas tienen servicios sanitarios (dos enfermeras para 3.500 trabajadores, en la que visit¨® EL PA?S invitado por el Fondo Mundial) dedicadas a diagnosticar precozmente la tuberculosis y otras enfermedades. Tambi¨¦n hay un hospital dentro del complejo fabril. Es una precauci¨®n ¨²til: un infectado podr¨ªa ser un riesgo para el resto de los trabajadores. Tambi¨¦n se ocupan del seguimiento del paciente, y le facilitan ¡ªgratis¡ª el tratamiento. Adem¨¢s, y eso es muy importante, no despiden a los enfermos. Esos beneficios sociales se notan en la vivienda de una sola habitaci¨®n de Begum: un enorme televisor en una de las paredes demuestra que se trata de una trabajadora bien pagada. Sin embargo, ella misma admite que no habr¨ªa podido hacer frente a la medicaci¨®n. Con un sueldo de unos 9.000 takas bengal¨ªes (unos 100 euros), no podr¨ªa gastarse 20 euros al mes en los cuatro f¨¢rmacos que debe tomar.
Este tipo de suburbios, barrios de chabolas donde se api?an miles de personas sin servicios higi¨¦nicos y muchos sin luz el¨¦ctrica, son ¡°la zona cero¡± de la tuberculosis, dice un portavoz del Fondo Mundial. Es el ejemplo de todos los factores que hacen que la infecci¨®n se mantenga viva en el mundo: pobreza, hacinamiento y mala alimentaci¨®n. De hecho, los voluntarios de BRAC, aparte de repartir la medicaci¨®n, tambi¨¦n dan consejos nutricionales y venden a bajo precio suplementos alimenticios, lo que les ayuda tambi¨¦n a sobrevivir.
Aunque no se puede comparar, son las mismas condiciones que contribuyen a que la tuberculosis no se erradique (y la OMS ha llegado a vaticinar rebrotes) en Occidente. ¡°El 40% de los casos en Espa?a se da entre los inmigrantes m¨¢s pobres o que viven hacinados, no porque la traigan, sino porque la adquieren aqu¨ª¡±, dice el neum¨®logo Ruiz Manzano.
Begum, por lo menos, tiene una variante normal de la tuberculosis. En las condiciones de pa¨ªses como Bangladesh, eso se comprueba de forma emp¨ªrica: se repite la prueba del esputo a los dos meses de empezar la medicaci¨®n. Si el bacilo no se ve al microscopio, no era resistente.
Eso no le sucedi¨® Taramina, un hombre de 55 a?os ¡ªm¨¢s o menos, ¨¦l no lo tiene muy claro¡ª del vecino barrio de chabolas de Motijhorna. Este pescadero viv¨ªa en un pueblo, pero ha tenido que trasladarse con su mujer a la ciudad para estar cerca del hospital. ¡°Hizo una tonter¨ªa; dej¨® de tomar la medicaci¨®n¡±, cuenta Akramul Islam, director asociado de BRAC. Ahora recibe una visita diaria de un enfermero que se asegura de que cumpla con la medicaci¨®n. ¡°Mi hijo se ha tenido que encargar del negocio y mi hija trabaja en una de las f¨¢bricas de la zona especial, pero a¨²n me quedan 15 meses de estar aqu¨ª¡±, dice a trav¨¦s de una mascarilla de tela que parece casera (y de dudosa eficacia). Pese a ello, Taramina la mantiene, aunque al principio le cost¨® usarla: le identifica como alguien con tuberculosis, una enfermedad que lleva asociado un estigma por el riesgo que supone para los vecinos (aunque este acaba a los 15 d¨ªas de tratamiento). Es que, como dice Suresh Konti Chakma, en su pueblo de Joutho Khamar, en el distrito de Rangamati, al este de Bangladesh, ¡°un dicho dice que si tienes tuberculosis es que vas a morir¡±. ?l la super¨® hace cuatro a?os, y es, orgulloso, el ¨²ltimo de su pueblo de 275 habitantes, un conjunto de chozas de paredes de hojas de palma entretejidas en una ladera de una zona selv¨¢tica. ¡°Ni sab¨ªa lo que era. Me han salvado la vida¡±.
En este c¨®ctel de circunstancias favorables a la tuberculosis, falta uno: el sida. Pero su relaci¨®n con la tisis se hace evidente cuando se ve que el 20% de los fallecido con VIH lo hicieron por tuberculosis, o cu¨¢les son los pa¨ªses con mayor tasa de infectados. El primero, Suazilandia: 1.309 casos de tisis por 100.000 habitantes, y tambi¨¦n el primero en poblaci¨®n infectada por el VIH seg¨²n Onusida, el 26,5%. El segundo, Sur¨¢frica (y una tasa de tuberculosis de 1.003 de cada 100.000 habitantes y un 17,9% de los habitantes con VIH).
Los Objetivos del Milenio de la ONU estipulaban uno que consist¨ªa en revertir la tendencia de casos y muertes por tuberculosis. Y, en t¨¦rminos globales, se est¨¢ cumpliendo. Pero queda mucho por hacer. Suazilandia, por ejemplo, ten¨ªa 267 casos por 100.000 habitantes en 1990. Ahora son m¨¢s de 1.000. Sur¨¢frica ten¨ªa 321. De hecho, de los 24 pa¨ªses con mayores tasas, solo dos, Botsuana y Rep¨²blica Centroafricana, est¨¢n reduci¨¦ndolas. Bangladesh, que no est¨¢ en ese grupo, lo mantiene estable en 225 pese a todos los esfuerzos. ¡°El problema es que en otras enfermedades end¨¦micas como la malaria, la prevenci¨®n es m¨¢s m¨¦dica; con la tuberculosis es m¨¢s social y econ¨®mica. Y ah¨ª no podemos llegar¡±, dice Akramul Islam. La Dama de las Camelias va a ser lectura obligatoria para largo.
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