Las sombras de un pont¨ªfice luminoso
La veloz canonizaci¨®n Karol Wojtyla deja sin contestar algunas dudas
¡°Juan Pablo II fue un hombre de Dios, pero no es necesario hacerlo santo¡±. La frase tan rotunda corresponde a Carlo Maria Martini, el llamado cardenal del di¨¢logo, el Papa que no pudo ser y tal vez el santo que nunca ser¨¢. Jesuita, intelectual, arzobispo de Mil¨¢n desde 1979 a 2002, Martini falleci¨® en 2012 y entre las dudas que lo alejaron de la Iglesia oficial ¨Cy de las que dej¨® constancia en una entrevista publicada tras su muerte¡ª destaca la de la santidad de Karol Wojtyla. Martini reprochaba a Juan Pablo II un cierto egocentrismo que releg¨® el verdadero mensaje de Cristo a un segundo plano y, sobre todo, una identificaci¨®n excesiva con las corrientes m¨¢s conservadoras de la Iglesia. En especial, con los Legionarios de Cristo, a cuyo fundador, Marcial Maciel, protegi¨® a pesar de las graves acusaciones de pederastia.
Aun ahora, cuando Juan Pablo II est¨¢ a punto de ser proclamado santo y una impresionante m¨¢quina medi¨¢tica recupera y reproduce sus virtudes, esa duda permanece. El pontificado de Karol Wojtyla, nacido en la localidad polaca de Wadowice en 1920, fue excesivo en todos los sentidos. Dur¨® 27 a?os ¡ªde 1978 a 2005¡ª y fue pr¨¢cticamente retransmitido en directo, desde sus frecuentes viajes ¡ªvisit¨® 129 pa¨ªses¡ª en los que supo conectar con los m¨¢s j¨®venes, a su larga agon¨ªa f¨ªsica, pasando por el atentado sufrido el 13 de mayo de 1981 en la plaza de San Pedro y su posterior conversaci¨®n en la c¨¢rcel con el pistolero Ali Agca.
Su lista de haberes no es corta. Fue el primer pont¨ªfice que visit¨® una sinagoga y una mezquita y tambi¨¦n el primero que, en 1993, durante un viaje a Sicilia, rompi¨® la omert¨¤ de la Iglesia y se enfrent¨® abiertamente a la mafia. Excomulg¨®, en 1988, al arzobispo integrista Marcel Lefebvre por su radical oposici¨®n al Concilio Vaticano II, pero al tiempo atac¨® sin tregua a los representantes de la teolog¨ªa de la Liberaci¨®n ¡ªc¨®mo olvidar aquella foto de 1983 mientras reprend¨ªa p¨²blicamente a Ernesto Cardenal, arrodillado, en el aeropuerto de Managua¡ª. Durante su pontificado, adem¨¢s, el Vaticano se adentr¨® por un callej¨®n poco virtuoso que, tras su muerte, termin¨® por amargarle el pontificado de Benedicto XVI y cuyas consecuencias a¨²n se sufren.
Las luchas de poder entre diferentes facciones de la curia, los esc¨¢ndalos del banco del Vaticano o la falta de atenci¨®n ¡ªpor no llamar tolerancia¡ª al problema terrible de la pederastia se entrelazan ahora junto a sus indudables virtudes y su carisma innegable para ensombrecer la jornada de su canonizaci¨®n.
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