?Es la religi¨®n, est¨²pido!
El profesor Fern¨¢ndez no fue despedido porque fuese cura casado, sino porque ese dato sali¨® en un peri¨®dico local
El despido del profesor Fern¨¢ndez, mandado al paro por orden del obispo de Murcia, ocurri¨® en 1997. Es un largo pleito, sin duda, pero no concluye ahora. El caso sigue vivo con otras v¨ªctimas en esta Espa?a que se resiste a ser aconfesional o laica como manda la Constituci¨®n de 1978. Este docente de catolicismo no fue despedido porque fuese cura casado (que lo era ¨Clo es- con todas las bendiciones de Roma), sino porque ese dato sali¨® en un peri¨®dico local. El obispo, curso tras curso, lo hab¨ªa contratado hasta entonces sin problemas, ni laborales ni de conciencia. Incluso se dijo a veces su amigo y protector. Pero ?ay la prensa!, ?ay el qu¨¦ dir¨¢n! El despido fue fulminante. El esc¨¢ndalo a¨²n colea.
As¨ª es Espa?a en materia de laicidad. Ni un paso al frente. Peor, se ha retrocedido. Apenas dos a?os despu¨¦s, el 26 de febrero de 1999, el entonces ministro de Educaci¨®n, Mariano Rajoy, firm¨® junto al presidente de la Conferencia Episcopal Espa?ola, entonces el arzobispo El¨ªas Yanes, debidamente autorizados por el Estado de la Santa Sede, un convenio que equiparaba a los docentes de catolicismo con el resto del profesorado estatal. Es decir, el Ministerio de Educaci¨®n pasaba a ser empleador de catequistas cat¨®licos, aunque la selecci¨®n segu¨ªa en manos de los obispos, que pod¨ªan despedirlos cada a?o sin causa o por cualquier causa: casarse por lo civil o con un divorciado, irse de copas con los amigos, ser concejal de IU, caerle mal al delegado diocesano del ramo¡
Desde entonces, las salas de Justicia regionales y el Tribunal Constitucional han resuelto muchos cientos de despidos religiosos y la Administraci¨®n educativa ha pagado cientos de millones de euros en indemnizaciones por pisotear (o dejar que los prelados pisoteasen) derechos fundamentales de esos docentes. Ning¨²n Gobierno se ha atrevido a atajar el origen del desafuero, es decir, a denunciar los llamados Acuerdos de enero de 1979, concordados en secreto en Roma, nada m¨¢s morir el dictador Franco, entre el Gobierno de Adolfo Su¨¢rez y el Vaticano. Cuando en Madrid se concluy¨® la Constituci¨®n vigente, mediado el a?o 1978, la cuesti¨®n de la ense?anza del catolicismo en las escuelas ya estaba atada y bien atada.
La Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos vuelve a proclamar que la decisi¨®n de despedir al profesor Fern¨¢ndez fue "de naturaleza estrictamente religiosa". Eso se sab¨ªa por ac¨¢ hasta la saciedad. ?Es la religi¨®n, est¨²pido!, podr¨ªa exclamarse parodiando otras circunstancias parecidas. Pero no es ese el dictamen que se espera del TEDH. Hace falta que un d¨ªa el m¨¢s alto tribunal europeo se pronuncie sobre si es legal que un Estado de la UE est¨¦ sometido sin remedio a c¨®digos can¨®nicos o acuerdos religiosos con un Estado ajeno a la UE, como es el de la llamada Santa Sede.
Por un voto, la Gran Sala dice que s¨ª, que Espa?a sigue sometida mientras est¨¦n vigentes esos Acuerdos. Pero a?ade que los tribunales nacionales podr¨ªan sopesar si se est¨¢n vulnerando derechos fundamentales cuando un ciudadano espa?ol pierde su empleo p¨²blico por casarse y ¡°salir en un peri¨®dico con su mujer y sus hijos¡±. Cosas como estas han ocurrido aqu¨ª cientos de veces, sin consecuencias. El papa Francisco legalizar¨¢ (es un decir) el matrimonio de los curas cat¨®licos romanos antes de que en Espa?a se d¨¦ ese paso. La laicidad, siempre la laicidad.
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