?lvaro Corcuera, atribulado sucesor de Marcial Maciel
Dirigi¨® los Legionarios de Cristo tras la dimisi¨®n del pol¨¦mico fundador de la congregaci¨®n
Si se puede morir de pena, ese podr¨ªa ser el caso de ?lvaro Corcuera, la ¨²ltima mano derecha (o izquierda) del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel. A pocas semanas de cumplir 57 a?os, ha muerto este lunes en la ciudad de M¨¦xico, donde hab¨ªa nacido. Hab¨ªa estudiado desde peque?o en centros de la orden fundada en 1941 por Maciel y se doctor¨® en Filosof¨ªa en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. En 1979 ingres¨® en la Legi¨®n y en 1985 fue ordenado sacerdote. Ocup¨® m¨²ltiples cargos al lado de Maciel y tambi¨¦n en el Vaticano, entre otros el de consultor de la Congregaci¨®n para los Obispos. Cuando Maciel dimiti¨® en 2005 por razones de edad (pero, en realidad, acosado ya por irrefutables pruebas de cargo), Corcuera fue designado director general de la Congregaci¨®n de los Legionarios y de su movimiento seglar.
Hasta 2012, en plena crisis de la organizaci¨®n por el desvelamiento de los muchos cr¨ªmenes de Maciel, un cr¨¢pula con muy altas complicidades en el Vaticano (incluida una estrecha amistad con Juan Pablo II, su gran protector), los colaboradores de Corcuera sosten¨ªan que los problemas de salud de su director general eran ¡°consecuencia de a?os marcados por situaciones dif¨ªciles, tensiones y sufrimientos¡±. As¨ª lo manifestaron en un comunicado oficial. Pero a finales de ese a?o, en una revisi¨®n rutinaria, se le descubri¨® un tumor en el cerebro, que result¨® ser un glioma de cuarto grado. El pasado mes de mayo, el propio Corcuera envi¨® a sus fieles una carta comunicando que era ¡°consciente de acercarse a la meta final¡±, y ped¨ªa orar por ¨¦l.
Con la muerte de Corcuera quedan sin respuesta muchas preguntas. No hay que descartar que haya dejado escritas sus confesiones, a la manera de san Agust¨ªn, del que era admirador. Conocimientos no le faltaban. Resulta poco cre¨ªble que desconociera las delictivas andanzas del jefe, pero sufri¨® con dignidad la ca¨ªda a los infiernos y el desprestigio de la congregaci¨®n. No hay que olvidar que la vida exagerada de Maciel fue disimulada (o tapada) por orden del Vaticano, que se empecin¨® en tenerlo por santo y por ¡°un modelo para la juventud¡± (as¨ª dijo Juan Pablo II), cuando ya resultaba un clamor que era un delincuente. Para ello, Maciel hab¨ªa corrompido con sobres de mucho dinero a muy altos jerarcas de la Iglesia romana. Cuando muri¨® en 2008 a los 87 a?os (en EE UU, sin purga ni petici¨®n de perd¨®n), Corcuera tuvo que dar la m¨¢s amarga de sus ¨®rdenes: que se descolgasen los retratos del religioso en todas las instituciones de la Legi¨®n, una de las marcas m¨¢s potentes del nuevo catolicismo, tan caro al papa polaco (los llamados nuevos movimientos: Opus Dei, kikos, Comuni¨®n y Liberaci¨®n, fokolares, etc¨¦tera). La fundaci¨®n dirigida en los ¨²ltimos doce a?os por Corcuera no es la menos poderosa: est¨¢ establecida en 18 pa¨ªses, cuenta con 900 sacerdotes, 3.000 seminaristas y 70.000 miembros del Regnum Christi, y es propietaria de incontables y lujosos centros educativos, sociales y universitarios.
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