¡°No les dan ropa ni comida; los dejan ah¨ª para que mueran¡±
El Gobierno no cubre las necesidades b¨¢sicas. Los colchones de los fallecidos se reutilizan
¡°En los centros de aislamiento del Gobierno la situaci¨®n es catastr¨®fica. Los pacientes est¨¢n tirados en el suelo o en colchones mugrientos, no hay higiene, las heces de las personas enfermas se acumulan en los ba?os hasta dos d¨ªas antes de que los limpien¡±, asegura el doctor Mutako Longin desde Monrovia (Liberia). Los colchones de los fallecidos se reutilizan y el Gobierno no est¨¢ cubriendo sus necesidades b¨¢sicas, como comida o ropa. ¡°He visto pacientes vestidos s¨®lo con unos calzoncillos y no hay suero, ni transfusiones, ni nada para comer. S¨®lo los dejan all¨ª y esperan a que se mueran¡±. Todos los hospitales han cerrado, salvo los que se encargan del ¨¦bola. ¡°La gente est¨¢ muriendo de otras enfermedades y no tiene d¨®nde ir. El otro d¨ªa vi morir a un joven de tifus en plena calle¡±, asegura Abraham Kuyateh, trabajador de una empresa minera. Es el retrato de Monrovia, una ciudad sobrepasada por el ¨¦bola.
Longin y su esposa, la t¨¦cnico de laboratorio Justine, ruandeses de nacimiento pero nacionalizados liberianos, trabajaban hasta hace solo unas semanas en el Redemption Hospital de Monrovia. Ahora no tienen trabajo. El ¨¦bola se llev¨® la vida de varios m¨¦dicos y el hospital cerr¨®. Desde entonces, este matrimonio recorre los centros para pacientes de ¨¦bola de la ciudad tratando de llevar ayuda, que compran con su propio dinero, a decenas de enfermos. ¡°Sobre todo comida, no est¨¢n bien alimentados. Hemos puesto en marcha un sistema de compra para atender a las personas ingresadas, fundamentalmente a los que no tienen familia en la capital, que est¨¢n abandonados a su suerte¡±, asegura Longin. Organizaciones de la sociedad civil y ciudadanos a t¨ªtulo particular se han puesto a trabajar para suplir las enormes carencias del Gobierno.
¡°La situaci¨®n es catastr¨®fica. Los ba?os est¨¢n sucios, las heces de personas enfermas, que son muy contagiosas como es sabido, se acumulan hasta dos d¨ªas, el personal est¨¢ desbordado. El sistema de salud de Liberia no estaba preparado para afrontar esta epidemia¡±, a?ade. Una de las claves para detener la expansi¨®n del virus es controlar las cadenas de transmisi¨®n e ingresar r¨¢pidamente a todas las personas que hayan estado en contacto con enfermos y presenten los s¨ªntomas. ¡°Aqu¨ª se intenta, pero no se hace de manera eficaz. El Gobierno no tiene medios para hacerlo¡±.
Abraham Kuyateh es trabajador de una mina, pero en los ¨²ltimos d¨ªas su trabajo es lo de menos. La empresa ha suspendido sus operaciones, al igual que muchas de las compa?¨ªas que operan en Liberia, en una crisis econ¨®mica que se superpone a la sanitaria. El mi¨¦rcoles, el Gobierno decret¨® la cuarentena en torno al barrio de West Point, habitado por unas 75.000 personas. Dentro quedaron varios amigos suyos. Kuyateh logr¨® pasar el control militar y entrar en el barrio para sacarlos. ¡°No pod¨ªa dejarlos all¨ª. Hab¨ªa mucha confusi¨®n. En unas horas el precio del arroz dentro del barrio se multiplic¨® por cuatro. Un grupo de personas empez¨® a tirar piedras a la Polic¨ªa. Luego se o¨ªan los disparos¡±. Hay al menos cuatro personas heridas, un joven con un disparo en la pierna, seg¨²n Kuyateh.
No hay centros m¨¦dicos abiertos, salvo los hospitales del ¨¦bola. La gente se est¨¢ muriendo de otras enfermedades¡± Abraham Kuyateh, minero
En los ¨²ltimos d¨ªas Kuyateh ha visto cosas que nunca hubiera imaginado. ¡°No hay centros m¨¦dicos abiertos, todos han cerrado, salvo los hospitales del ¨¦bola. La gente se est¨¢ muriendo en la calle de otras enfermedades, aqu¨ª tenemos much¨ªsima malaria y estamos en ¨¦poca de lluvias. El otro d¨ªa vi a un joven morir de tifus en la calle. Nadie se quer¨ªa acercar porque los s¨ªntomas son iguales a los del ¨¦bola¡±. Casado y con tres hijos, admite tener miedo. ¡°No sabemos qu¨¦ va a pasar, me preocupa el virus, pero sobre todo me preocupan las otras enfermedades. La situaci¨®n ahora mismo es muy peligrosa para todos. Muchas mujeres est¨¢n dando a luz en sus casas, sin atenci¨®n m¨¦dica, porque temen ir al hospital donde est¨¢ el ¨¦bola¡±.
No es extra?o que tengan miedo. Un m¨¦dico que acaba de salir de uno de esos centros cuenta que, al darle el alta, le ofrecieron ponerse la ropa de una persona fallecida. All¨ª mismo vio c¨®mo desinfectaban una habitaci¨®n donde acababa de morir un enfermo. ¡°Fumigaban todo con agua clorada, incluido el colch¨®n, pero a las pocas horas ese mismo colch¨®n estaba siendo usado por un paciente que acababa de ingresar¡±, asegura. Este mismo m¨¦dico, que prefiere guardar el anonimato, est¨¢ convencido de que ¡°hay muchos m¨¢s muertos de los que reconoce el Gobierno. Y es normal que mueran si no los atienden, ni siquiera les dan para comer¡±.
El Gobierno est¨¢ sobrepasado, tanto desde el punto de vista sanitario como log¨ªstico
Esa es la impresi¨®n general. El Gobierno est¨¢ sobrepasado, tanto desde el punto de vista sanitario como log¨ªstico. En la actualidad hay tres centros de aislamiento para pacientes de ¨¦bola, uno en el hospital JFK y otros dos en el Elwa, uno gestionado por M¨¦dicos sin Fronteras y otro por el Gobierno, en el que hay ingresados ahora mismo 65 pacientes. Dos de ellos son la hermana Paciencia y la hermana Helena, misioneras de la Inmaculada Concepci¨®n que se contagiaron cuidando a los religiosos de San Juan de Dios del Hospital Cat¨®lico Sant Joseph, entre ellos el espa?ol Miguel Pajares, fallecido tras ser trasladado a Espa?a. Sor Paciencia, ecuatoguineana, ya est¨¢ curada, pero ha decidido seguir en el centro cuidando de su compa?era Helena, porque no se f¨ªa de que vaya a recibir la alimentaci¨®n suficiente.
William Ekerum, enfermero camerun¨¦s, las conoce bien. ?l tambi¨¦n cuid¨® de los religiosos del hospital Sant Joseph de Monrovia, pero no se contagi¨®. Es de los pocos que burl¨® a la enfermedad. ¡°Cuid¨¦ a nueve personas enfermas, entre ellos el hermano Pajares y la hermana Chantal, ya fallecidos. Ahora controlo cada d¨ªa si tengo fiebre o no¡±. Al tel¨¦fono se le nota muy preocupado. ¡°Hay mucha confusi¨®n en la ciudad, hay gente que sigue negando la enfermedad y otros que aprovechan para generar disturbios. En West Point la tensi¨®n es enorme, no sabemos qu¨¦ puede pasar all¨ª¡±.
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